Usted está aquí: lunes 26 de junio de 2006 Opinión Pemex, a seis años

Iván Restrepo

Pemex, a seis años

El presidente Vicente Fox y sus colaboradores más cercanos, responsables de garantizar el desarrollo energético y ambiental del país, prometieron convertir Petróleos Mexicanos (Pemex) en una empresa moderna y limpia. Repetidamente se dijo en este sexenio que la primera empresa nacional, propiedad de todos los mexicanos, debía dejar de ser la que más daños causa a los recursos naturales, un peligro y origen de variados desajustes en prácticamente todo lugar donde se encuentra, y la que nadie quiere a su alrededor, como en Yucatán, donde hace tres años, cuando se anunció que daría inicio a tareas de exploración y extracción de hidrocarburos, recibió el rechazo generalizado de la población, temerosa de sufrir lo que ha sucedido en entidades vecinas o en Guanajuato e Hidalgo con las refinerías. Las tareas no se han iniciado ahí todavía como tampoco se han concretado las promesas del gobierno del cambio para modernizar y limpiar Pemex. Las cosas empeoraron cuando estuvo al frente de la Secretaría de Energía el candidato de las manos inmaculadas: Felipe Calderón. No debe extrañar entonces lo que sucede en la región que concentra la mayoría de la actividad petrolera y petroquímica nacional, el Golfo de México.

Precisamente sobre esta región acaba de aparecer una versión actualizada, con nuevos aportes, del libro Golfo de México: contaminación, impacto ambiental, el cual ofrece un certero diagnóstico sobre los problemas que durante este sexenio se prometieron resolver.

Sus más de 600 páginas incluyen los estudios de 62 especialistas pertenecientes a 31 instituciones nacionales y extranjeras, entre las que destacan las universidades de Campeche, Tabasco, Istmo Americana y Nacional, quienes para realizar sus trabajos contaron con el apoyo de varias instancias oficiales.

Concebido con el propósito de ser fuente de información para el medio académico, tomadores de decisión y los políticos, la obra documenta la contaminación y los efectos ambientales y sociales que ocasionan la industria petrolera y petroquímica, los complejos portuarios, agrícolas, industriales y turísticos, así como los asentamientos humanos. Contiene, asimismo, una evaluación de los daños ocasionados por el gravísimo derrame petrolero ocurrido el 22 de diciembre de 2004 en la zona de Nanchital-Coatzacoalcos.

Quienes tienen la responsabilidad de resolver los problemas ambientales y sociales que aquejan al Golfo de México no pueden quejarse de que les falta información científica de primera mano para tomar las decisiones más oportunas y acertadas que pongan fin al deterioro que existe en dicha región. De hecho, la han tenido siempre, y en abundancia, respecto a la franja litoral y las aguas marinas de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán, ya que se trata de desajustes acumulados décadas atrás, según dan cuenta en el libro reconocidos expertos, como Alfonso Vázquez Botello, J. Rendón Von Osten, Claudia Agraz Hernández, Gerardo Gold Bouchot, Alejandro Toledo Ocampo, Lilia Albert, Lorenzo Manuel Bozadas y Humberto Bravo Alvarez, entre otros, quienes aportan valiosa información científica reciente.

Lamentablemente, la ignorancia y la desidia de la burocracia en turno son inconmensurables y por eso sigue considerando al Golfo de México como área preferencial de extracción y exportación de hidrocarburos y asiento de la industria petroquímica, relegando su enorme e insustituible valor ecológico, social, cultural y su diversidad productiva.

En el campo de la ecología, dicho valor se encuentra representado por valiosos ecosistemas, como lagunas costeras, humedales, manglares, arrecifes de coral y pastos marinos, todos reservorios de una riqueza natural, ambiental y pesquera de gran importancia, aunque pésimamente administrada y sometida desde hace décadas al efecto negativo de numerosas fuentes contaminantes, entre las que destacan por los daños que ocasiona, algunos irreversibles, la actividad petrolera y petroquímica con su aporte de lluvia ácida, metales pesados, hidrocarburos, plaguicidas y otros compuestos de enorme peligrosidad para la salud pública, la calidad de vida de la población y los recursos naturales, y cuya presencia en ríos y sus afluentes, lagunas costeras y amplias áreas terrestres no puede negarse como tampoco la contaminación que ocasionan las aguas negras de las poblaciones, la falta de sistemas de tratamiento de las mismas y los desechos provenientes de industrias y servicios establecidos en la franja litoral del Golfo.

No sorprende el desbarajuste que deja el actual gobierno, sobre todo si queda al decubierto en qué invierten su tiempo los servidores públicos que debieron cumplir la tarea de hacer de Pemex una industria verde y cuidar los recursos naturales del país: ayudar a escribir libros contra López Obrador. Es lo que hace en uno reciente Oscar Aguilar Ascencio, coordinador de asesores de José Luis Luege, el ex dirigente panista que cobra como secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales.

El otro libro, el bien informado y útil, Golfo de México, contaminación e impacto ambiental, se presenta este miércoles 28 en Villahermosa, Tabasco, en el marco de la Reunión Internacional de Zonas Costeras.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.