Ciudad Perdida
Cierre o provocación blanquiazul
Desquicia el PAN con acarreados el sur de la ciudad
La estrategia buscaba coronar su campaña de terror
Lo más fácil habría sido probar, de una vez por todas, que ellos son respetuosos del orden y la legalidad, pero se trataba de demostrar su fuerza y, de pasada, crear una provocación, tentar a la policía para que reprimiera a sus acarreados.
Hasta donde puede verse, lo que pasó ayer en el tramo sur del Periférico por parte de los panistas seguidores de Feli-pillo, que ayer dio por concluida su campaña de mentiras e insultos, buscó y consiguió crear un caos vehicular que obligara a la policía a intervenir para declararse, más tarde, víctimas de la represión del gobierno capitalino.
Sería imposible mirarlo de otro modo. Durante toda la mañana de ayer, una buena cantidad de camiones de pasajeros, alquilados por los panistas, fueron detenidos, desocupados y abandonados en pleno Anillo Periférico durante varias horas, seis cuando menos, dicen los testigos del lugar.
Como nunca -ni a los universitarios durante la última huelga de esa casa de estudios se les permitió- la vialidad se vio afectada. El tránsito entre el Viaducto y la salida a Cuernavaca llegó a prolongarse hasta por dos horas.
Los camiones venían, en su mayoría, del centro del país, la gente del Distrito Federal acudió, menos que en minoría, a ese acto, así es que la fila de vehículos era bastante larga y el problema vial se multiplicó.
Es decir, la trampa se había montado. Se trataba sólo de que en la oficina de Joel Ortega, el secretario de Seguridad Pública del DF, se diera la orden de desalojar a los panistas para que se cerrara la trampa, para que se encendiera la mecha.
Para los dirigentes del PAN no era importante si en un acto de autoridad, la policía hubiera tenido que hacer uso de la fuerza para despejar la vialidad afectada y con ello sus propios militantes sufrieran las consecuencias, es más, parece que ya habían medido el riesgo y lo aceptaban.
Tampoco les resultaba importante que la inmensa mayoría de defeños que utilizan el domingo como día de paseo familiar, perdiera el tiempo a causa de la estrategia peligrosa montada por los panistas.
No eran los "macheteros de Atenco", ni los "mugrosos" sindicalistas, ni los estudiantes "locos" ni colonos "revoltosos" que buscan atención a sus demandas de justicia, se trataba de ellos, que tienen el poder y que buscaban, a todas luces, un acto de represión para, a costa de sus propios militantes, coronar su campaña de terror.
Les fue mal. Fracasaron. Los paseantes del domingo hicieron patente su disgusto con mentadas de madre a gritos y claxonazos en su contra y la policía no mordió el anzuelo.
Pero además de todo mostraron descaradamente el rostro de autoritarismo que tanto ejerce, pero esconde, la derecha a la que representan.
Y esos que tanto condenan el acarreo trajeron a la ciudad cerca de 4 mil 500 camiones de pasajeros, muchos de ellos con apenas una veintena de personas dentro, que desquiciaron por completo -como dicen los locutores- la circulación del Anillo Periférico.
Dicen algunos ingenuos acarreados que el Estadio Azteca se llenó, los más fanáticos panistas aseguran que el cupo fue total, es decir, que los 110 mil lugares que corresponden al aforo del inmueble, se ocuparon.
Lo raro de esto, además de la provocación, o como parte de ella, es el número de vehículos que llevaron gente al Azteca. Si cada camión hubiera llegado nada más con 30 personas, poco más de la mitad del cupo normal o algo así, el Azteca hubiera tenido que recibir, que no puede, a 135 mil acarreados.
Por tanto, se trajo a la ciudad un número mucho mayor de camiones para desquiciarla. Por eso debemos felicitar a los azules que nos hicieron un domingo de los veinte mil diablos sin alguna razón de peso. Así es su democracia.