Hipnosis colectiva
Hipnotizado por el Mundial televisivo de Futbol en la omnipotencia negadora de la depresión, despierto sin previo aviso con la imagen de un robot que se impone de un golazo sobre el césped desnudo y me rompe las fantasías que me había inoculado el gran titiritero ordenador de los hijos de las imágenes que gobiernan al mundo. Y al par o por encima de todo, sin ocultar tampoco con ello la llana singularidad del soporte. En la realidad no se perdió nada. Nada perdí, pero se sabe que la pérdida de las fantasías, ocasiona desorganizaciones de la personalidad, en personas desestructuradas con elementos de traumas sicológicos previos y debilidad personal.
Soporte fantástico que como todo lo aparentemente simple, no lo es. Golazo argentino que se salió de madre, dejando tras de sí sus agujeros negros, salpicaduras negras que me, "nos", atizó en el centro del rostro -al igual que a "casi" todos los mexicanos-, reducidos a sentido domesticado. Es decir, a nuestra manera de ser; ganas de ganar, muchas ganas, sin contar con el mundo real. Ese "algo" desconocido enigmático imposible de nombrar con una sola palabra. Ese "algo" que cuando crecemos haber apresado desaparece.
Ese "algo" que gobierna a plenitud, el titiritero mayor televisivo, al que siguen y se ordenan el resto de las televisoras. Generador de las grandes fantasías que generan nuevas ideologías, a los que la sicología y la sociología van a la zaga. Parece problema menor la pérdida de las fantasías, mas no lo son, a la larga son generadoras de violencia, en la que se repiten los "golazos" en pleno rostro del contrario.