Editorial
El padrón, en manos de Hildebrando
De acuerdo con información dada a conocer ayer en la mañana por Carmen Aristegui en el noticiero radiofónico Hoy por hoy, en un sitio de Internet al servicio de la campaña de Felipe Calderón era posible acceder, previa identificación de usuario ("hildebrando117") y clave, a los registros del padrón electoral. El uso indebido de ese instrumento por parte de Acción Nacional había sido denunciado previamente en varias ocasiones, al igual que la operación por el equipo del aspirante presidencial panista de bases de datos de uso exclusivo del gobierno federal, particularmente de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso).
A pesar de los empeños del Instituto Federal Electoral (IFE) y de sus consejeros en negar que Hildebrando SA de CV, la empresa informática dirigida por el cuñado de Calderón Hinojosa, haya tenido acceso a los listados electorales en el curso de las operaciones en las que resultó vinculada al organismo electoral, este nuevo dato constituye un alarmante indicio en contrario y tendría que obligar a un esclarecimiento inmediato, profundo y público de un cúmulo de sospechas fundadas en torno a posibles manipulaciones del padrón (los rasurados, especialmente) orientadas a favorecer al candidato presidencial oficial.
En lo inmediato, hay hechos que multiplican la preocupación ante el documentado y verificado señalamiento noticioso formulado por Aristegui: el primero es que el sitio en cuestión, al que podía accederse con la dirección IP 200.77.243.133, registrada por una entidad calderonista denominada Redes por México, fue deshabilitado de inmediato, antes incluso de que terminara el noticiero Hoy por hoy, en lo que constituye una prueba palpable de mala conciencia; el concierto de medios informativos, por su parte, minimizó sin escrúpulos y en plena coincidencia con dos consejeros electorales que declararon inocuo este uso indebido del padrón electoral el hallazgo escandaloso, y el propio Calderón se sintió eximido de la responsabilidad de dar explicaciones al respecto, acaso con la esperanza de que el dato quede relegado por la inminencia de los comicios.
Ocurre lo contrario: conforme se incrementan los indicios de irregularidades electorales ya perpetradas o en preparación en favor de Acción Nacional y su candidato presidencial, se reducen los márgenes necesarios para la realización de una consulta ciudadana apacible, confiable y equitativa. La aparición de lo que constituye, según todos los elementos de juicio disponibles, trapacerías para distorsionar el sentido mayoritario del sufragio popular empezando por las inadmisibles intromisiones presidenciales en la campaña lleva a preguntar si el país no se encuentra en plena involución a escenarios del pasado no lejano, poblados por mapaches y alquimistas, en los que el partido de Estado imponía a sus candidatos mediante la fabricación de votaciones tan abrumadoras como falsas. ¿Será la resurrección de tales circunstancias la despedida del "gobierno del cambio"?
Interrogado ayer sobre los impactos que la descontrolada violencia delictiva podría tener en las elecciones próximas, el titular de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, José Luis Santiago Vasconcelos, tomó como ejemplo el saldo que esa violencia ha dejado en el estado de Guerrero, y opinó: "No es preocupante; sólo siete que no van a votar", en referencia a los ajusticiados del fin de semana.
Incluso en la lógica cínica y ofensiva del funcionario, habría que corregirle la cifra y recordarle que, merced a su propia ineptitud para detener los ajustes de cuentas, ejecuciones, levantones y balaceras, así como por la indolencia general y la impotencia del gobierno ante las bandas criminales, en este sexenio han tenido lugar miles de asesinatos de ciudadanos que no podrán ejercer su derecho este 2 de julio.
Pero el país no está para cinismos. Al margen de los insoslayables elementos negativos que el imperio de la delincuencia introduce en el proceso electoral inseguridad y zozobra en extensas regiones del país, la posibilidad de que algunas campañas se financien con dinero procedente del narcotráfico u otros ilícitos, intimidación a aspirantes a cargos de elección popular que se propongan denunciar y combatir a los estamentos criminales y sus correlatos de corrupción, resulta indignante e inaceptable que un encargado de proteger a la sociedad del embate delictivo tenga la cara dura como para sostener que "no pasa nada" cuando, en una sola entidad y en el lapso de un fin de semana, se cometen siete homicidios relacionados con la delincuencia organizada. Ello denota extremos de insensibilidad e irresponsabilidad sólo entendibles en el contexto de Foxilandia, esa versión infantil, triunfalista y edulcorada de la realidad nacional, ese país de sueños y evasión inventado por los publicistas gubernamentales del sexenio que está a punto de terminar.
Siete asesinatos en dos o tres días y muchos más, si se incluye en el balance la totalidad de los perpetrados en el territorio nacional en ese mismo lapso son parte de lo aceptable, de lo normal, de lo correcto: tal es la conclusión que se desprende de la humorada proferida ayer por Santiago Vasconcelos, una frase que podrá ser tomada como expresión de risueña serenidad por quienes viven en el discurso oficial, pero que constituye un insulto y una ofensa para los habitantes de México.