Fundamental, que sean responsables con la sociedad de la que se sirven: Bovespa
Empresas de Iberoamérica y Europa buscan limpiar su imagen
Dotar de derechos básicos a los pobres contribuirá al desarrollo de las economías, afirma especialista
Focalizar la ayuda social, exitosa experiencia del grupo mexicano Cinépolis
Oviedo, 26 de junio. Las empresas quieren lavarse el rostro. Reunidos en esta ciudad del norte de España, unos 400 directivos de compañías con intereses en Europa y América Latina intercambiaron experiencias en torno a la ''responsabilidad social'' de las compañías privadas, tema que, aunque nada nuevo, va cobrando auge después de la devastación provocada por las quiebras fraudulentas de Enron, Worldcom y otros grandes corporativos a partir de 2001, que llevaron a la ruina a millones de pequeños inversionistas.
Oviedo, la capital de la región de Asturias, es la sede durante dos días del primer congreso Europa-Iberoamérica de Responsabilidad Corporativa. En el encuentro, empresarios de ambos lados del Atlántico comparten experiencias acerca de lo que sus compañías están haciendo para acercarse a la sociedad -a sus consumidores, finalmente- y tratar de mejorar la imagen que se tiene de la práctica del capitalismo moderno.
El momento es propicio, según definió el economista peruano Hernando de Soto, fundador del Instituto Libertad y Democracia, una organización pro empresa que asesora a gobiernos de países en desarrollo, entre ellos el de México.
En la sesión inaugural dijo que en América Latina el cambio de correlación de las fuerzas políticas ha creado una percepción de que ''las empresas no están haciendo lo que se espera de ellas''. Percepción que, añadió, ha tomado la forma de acciones prácticas en gobiernos de corte nacionalista con fuerte respaldo, que han empezado a exigir un nuevo trato a las empresas que operan en la región.
''La resistencia a las empresas es algo que existe en todas partes'', proclamó De Soto. ''La caída del muro de Berlín (en 1989) suponía que el capitalismo había triunfado y que el espíritu de empresa había triunfado''.
Hernando de Soto avanzó aquí en su idea de que los pobres de los países en desarrollo pueden contribuir al progreso de las economías si son dotados de derechos básicos, como la titulación de sus propiedades, para ser sujetos económicos y obtener herramientas elementales como el crédito. El valor de esos activos no reconocidos jurídicamente, aseguró, puede ser en el caso de México de hasta 350 mil millones de dólares, 20 veces la inversión extranjera que el país ha recibido en ''todo el siglo XX y lo que va del XXI''.
El nivel de credibilidad no está en la cota más alta para las empresas, aunque lo dicho aquí es que, como en todo, no se puede llegar a generalizaciones.
Raymundo Magliano Filho, presidente de la Bolsa de Valores de Sao Paulo (Bovespa), la más importante de América Latina, lo expresó así: ''la responsabilidad de las empresas con la sociedad de que se sirven es fundamental. Los empresarios deben tener una responsabilidad social de cambiar la visión de que el capitalismo sólo busca lucro, y buscar el equilibrio y la justicia en la sociedad''.
El caso de la Bovespa, narrado aquí por su presidente, es poco usual en el mundillo de los mercados financieros. Es la primera bolsa de valores que en América Latina ha nombrado un ombudsman, un defensor del accionista, sobre todo del pequeño. Eso ha atraído en poco tiempo a unos 300 mil pequeños inversionistas que con sus recursos financian a empresas que generan empleos. En el consejo directivo de la Bovespa fue incorporado un dirigente sindical que representa a 6 millones de trabajadores industriales brasileños. ''Así se da la impresión de que la bolsa es transparente y que existe una sinergia entre el capital y el trabajo''.
La bolsa de valores paulista ha emprendido otras acciones que en un país de economía de mercado la hace diferente de otras naciones, no sólo en la región sino también en el mundo. La Bovespa y sus corredoras lanzaron en junio de 2003 la Bolsa de Valores Sociales, que capta fondos para organizaciones no gubernamentales que promueven proyectos educativos. ''La idea es unir organizaciones sociales que necesitan recursos financieros e 'inversores sociales', donadores, dispuestos a proveer dichos recursos. De tal forma, las ONG se fortalecen y devuelven las inversiones bajo la forma de utilidades sociales, es decir, el resultado es una sociedad más justa e incluyente''.
Estuvo también aquí Alejandro Ramírez, presidente de Cinépolis, la cadena mexicana de salas de cine de propiedad familiar, que es la vez la mayor de América Latina.
Puso sobre la mesa uno de los temas que se ha discutido en el ámbito de las organizaciones civiles y de asistencia, acerca de la manera de llevar a los grupos necesitados la ayuda que están dispuestas a dar.
Cinépolis ha centrado los recursos que da a la sociedad a un grupo específico. En el último año financió la operación de cataratas a 300 personas de Michoacán y en los siguientes meses espera repetir la acción y el número de asistidos en Durango. ''Cinépolis lleva cine y una forma que encontramos de canalizar la ayuda era ayudar a ver'', dijo.
La decisión de Cinépolis ocurrió después de intentar por varios lados canalizar la asistencia. Así que al final eligió enfocarse en un tema y esa es una experiencia, la de focalizar la ayuda, que fue ofrecida a este congreso.