Usted está aquí: jueves 29 de junio de 2006 Mundo Bolivia: nueva batalla popular

Angel Guerra Cabrera

Bolivia: nueva batalla popular

No es casual que el gobierno de Evo Morales haya sido incorporado por Washington a su nómina de villanos favoritos en el hemisferio, junto a los de Fidel Castro y Hugo Chávez. Aunque no hay peor ciego que el que no quiere ver, la obra del gobierno de Morales a cinco meses de su investidura contrasta en América Latina por sus notables resultados en el rescate de la soberanía nacional y popular, en el impulso a la alfabetización y el acceso a la salud masiva entre los sectores explotados y marginados del país.

El embajador de Estados Unidos en La Paz no es ya el procónsul, sino uno más en el cuerpo diplomático. La nacionalización de los hidrocarburos fue un paso histórico. Con ella el presidente indígena restituyó a la nación recursos indispensables para el desarrollo económico y social, y dio cumplimiento a una demanda popular de años que costó duras luchas y sangre de las masas bolivianas. La revolución agraria ha comenzado resueltamente, no obstante la tenaz oposición de los latifundistas y especuladores.

Las trasnacionales, que durante muchos años hacían y deshacían en Bolivia a su antojo, ahora enfrentan a un gobierno que les propone hacer negocios, pero sobre la base del respeto irrestricto a la ley y a las autoridades nacionales. Las compañías extranjeras que han delinquido han sido enviadas a los tribunales, como es el caso con Repsol y Enron. Aunque Washington pone todas las trabas para impedirlo, La Paz lucha por la extradición del criminal y sanguinario ex presidente neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada para someterlo a la justicia.

Morales ha trabajado por la cooperación y el diálogo sin distingos con todos los gobiernos y ha sido un impulsor de la integración latinoamericana. Un tema tan delicado como la negociación del precio del gas boliviano con Buenos Aires y Brasilia, lo ha enfocado con tacto, paciencia y el espíritu más cordial.

Es natural que su administración haya encontrado en La Habana y Caracas sus más firmes aliados. Son los otros dos gobiernos en la región que rigen su actuación por los principios de la solidaridad internacionalista y la integración fraternal entre los pueblos de nuestra América.

Sólo en el campo de la salud mil 113 médicos cubanos atienden a una población que carecía de ese servicio y a la que han proporcionado 640 mil consultas. Ocho hospitales municipales y seis oftalmológicos han sido totalmente equipados por Cuba. Quince mil bolivianos han recuperado la vista gracias a cirugías gratuitas proporcionadas por la Operación Milagro, que impulsan Venezuela y Cuba. Pocos mandatarios han hecho tanto como Evo en tan poco tiempo por cumplir sus compromisos de campaña.

Pero queda un paso fundamental para consolidar el proceso de cambios sociales en Bolivia y es la Asamblea Constituyente, la otra gran demanda de las luchas populares junto a la nacionalización de los hidrocarburos. Idea surgida en una marcha de los campesinos del Beni en 1990, la exigencia por la convocatoria a la constituyente fue hecha suya por todos los contingentes indígenas y populares a lo largo del país.

El próximo domingo los bolivianos están convocados a las urnas para elegir a quienes los representarán en ese cuerpo, encargado de redactar una nueva Constitución. La Asamblea Constituyente será un campo de batalla ideológico entre el Movimiento al Socialismo (MAS), de Morales, y los partidos de la oligarquía. Contrariamente a lo que postulan éstos, el MAS propone dar sustento constitucional a un Estado multicultural que desmantele el colonialismo interno, el racismo y el neoliberalismo; consagre el control de la nación sobre sus recursos naturales, y reconozca los derechos de los pueblos originarios al territorio, a la tierra y a la autonomía. Ese día también se llevará a cabo un referendo sobre la autonomía de los departamentos (provincias), punto alentado por las reaccionarias elites económicas del oriente del país, que, a diferencia del MAS, ven en la autonomía un arma balcanizadora del Estado nacional tendente a burlar las aspiraciones populares y no como una forma de hacer realidad la democracia.

El 2 de julio está en juego el futuro del proceso de cambios sociales en Bolivia. El MAS acude avalado por la altísima popularidad del gobierno de Morales, excelente augurio, porque para lograr una verdadera refundación del Estado, como propone el presidente, su partido debe obtener las dos terceras partes de los delegados a la Asamblea Constituyente.

[email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.