Balance de la Jornada
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A los aficionados al buen futbol, esos raros especímenes que no se conforman con observar la pelota ir de un lado a otro, sino que buscan el toque fino, la gambeta, el túnel, la chilena, el sombrerito, el Mundial de Alemania les ha quedado a deber.
Y es que la inspiración de los artistas del balón ha sido escasa.
Cuando sólo faltan ocho partidos para que la pelota mundialista deje de rodar, el juego que motiva a la tribuna ha llegado a cuentagotas.
A favor de esta edición alemana hay que decir que no se ha visto empañada del balompié defensivo que caracterizó, por ejemplo, a Italia 90.
Para Alemania, los profetas del desastre vaticinaban que se impondrían los esquemas defensivos sobre la vocación de ataque y ya se veía a Ronaldinho sujetado con grilletes.
Y el jugador de la sonrisa eterna no ha brillado como se esperaba, pero esto no ha sido a causa de las estrategias. Ronaldinho sigue en deuda en lo que se suponía era su Copa debido tal vez a que tiene los ojos del mundo puestos en él. Y eso, hasta ahora, ha parecido una carga muy pesada, mientras un Ronaldo libre de ataduras sigue imponiendo récords.
Mucho se ha criticado a Brasil. Dicen que no aparece la magia. Pero si eso le ha servido para llegar hasta octavos, un técnico defensivo como Carlos Parreira no cambiará el estilo.
El panorama luce esperanzador para los cuartos de final.
Este viernes se espera un auténtico choque de trenes entre Alemania y Argentina. A los teutones les ha servido atacar con todo desde el silbatazo inicial. Pero les ha funcionado ante selecciones que están muy lejos de tener la capacidad defensiva de los argentinos y, sobre todo, su temible ofensiva.
Los pamperos tienen lo que se llama oficio. Son cancheros: saben a quién y en qué momento pegar. Y, al ataque, a sus delanteros les falta estatura, pero les sobra calidad. Tévez y Messi, productos netos del potrero, del futbol llanero, estarán a la espera de tocar a la diosa fortuna cuando los dejen salir del banquillo.
En contraparte está el futbol vertical, de pases largos, sin mayor filigrana de Ballack y teutones que lo acompañan.