Usted está aquí: miércoles 5 de julio de 2006 Deportes Se rompió el mito de invencibles y el sueño germano; Italia a la final

Los goles de Grosso y Del Piero impidieron que el partido se decidiera en penales

Se rompió el mito de invencibles y el sueño germano; Italia a la final

Sorprendió Klinsmann con su alineación, mientras los azzurri repitieron esquema

La afición abucheó el himno italiano

Buen trabajo del silbante mexicano Armando Archundia

AGENCIAS

Dortmund, 4 de julio. El mito de la invencibilidad de Alemania en Dortmund se rompió hoy en mil pedazos, al igual que el sueño de los anfitriones de disputar el título de la Copa del Mundo 2006. En los últimos minutos de la prórroga, dos goles le abrieron las puertas a Italia para su sexta final mundialista.

Fabio Grosso anotó al minuto 119 y Alessandro del Piero al 121, en un intenso partido que ofreció muy especial emoción hasta el final, cuando todo parecía indicar que sólo el lanzamiento de penales podía inclinar la balanza.

Alemania nunca había perdido en el Westfalenstadion, impactante escenario con el diseño y el ambiente de los estadios de antaño, pero Italia jamás se había inclinado ante los germanos en un Mundial.

En la muy calurosa Dortmund uno de los dos récords caería al final de la noche, que se abrió con una silbatina generalizada para el himno italiano.

Antes de empezar, Juergen Klinsmann ya fue protagonista. El técnico teutón demostró una vez más su independencia y desarmó el debate de las últimas horas: ¿Kehl o Borowski en lugar del suspendido Frings?

Ballack la hizo de Frings

Ni Kehl, ni Borowski: los dos. Klinsmann situó a Borowski abierto por la izquierda, en el lugar que suele ocupar Schweinsteiger, y Ballack hizo de Frings, como peaje previo para el que quisiera llegar a la defensa.

Italia, en cambio, no sorprendió y fue fiel al esquema que se esperaba de Lippi, con Toni como único delantero neto, aunque eso no significaba en absoluto ceder a la ofensiva.

Totti se desdoblaba entre las asistencias de Toni y veloces incursiones propias, mientras el exquisito Pirlo y el incansable, aunque no siempre claro Camoranesi, llevaban peligro desde el mediocampo y por la derecha.

La defensa, segura y certera, con Cannavaro ejerciendo de sereno y eficiente líder, y Grosso y Zambrotta llegando al fondo por los costados.

Los primeros 20 minutos fueron de tanteo, pero cuando a los 21 Podolski, frente al arco, embocó a las nubes, comenzó a jugar el factor estadio: el delantero alzó los brazos pidiendo más aliento, más apoyo del público, que de tanto en tanto coreaban "Torsten Frings".

No sirvió de mucho, porque a partir de entonces llegaron los mejores momentos de Italia.

Una buena combinación al 23, entre Pirlo y Materazzi, que falló en el cabezazo, un tiro libre de Pirlo que despejó Klose, una penetración de Totti por la izquierda y la cancha inclinada hacia Lehmann.

A los 34 hubo alivio para Alemania: Klose se metió en la defensa azzurra y habilitó a Schneider, quien, libre de marca, lanzó una potente disparo que se fue muy cerca del travesaño.

Pero el cuadro italiano siguió creando peligro, y a los 40, Klinsmann, ya bastante enrojecido, explotó como no se le había visto en todo el torneo: amarilla a Borowski por una entrada desde atrás a un desprevenido Totti. El árbitro mexicano Archundia no se equivocaba, pero el público y Klinsmann prefirieron pensar que sí.

Italia había sido dueña de la pelota, había cometido menos faltas que Alemania y dispuesto de más y más claras oportunidades de gol. Nadie podía acusarla de amante del catenaccio, estaba buscando llegar a la final, y no que ésta llegara a ella.

El segundo tiempo se abrió con una posibilidad clara para Klose tapada por Buffon y un fuera de lugar por milímetros de Grosso.

Amarilla para Metzelder por falta sobre Toni y, un rato más tarde, la tercera oportunidad real para Alemania en el partido, con una media vuelta de Podolski, tras un pase perfecto de Schneider desde la derecha, jugada que terminó, como tantas otras veces, en las manos seguras de Buffon.

Entusiasmada, la hinchada alemana adaptó el cántico dedicado a los suecos ("ustedes son sólo repartidores de muebles") para hacerle ver a Ballack y compañía que sólo se enfrentaban a un mero rejuntado de "repartidores de pizza".

Algo pasaba con los italianos, que perdieron concentración y el balón, soltaron las marcas y Alemania se paseaba por el área azzurra con más frecuencia que antes.

Aunque al final quedaron en la cancha los tres ídolos del Borussia Dortmund: Odonkor, Kehl y Metzelder, el partido se encaminaba irremediablemente al tiempo extra y el juego se iba haciendo cada vez más violento. Amarilla para Camoranesi por falta a Kehl y final de los 90 minutos.

Iaquinta, delantero, entró por Camoranesi, dejando claras las intenciones de Lippi en el comienzo de la prórroga, que empezó con una Italia arrasadora: Gilardino entró por la derecha para quebrar la cintura de Ballack en el área chica y darle al primer palo. Treinta segundo más tarde Zambrotta sacudió el travesaño.

A los 104 Lippi metió a otro delantero, el veterano Del Piero, y sacó a Perrotta. Al rato Podolski cabeceó fuera una pelota que era más difícil errar que meter.

Neuville, delantero y socio de Odonkor, entró a los 111 por un exhausto Klose, e instantes después después Buffon protagonizó

 
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