Desfiladero
Fraude cibernético: la suprema evidencia
Matemáticos a la vanguardia de la lucha antigolpista
Bush, Zapatero, Vargas Llosa: el imperio contrataca
El pueblo votó como nunca; Fox no puede traicionarlo
Cinco semanas atrás, Desfiladero divulgó las razonables advertencias de un experto en computación cuyas ideas claras, sencillas y precisas alarmaron a distintos sectores de la sociedad. El especialista afirmó que dentro de las fuentes de información de las computadoras del Instituto Federal Electoral (FELIFE) podía haber unos algoritmos llamados "ponderadores" para reducir sistemáticamente los votos emitidos en favor de Andrés Manuel López Obrador. Fue la primera vez que se habló del peligro de un fraude cibernético.
La conmoción generada por esa voz de alerta dio origen a un "pacto" de no sé qué, sin importancia alguna, entre cuatro de los cinco candidatos a la Presidencia. Hoy, casi una semana después de los comicios, hay suficientes elementos de prueba, jurídicos y científicos, para demostrar que tanto en el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), que empezó a fluir el domingo, como en los cómputos distritales que se iniciaron el miércoles, se pusieron en marcha algoritmos que modificaron las cifras relativas a los votos de López Obrador para favorecer a Felipe Calderón.
¿Qué es un algoritmo? Es una fórmula matemática aplicada a una base de datos para que éstos sean distribuidos de acuerdo con un criterio específico. Esta hizo posible que desde que comenzaron a entrar al sistema los resultados de las primeras secciones, el PREP modificara, en muy pequeñas dosis, los resultados de las actas oficiales que los ciudadanos pegaban fuera de las casillas. Abrumadoras evidencias de ello se encuentran en el portal de Víctor Hernández, www.senderodelpeje.com, y en el del Plan de los 3 Puntos (ver).
La gente de inmediato habló de un "fraude hormiga", que la ayudó a entender la microscópica "ventaja" supuestamente obtenida "por" Calderón: robándose cinco votos en cada una de las 130 mil 500 casillas se lograba un botín de 652 mil votos, equivalente a más de un punto porcentual, esa primera diferencia que el FELIFE le atribuyó al panista. Pero mientras los de a pie entendíamos de tal modo la estafa del PREP, los matemáticos descubrieron que había casi 3 millones de votos perdidos, y que al menos 600 mil de éstos habían desaparecido en los estados en donde ganó López Obrador.
Sorprendido con las manos en la masa, el FELIFE respondió que sí, que esos casi 3 millones estaban guardados en 11 mil actas impugnadas. ¿Por qué no lo dijo antes el presidentito Luis Carlos Ugalde?
El segundo fraude cibernético se verificó en los conteos distritales y tuvo como eje otro algoritmo, que ya no pescó por sorpresa a los matemáticos. Algunos de éstos, pasadas las 18 horas del miércoles, predijeron con exactitud absoluta que la aparente "ventaja" de Andrés Manuel López Obrador se reduciría hasta que Calderón lo rebasara y le "ganara" por medio punto porcentual o 240 mil votos.
Para dejar constancia pública de este hallazgo incontestable, redacté una carta (que ya fue muy leída en distintos programas de radio) y le pedí al Víctor Hernández que la subiera a su Sendero del Peje. En la parte medular escribí: "Hace unos instantes (20:20) se aplazó la reunión del Consejo General del IFE. Ya sabemos que se va a reanudar oportunamente para que se produzca el 'repunte' que dará la 'victoria' a Felipe Calderón con 240 mil votos o medio punto porcentual".
Los hechos confirmaron la predicción matemática: el IFE cerró su conteo distrital dando como "ganador" a Felipe Calderón, por una "ventaja" de 0.55 por ciento (medio punto porcentual) o 236 mil votos. Con ese dato en la mano, volví a comunicarme al Sendero del Peje, y solicité disculpas por la imperdonable inexactitud de 4 mil votos. También dije que ante tamaña evidencia la televisión no podría seguir negando que México volvió a la triste época de los fraudes electorales.
el evangelio según marcos
Seis años atrás -me recuerda mi amigo Joaquín, de apellido Romo de Vivar-, Vicente Fox cacareaba que si Francisco Labastida no le ganaba por seis puntos no iba a reconocer su propia derrota. El pasado jueves, a las 4:06 de la madrugada, cuando en la computadora del FELIFE Calderón rebasó ¡por una centésima de punto! a López Obrador, la televisión comenzó a transmitir desde las oficinas del PAN la "fiesta de la victoria". Y 10 minutos más tarde, cuando aún se hallaba muy lejos de la ridiculez del medio punto, Calderón salió en plan de apoteosis a echar las campanas al vuelo.
Hay consideraciones elementales que millones de mexicanos se están haciendo. Si con todo el apoyo de Marta Sahagún y los aparatos de poder de la Presidencia de la República, la organización terrorista de ultraderecha, El Yunque, incluida entre ellos; si con todas las bases de datos de Hildebrando, el gigante informático que cuadriculó centímetro a centímetro el país para obtener el voto corporativo, redibujar los distritos electorales, borrar del padrón a electores incómodos, negar el voto a opositores en el extranjero, etcétera; si con todo el Consejo General del FELIFE dedicado a respaldar la guerra sucia del PAN, armar el fraude cibernético y preparar el golpe mediático; si con toda la televisión en abierta complicidad con el hombre de las uñas largas, silenciando las escandalosas denuncias de sus transas y los monumentales negocios de sus cuñados; si con todo eso y muchos, pero muchos recursos más, los dueños del país no pudieron fabricarle una "victoria" por lo menos creíble a Fraudelón, es que entonces no ganó el Señor de los Cuñados.
Para la ultraderecha salinista, que se resiste a entregar el poder, hay dos tareas cada vez más difíciles: una, impedir que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación acepte las legítimas impugnaciones de los abogados de López Obrador y reconozca que nadie, sino él, recibió los votos mayoritarios del 2 de julio. Y la otra, consolidar el golpe de Estado mediático, al que se sumaron, desde el exterior, el mismo domingo, los analistas económicos de la televisora CNN, encabezados por Alberto Padilla, que se dio el lujo de describirnos "las oportunidades de negocios que se abren para México tras la victoria de Calderrón". Esfuerzo al que luego se agregó calificando de elecciones "intachables" la comisión de la Unión Europea que vino encabezada por el aznarista español Juan Ignacio Salafranca, quien sin embargo ayer, antes de tomar el avión de regreso a su tierra, hizo suya la demanda de que se cuenten todos los votos, gesto de prudencia de última hora que contrastó, sin embargo, con las declaraciones pro calderónicas, proferidas también ayer por Mario Vargas Llosa, George WC Bush y José Luis Rodríguez Zapatero, que será muy socialista en Madrid, pero aquí defiende los intereses neocoloniales de Repsol, que quiere a Fraudelón para engullirse Pemex.
López Obrador, por el contrario, no ha perdido la calma ni los buenos modales. No ha pronunciado siquiera la palabra "fraude".
Por nuestra modesta parte, aquellos a quienes insultó al decir que "solamente los estúpidos creen en las elecciones", queremos rogarle al subcomandante Marcos que se abstenga de explicarnos el proceso electoral reciente. Ya trató de "abrirnos" los ojos, advirtiéndonos antes que nadie acerca del peligro que para México representaba Andrés Manuel López Obrador. Ya cumplió. Ya puede regresar a sus montañas. El pueblo salió a votar como nunca para tratar de tomar el poder en sus manos y usarlo como instrumento de transformación del país. El grave peligro es que le roben esa única y última esperanza quienes tienen secuestradas las instituciones. Lo único que no necesita es que hoy se ofrezca para defenderlo un salinista con cara de trapo que anda por todas partes acompañado de enormes fotografías de Stalin.
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