Usted está aquí: jueves 13 de julio de 2006 Política El privilegio de engañar

Martí Batres Guadarrama

El privilegio de engañar

La conciencia nacional se transformó. La ciudadanía ya no es la misma. La gente es más consciente, defiende sus derechos. Está más informada. La sociedad se organiza. En efecto, ya no es lo mismo que en 1988. Pero no todos han cambiado. Por desgracia, la televisión es la misma. Algunos llegamos a pensar que después del año 2000 la tele se abriría a la pluralidad, pero a la hora de la verdad el inmenso poder mediático de la televisión se utilizó como en el pasado: al servicio de la mentira, del odio, del poder, del dinero y del fraude.

Televisa tardó 30 años en reconocer que hubo una masacre de estudiantes en 1968. Todavía no termina de reconocer que hubo un fraude en 1988 y sigue invitando a Carlos Salinas de Gortari a sus celebraciones. Y no se ve dispuesta a reconocer e informar de las irregularidades de la elección del 2 de julio de 2006. En lugar de informar, asume un papel de defensora de oficio del PAN. Con la misma agresividad con la que defendió al usurpador Carlos Salinas de Gortari ahora defiende a su candidato: Felipe Calderón.

Desde antes del 2 de julio Televisa jugaba el juego de Acción Nacional, y todos sus conductores, uno a uno, preguntaban a Andrés Manuel López Obrador: "¿si pierdes vas a reconocer los resultados?" Curioso que al puntero de las encuestas le preguntaran si reconocería los resultados en caso de ser desfavorables, y que al segundo lugar no lo cuestionaran así. ¿Acaso Televisa ya sabía que de no ganar Felipe Calderón se haría un fraude electoral?

Desde la noche del 2 de julio Televisa pretende presionar a la gente para que reconozca un resultado que cada vez se cuestiona más. El Instituto Federal Electoral (IFE) escondió el conteo rápido que se comprometió a publicar y en la televisión nada se criticó. El IFE manipuló el Programa de Resultados Preliminares y la televisión no se dio cuenta. El IFE dijo que se había computado 98.5 por ciento de las casillas, aunque sólo llevaba 90 por ciento, y la televisión no se dio cuenta del error. Cientos de ciudadanos encuentran irregularidades en la pasada elección pero ninguno tiene acceso a la televisión.

Desde la noche del 2 de julio Televisa hace campaña para presionar a López Obrador a que reconozca a un supuesto ganador. Pero el proceso electoral aún no termina. El IFE no califica la elección, pero Televisa da a entender todos los días que ya hay un ganador. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación califica la elección y tiene de plazo hasta el 6 de septiembre, pero a la televisión le urge que se termine el proceso y todos acepten como ganador al señor Calderón.

¿Con qué autoridad moral, política, jurídica o histórica Televisa se asume como el máximo tribunal que califica y decide quién es el presidente? Ninguna autoridad tiene. Ninguna atribución. Ninguna razón. Jamás luchó por la democracia. Jamás defendió a quienes dieron su vida por el sufragio. Jamás la ley le ha dado esa facultad.

Televisa no tiene convicción democrática. Sólo defiende sus intereses. Finalmente la televisión es la gran ganadora del sexenio de Fox. Ya no tiene obligación de pagar el impuesto en especie de 12.5 por ciento porque Fox lo derogó. Ya tiene ahora su ley, la ley Televisa. Y por si eso fuera poco, la televisión se quedó con 70 por ciento de las prerrogativas de los partidos y hasta con más, porque incluso con deudas quedaron para pagar la onerosa publicidad televisiva.

Como en el pasado, como en el 88, de nada se informa uno viendo la televisión. Por mi parte, prefiero leer cada mañana La Jornada. Es el único espacio, y subrayo, el único que está desnudando el vergonzoso fraude electoral que Vicente Fox, el PAN, Elba Esther Gordillo y el IFE organizaron el 2 de julio.

 
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