Arrecia el ataque israelí en Líbano; 52 muertos
Ordena huir a pobladores del sur del país tras advertir que todo ''es un blanco''
Ampliar la imagen Un paramédico carga en Nabatiyeh el cuerpo de un niño libanés de la familia de Adel Akkash Foto: Ap
Beirut, 13 de julio. Toda la noche escuché los aviones que susurraban al sobrevolar el Mediterráneo. Durante horas se veían estas naves, como luciérnagas, vigilando Beirut; probablemente esperaban que amaneciera porque fue entonces cuando descendieron.
Primero fueron a la pequeña localidad de Dweir, cerca de Nabatiya, en el sur de Líbano, donde un avión israelí soltó una bomba sobre el hogar de un clérigo chiíta local. Lo mataron, al igual que a su esposa y a ocho de sus hijos. Uno quedó decapitado. Todo lo que se encontró de un bebé fue la cabeza y el torso, los cuales un joven furioso levantó delante de las cámaras de televisión. Luego los aviones visitaron otro hogar en Dweir y mataron a una familia de siete.
Fue un comienzo muy enérgico del día dos de la más reciente "guerra contra el terror" de Israel, conflicto que usa mucho del mismo lenguaje y algunas de las mismas mentiras que la "guerra contra el terror" de George W. Bush. De la misma forma en que "disminuimos" a Irak en 1991 y en 2003, pero ahora fue el turno de Líbano de ser disminuido.
Esto significa que una muerte no sólo física, sino económica, llegó al flamante y costoso nuevo aeropuerto internacional de Beirut poco antes de la seis de la mañana, al tiempo que pasajeros se preparaban a abordar vuelos a Londres y París.
Desde mi casa oí los F-16 que aparecieron de pronto sobre las nuevas pistas y dispararon una ráfaga de cohetes con la que levantaron 20 metros de asfalto e hicieron volar por los aires toneladas de concreto en una explosión masiva. Esto ocurrió poco antes de que un bote artillado israelí tipo Hertz disparara contra las pistas de aterrizaje. Dos de los nuevos Airbus de Middle East Airlines quedaron intactos, pero en minutos el aeropuerto quedó desierto, pues los pasajeros huyeron para refugiarse en sus hogares y hoteles.
Las pantallas dentro del aeropuerto contaban toda la historia. París: vuelo suspendido, Londres: vuelo suspendido, El Cairo: vuelo suspendido: Dubai: vuelo suspendido, Bagdad (por si alguien quería saltar de la sartén al fuego): vuelo suspendido. Por el sistema de altavoces del aeropuerto sonaba No llores por mí, Argentina.
Luego, los israelíes atacaron la estación de televisión del Hezbollah, Al Manar, y derribaron su antena con un misil, aunque sin lograr que saliera del aire. Este era un objetivo más comprensible, después de todo, pues Al Manar difunde propaganda del Hezbollah. Pero ¿será que en verdad todo esto tiene la intención de rescatar a los dos soldados israelíes capturados el miércoles? ¿O se trata de vengar a los nueve israelíes que murieron en el incidente? Ese fue uno de los días más negros en la historia reciente del ejército israelí, aunque no tan negro como para los 52 civiles libaneses que murieron en sólo 24 horas.
Una mujer israelí murió por un cohete que el Hezbollah lanzó contra Israel. Así que según el siniestro tipo de cambio en estos miserables conflictos, cada muerte israelí vale lo que tres libanesas, y de seguro esta tasa se volverá más sangrienta.
Por la tarde, las órdenes habían empeorado. Israel no quería "quedarse sin hacer nada". Ordenó a toda la población de los suburbios del sur -que albergan los cuarteles del Hezbollah- huir de sus casas a las tres de la tarde.
Algunos cientos de familias se negaron obstinadamente a irse de sus hogares, aunque los israelíes básicamente anunciaron que todo el territorio libanés se consideraría un posible blanco.
Si Israel bombardea los suburbios, rugió Hezbollah, lanzaremos cohetes Katiusha de largo alcance contra la ciudad israelí de Haifa. Uno de estos cohetes, al parecer, dañó la base aérea israelí de Miron, hecho que ocultaron los censores israelíes.
Todo esto aterró a los turistas del golfo de Líbano, que abarrotaron los caminos a Bhamdoun a bordo de sus autos compactos, hasta llegar a la seguridad en Siria para abordar, en Damasco, vuelos a casa. Otra pequeña muerte económica para Líbano.
¿Pero qué significan todas estas reclamaciones y amenazas? Durante la tarde, en mi casa, me dediqué a revisar mis archivos de declaraciones de los israelíes. Resulta que Israel amenazó con "no quedarse sentado sin hacer nada" (ocasionalmente, con "no quedarse parado sin hacer nada") en lo que respecta a Líbano en al menos seis ocasiones, en los últimos 26 años.
La más famosa de esas ocasiones tuvo como actor al ex primer ministro Menajem Begin, quien prometió que no se quedaría "parado sin hacer nada" mientras los cristianos en Líbano eran amenazados en 1980. Pero lo único que Israel hizo fue retirarse y abandonar a los cristianos a su suerte sangrienta, tres años más tarde. Los libaneses siempre son abandonados a su suerte.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, asegura que el gobierno libanés es responsable de los ataques en su frontera, que violaron la línea internacional el miércoles pasado. Pero Olmert, como todo el mundo, sabe muy bien que el débil y fraccionado gobierno libanés del primer ministro Fouad Siniora no es capaz de controlar a un solo miliciano, mucho menos a Hezbollah.
¿Qué no era este equipo de líderes políticos libaneses que fue felicitado por Estados Unidos el año pasado por sus elecciones democráticas y por haberse librado de Siria? Ciertamente, un hombre que ve -o mejor dicho, vio- a Bush como un amigo es Saad Hariri, hijo del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, quien construyó mucha de la infraestructura que ahora está destruyendo Israel y cuya muerte con toda probabilidad a manos de agentes sirios, supuestamente enardeció a Bush.
La mañana de este jueves, Saad Hariri llegaba por avión al aeropuerto de Beirut cuando los israelíes, aliados de Estados Unidos, llegaron a bombardear el aeropuerto. Su avión tuvo que dar la vuelta para aterrizar y buscar resguardo en Chipre.
Más puentes fueron destruidos en el sur de Líbano, al igual que varias estaciones de electricidad en el valle de Beeka. ¿Cuánto falta para que vuelen el viaducto en Sobar y destruyan los generadores en este verano hirviente, y se deshagan también de todo el sistema de telefonía móvil?
Mientras tanto, Occidente, el famoso Occidente que quiere democracia y libertad para todos los pueblos de Medio Oriente, ha hecho su habitual llamado a la "moderación", que es una cualidad que no ha hecho famosos ni a los israelíes ni a Hezbollah.
Asimismo, los estadunidenses llamaron "terrorista" a Hezbollah y Bush le echó la culpa de todo al gobierno sirio. Bush tiene razón, pero por motivos equivocados. También un vocero de la cancillería israelí culpó a Siria, pero no parecía muy entusiasmado ante la posibilidad de atacarla.
¿Por qué iba a estarlo? ¿Y por qué iba Israel a anunciar un "bloqueo marítimo" de Líbano para impedir que los "terroristas" reciban sus armas por mar, si se sabe que Hezbollah recibe por tierra sus cohetes provenientes -sí, así es- de Siria?
Lo particularmente aterrador este jueves fue el sentido implícito en todo el discurso. Líbano era el "eje del terror", Israel estaba "combatiendo el terror en todos los frentes". Por la mañana escuché parcialmente una entrevista con la radio australiana en la que un reportero israelí afirmó, con total falsedad, que en Líbano hay miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán y que no todos los soldados sirios han salido.
¿Y cuál es la razón de que Tel Aviv haya atacado el aeropuerto de Beirut, infinitamente seguro, constantemente monitoreado y que es usado por diplomáticos y líderes europeos; tan seguro como cualquiera en Europa? Porque, a decir de los dirigentes israelíes, el aeropuerto funcionaba como "un centro para la transferencia de armas y suministros a la organización terrorista Hezbollah".
Si los funcionarios israelíes en realidad quieren saber dónde está ese centro de distribución, deberían buscarlo en el aeropuerto de Damasco. Pero eso ellos ya lo saben, ¿no es cierto? Así, nuevamente se trata del terror, terror y terror de nuevo, y Líbano una vez más se muestra como el mítico centro del terror en Medio Oriente al igual que lo son, supongo, Gaza, Cisjordania, Siria, Irak, desde luego, y Afganistán. Quién sabe qué país sea el próximo acusado.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca