Usted está aquí: sábado 15 de julio de 2006 Opinión Un festival para Ernesto

Juan Arturo Brennan

Un festival para Ernesto

Taxco, Gro. Como tantos otros rincones de la deteriorada geografía nacional, Taxco ha cambiado mucho, para mal, en años recientes. El perfil colonial y su sabor de provincia son víctimas del exceso de ruido, del exceso de changarros, del exceso de peseras y de la falta de planeación y conservación. Aun así, Taxco conserva algunos atractivos, y en días recientes ha sido un buen escenario para el Noveno Concurso y Festival Internacional de Guitarra, organizado, dirigido y promovido por el guitarrista Juan Carlos Laguna.

Este año, el encuentro ha sido dedicado, con plena justicia, al guitarrista y compositor Ernesto García de León, quien es muy probablemente el músico mexicano vivo que más ha hecho por la guitarra y su repertorio, como lo demuestran su hoja de vida y su vasto y variado catálogo de composiciones para guitarra.

Además del ceremonial y el homenaje oficial, García de León tuvo una destacada presencia en el festival, principalmente mediante la inclusión de su música en varios de los conciertos programados. En el primero, dedicado íntegramente a su música, García de León compartió el escenario (en este caso la nave del templo de Santa Prisca) con su colega y amigo Michael Lorimer.

Las interpretaciones de Lorimer a la música de García de León fueron académicamente pulcras y correctas, mientras que el homenajeado, como era de esperarse, tocó su propia música con mayor pasión y profundidad. A destacar, su versión evocativa y conmovedora de su pieza Lugares lejanos.

El segundo concierto del festival estuvo a cargo de los dos jóvenes guitarristas que ganaron la versión anterior del concurso, César Lara y Robbin Blanco. Lo sobresaliente fue una fogosa versión de César Lara a la Sonata para guitarra Op. 47 de Alberto Ginastera. Siempre es una experiencia fascinante ver una ejecución de esta obra. Sí, eso escribí: ver. Porque la Sonata Op. 47 de Ginastera es una obra emblemática en lo que se refiere a la importancia capital de la gestualidad en la música contemporánea.

La tercera noche del festival estuvo a cargo del guitarrista y compositor bonaerense Máximo Diego Pujol, quien ofreció un excelente recital con obras suyas. Me parece que hay en el trabajo creativo de Pujol algunos elementos comunes con el de Ernesto García de León, por la manera en que ambos estilizan, depuran y decantan sus fuentes populares para crear una música que se arraiga en la tradición sin caer en el folclorismo ni en lo pintoresco. Por otra parte, Pujol es un guitarrista que posee una técnica de altísima calidad y una pureza de sonido que pocas veces se escucha en la guitarra en vivo.

El siguiente concierto estuvo a cargo, en su primera parte, del guitarrista mexicano Pablo Gómez, quien ofreció un programa sumamente atractivo por su variedad y amplitud: desde Weiss hasta Murail, desde Mertz hasta Francesconi, todo muy bien preparado y muy bien tocado. Además, Gómez incluyó en su recital una atractiva vertiente didáctica, que siempre es bienvenida, particularmente en circunstancias como las de este festival. Quedó demostrado, de nuevo, que Pablo Gómez es un muy buen guitarrista y un muy buen músico.

En la segunda parte, el italiano Simone Iannarelli tocó música suya, lúcida y transparente, con numerosos puntos de contacto con el jazz, y con una interesante capacidad evocativa. La técnica y la flexibilidad interpretativa de Iannarelli, también, de muy alto nivel.

El concurso de guitarra que es consustancial al festival convocó a 14 jóvenes guitarristas mexicanos (todos ellos hombres), de los cuales nueve pasaron a la semifinal (que incluyó tres obras de Iannarelli como materia de trabajo para los concursantes), y cuatro de éstos a la final.

El ganador fue el michoacano Juan Carlos López González, quien por coincidencia, triunfó con una aguerrida ejecución de la Sonata Op. 47 de Ginastera. ¿Qué tanta es la coincidencia? Resulta que de los anteriores seis ganadores del concurso de Taxco, cuatro de ellos tocaron en la final esta importante obra del repertorio guitarrístico de hoy. Además de esa ejecución triunfadora del joven guitarrista de Paracho, menciono entre lo más notable la ejecución del chiapaneco Iván Trinidad Sánchez Flores (tercer lugar, ex aequo) a la Elegía de Johan Kaspar Mertz en la semifinal, en mi opinión la mejor interpretación escuchada en las tres fases del concurso. Asimismo, muy apreciable el aplomo escénico y la musicalidad del neoleonés René Moreno Lehmann, quien obtuvo el segundo lugar del concurso.

 
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