El espectáculo cierra con un acto ecuestre, piedra angular del arte circense desde 1776
Evoca el show veraniego del Atayde los orígenes del circo moderno
Elefantas danzantes, el ingenio de Paquín Jr. y el perro Fromage, la destreza con aros de Dimitri y la temeraria habilidad de la rumana Marinof, también son parte de la magia que ofrece el grupo de artistas
Ampliar la imagen Las elefantas desfilan por el anillo mágico de la pista del Circo Atayde Foto: Carlos Cisneros
Reminiscencias de los orígenes del circo moderno son la base del espectáculo de verano del Circo Atayde.
Se trata de un número ecuestre en el que un par de percherones son la parte medular del último de 16 actos del programa de la temporada veraniega del circo más antiguo de México, pues fue fundado en 1888.
"Trabajamos casi un año para montar este acto, el cual se presenta poco en México", explica Federico Serrano, publicista del circo e historiador del tema, quien refiere que los números con equinos dieron origen al circo de redondel -de ahí la denominación-, cuando eran ejecutados principalmente por soldados europeos del arma de caballería, quienes así mataban el tiempo en sus horas libres.
Los caballos son manejados por Alberto Atayde, miembro de la tercera generación de estos cirqueros de prosapia; quienes suben, brincan y bajan con pasmosa habilidad de los jamelgos y pertenecen a la trouppe Nexus, de acróbatas argentinos.
Ha escrito Serrano que este acto fue, como quien dice, la piedra angular del circo, pues sostiene que en 1776 un sargento del ejército inglés, Phillip Ashley, descubrió que un hombre puede permanecer en equilibrio sobre el lomo de un caballo mientras éste galope o trote en círculo, acción que le ha dado identidad y destino al anillo mágico de la pista como espacio escénico distintivo y específico de las artes circenses.
Atayde, el manejador, tiene además otro acto con los emblemáticos caballos, en el que ocho palominos ejecutan una elegante coreografía.
Otros actos llenos de fantasía
Caballos aparte -no sin antes citar a Balzac, quien dijo que un artista ecuestre, en completo dominio de sus habilidades, era superior a las glorias de la ópera, el ballet o el teatro-, en el programa hay otros números con igual fantasía, claro ejemplo de ello son los reprisses del buen payaso mexicano Paquín Jr., quien con "diálogos" mudos, plenos de ingenio, participa con el perro Fromage, sin duda, otro actor que también se consagra en la pista.
Desde lo alto, la rumana Mihaela Marinof se recrea en las argollas con olímpica destreza; otro acto ancestral de las carpas. Dimitri, también de procedencia eslava, da vuelo a los aros de plástico, aquellos del hula-hula, que hace años hacíamos girar no sin dificultad en el cuello y la cintura, y que ahora, por causas abdominales y de vértebras descalcificadas, sería casi imposible hacerlo; él lo ejecuta con asombrosa facilidad.
De igual soltura es el acto del Rialcris trio, apolíneos colombianos, asombrosos equilibristas y pulsadores.
No podían faltar esos seres de arrugada y dura epidermis, que, dicen, nunca olvidan: las elefantas Tamy, Rosy, Clara y Safari, y que si se juntan sus años de edad suman más que los que tiene el circo -118-, pero siguen tan campantes haciendo sus giros bailables con las guapas integrantes del ballet a cuestas.
Olga Timichenko hace que el público se pregunte de dónde salen las sombrillas y los plumeros, si del cubo del que saca el sinfin de artículos está hueco. Y cómo es que en una fracción de segundo transforma su vestimenta.
Magia y sueños a los que únicamente el circo es capaz de transportarnos.
El Circo Atayde se ubica en Calzada de Tlalpan 855, frente a la estación Villa de Cortés del Metro. Las funciones son de lunes a sábado a las 17 y 20 horas. Los domingos a las 12, 16 y 19 horas, y su estadía culminará la última semana de agosto.