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Miscelánea poselectoral
"Pa' que se rían", desde la Comisión Federal de Electricidad
Sostiene Plaqueta: Ugalde en chanclas
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El jueves algunos empleados de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) estaban muy risueños. Gabriel Miranda Galindo envió a la licenciada Teresa J. Sánchez Sánchez ([email protected]) un mensaje electrónico titulado "Pa'que se rían", y ésta a su vez lo rebotó a una lista diversa de destinatarios. El cuerpo de la misiva es un chistorete en el que se compara el reciente partido de futbol entre Francia e Italia con las elecciones del pasado 2 de julio para ridiculizar a uno de los contendientes. Qué bueno que en las filas de la burocracia aparezcan brotes de sentido del humor, aunque sea un humor de corte marcadamente oficialista, porque de esa manera se contrarrestan la seriedad y el aburrimiento que campean por los despachos y cubículos del sector público.
Uno sabe bien que eso de "horas de trabajo" es un eufemismo tras el que se esconden momentos de sano solaz y esparcimiento, escapaditas para comer tortas, hacerse manicura o resolver a distancia cuestiones relacionadas con la escuela de los hijos. Es comprensible. También hay que mostrar un mínimo sentido de humanidad cuando alguien, en una oficina de gobierno, utiliza la línea y el aparato telefónicos pagados con el dinero de todos para chismear un poco con y sobre las amistades, para sostener una que otra escaramuza conyugal o para apartar boletos del cine. Y ultimadamente, aunque sean motivo de reproche, esos desvíos infinitesimales de tiempo de trabajo oficial y de recursos públicos son prácticamente incomprobables, en tanto no se perpetren de manera demasiado ostentosa. De modo que tal vez no esté tan mal que algunas sillas ejecutivas de la CFE se estremezcan levemente con las risitas de sus ocupantes cuando éstos intercambian chistes por correo electrónico.
Lo desconcertante es que a estas alturas del partido, después de tantas consignas sobre "rendición de cuentas", "eficiencia", "calidad total" y "transparencia", y a más de 10 años de la popularización de los servicios de Internet, correo electrónico entre ellos, algunos servidores públicos sigan siendo incapaces de entender que la cuenta oficial de e-mail que se les asigna no debe ser usada más que para asuntos directamente relacionados con su trabajo y que si quieren divertirse o dedicarse a actividades de propaganda para eso están el tiempo libre, las conexiones domiciliarias (las telefónicas o dial-up son muy baratas, en caso de que el salario no les permita contratar banda ancha), los cibercafés y las cuentas de correo que regalan Hotmail y Yahoo. Los correos que salen desde buzones con terminación .gob.mx están, van escritos, por así decirlo, en papel membretado de una dependencia pública.
Por eso se han dado casos incluso de funcionarios del Instituto Federal Electoral sancionados por enviar, desde sus cuentas institucionales, mensajes de proselitismo partidista. Hace dos o tres años un señor muy tonto de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que trabaja o trabajaba en el Servicio de Administración Tributaria (SAT), tuvo a mal dirigirme un texto lleno de insultos, redactado en horas de trabajo y desde su cuenta oficial de correo electrónico, en protesta por algo que escribí en estas páginas. No me ofendió que me mentara la madre ni que me dijera pinche pendejo puto y no sé qué más, sino que se gastara su tiempo (pagado con impuestos de todos) y los recursos de su oficina en cosas que habría podido hacer en su casa y en su computadora privada. Me limité a renviar su mensaje a las contralorías internas del SAT y de Hacienda y a la Secretaría de la Función Pública (SFP). El mensaje de la licenciada Teresa J. Sánchez Sánchez no contiene insultos sino un chiste, pero me parece que no le hace mal a nadie que el C.P. Ramón Gabriel Aguillón Ortiz, titular del órgano interno de control de la CFE ([email protected]), le eche un ojo al mensaje del que les platico y decida si está bien, o no, que algunos empleados de su dependencia estén enviando mensajes de humor político desde sus cuentas oficiales. Tengo la noción de que el propósito del organismo paraestatal (y el de sus funcionarios en tanto que tales) es generar electricidad, no causar risa, así que no difundiré la gracejada.
En vista del éxito obtenido por el tema del parkour (que tal vez no sea tan distinto al expuesto en la entrega de hoy), van aquí más imágenes de seres saltarines. Angel Plascencia Cárdenas encuentra relaciones entre el parkour y el "stencil", "el arte urbano de la disidencia por excelencia en ciudades como Buenos Aires y Barcelona", y ofrece rolar su investigación sobre el segundo tema, titulado "Stencil: una realidad distante en la urbe tapatía". Julio Jácome me reprocha el no haber mencionado en la entrega pasada a Jackie Chan, "precursor de ese arte nuevo" del parkour. Julio, es que el actor oriundo de Hong Kong tiene tanta relación con el parkour como Zinedine Zidane o como Xämät ulž, a quien el mundo llamaba Rudolf Nureiev: el que se muevan bonito no los convierte en traceurs. De todos modos, consigno algunas fuentes de información sobre el Chan:
http://www.portalmix.com/cine/bios/jchan.shtml
http://es.wikipedia.org/wiki/Jackie_Chan
http://www.20minutos.es/noticia/140045/0/Jackie/chan/borracho/
Juan Manuel Muñoz Cano, desde su laboratorio de medicina biomolecular en Villahermosa, envió a este buzón un poema alrededor de Lucy. Va: "el principio de la humanidad fue la palabra / el sonido asociado a la imagen / después vendría la idea / la conciencia tardaría en llegar un poco más // uno habría en un inicio, después el grupo / tiempo después toda la especie / preguntara aquello era entonces y en qué debería convertirse // salimos de las verdes llanuras africanas hace 35 milenios / haríamos ciudades hace cinco milenios / cuando salimos no éramos los únicos en mirar las estrellas / había otras bestias capaces de haber evolucionado así como nosotros / caminamos por Asia, llegamos a lugares donde ellos existían // allí los remplazamos // no hay recuerdos pero hemos podido saberlo por los genes / no hay linajes de antiguos mensajeros en actuales cromosomas que / no sean africanos // nunca sabremos por qué del África salimos // lo que hacíamos en ese continente en el centro de la tierra conocida / apartados por completo del océano / luego el mar aparece en todas las culturas / los griegos vivieron en el Mediterráneo / como las ranas rodean sus estanques".
Abrazos para Pauline B. de Maisner, Benjamín Ortiz Espejel, David Sánchez, Oscar Caramón, Sergio López, Miriam Guerra, Vivian y Maritza, y sostiene Plaqueta (Tamara de Anda, [email protected]): Ugalde en chanclas.
A estas alturas de de su sucia e implacable invasión arrasadora de changarritos de café chiapaneco orgánico, sería pura hipocresía y necedad negar que el maldito té chai del Starbucks me resulta irresistible. Por eso me reuní ahí con mi mamá para ir al mitin sabatino de la semana pasada. No éramos las únicas traidoras de la industria nacional que luego irían a congregarse para ver si alguien se enteraba de que queríamos un recuento de votos (gracias).
A media bebida "grande" (que en realidad es mediana, pero como que en esos establecimientos la nomenclatura de los tamaños está toda hecha bolas) apareció una vieja amiga de mi mamá, acompañada de otras chavas, todas rezumando entusiasmo. El frenesí no se debía sólo a su pérdida de virginidad marchística (nunca habían ido a una aglomeración del estilo), también era porque dos de ellas tienen el (dudoso) privilegio de vivir en el mismo edificio que una dupla de personajazos: Cuauhtémoc Cárdenas y Luis Carlos Ugalde. Al primero ya ni lo pelan, pero con el segundo traían una indignación tal que, teniéndolo tan cerquita, no podían quedarse así nomás.
Supongo que pensaron en fechorías vecinales como dejarle la basura afuera de su puerta, rayarle el coche o entrenar al perro para que orinara su tapete de bienvenida, pero quizá esas jocosidades no hubieran dejado claro mensaje alguno. Así que de plano le escribieron una carta (más claro, imposible) diciéndole, básicamente, que se pasaba de lanza permitiendo el desmadre poselectoral y que ya no la hiciera de jamón con el conteo de votos (con otras palabras, espero). Lo que a muchos nos gustaría decirle.
Su tirada era dejársela con la muchacha y luego salir corriendo, pero tómela, Ugalde himself les abrió la puerta. Me lo imagino bien sexy en pijama y chanclas.
-Espero que no te dé una hueva infinita leer esta carta que te trajimos -le espetaron. El aseguró que no, que cómo creían, que no le daba hueva, no no no. Ellas ya no se quedaron a corroborar si eran ciertas sus palabras, se hacía tarde para la aglomeración.
Para mí y para otros chingomillones de mexicanos, la imagen de Ugalde es la de un güey cachetón que habla en la tele y sale fotografiado en los diarios. O sea que no podemos ir a tocarle la puerta y preguntarle qué se trae. Pero ojalá que en una de esas nos pudiera decir, aunque sea así masivamente, que tampoco nuestros mensajes, en forma de carteles, marcha-mítines, consignas, e-mails, mensajitos en Internet, posts blogueros y otros medios, le dan infinita hueva. Y, aún más deseable, que hubiera una señal (aunque fuera chiquita) de que podríamos creerle, a él y al aparato que representa.
Pero mientras, órale, a la marcha.