Usted está aquí: domingo 16 de julio de 2006 Política Bolivia: la Constituyente y la ultra

Guillermo Almeyra

Bolivia: la Constituyente y la ultra

Como siempre, los movimientos sociales importantes están bajo el fuego de la derecha y también de la ultraizquierda, la cual quiere todo, ya, y además envuelto en celofán con un lindo moñito.

El Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales (que, recordémoslo, no es un partido clásico sino un partido-movimiento, un pool de sindicatos y organizaciones políticas y sociales) aumentó aún más sus votos con respecto de las elecciones pasadas y, con sus aliados, tiene la mayoría absoluta de las diputaciones en la Asamblea Constituyente (AC), aunque no los dos tercios necesarios, según la ley, para modificar la esencia de la Carta Magna. Que yo conozca, nadie, en ningún país del mundo, ha ganado elecciones con 77 por ciento de los votos, de modo que no obtener "nada más" que 60 por ciento no es una derrota sino una gran victoria para un dirigente que, contra Gonzalo Sánchez de Losada, apenas superó 20 por ciento y poco después fue elegido, tras históricas movilizaciones, en diciembre, hace medio año, con 54 por ciento.

Evo tiene hoy mayoría absoluta en la Asamblea Constituyente y consiguió hacer triunfar el NO al proyecto separatista, presentado como autonómico por la derecha en las regiones que ésta domina, pero donde el MAS tiene cerca de un tercio de los votos. ¿Cómo hablar entonces del "fin de la transición política en Bolivia" y dar por muerta a una fuerza que tiene tan buena salud, precisamente antes de la gran pelea con la derecha, en la Asamblea Constituyente y en la acción de masas? ¿Cómo creer que un país, como todos, complejo y dividido en clases, pobrísimo, casi sin obreros y en el actual entorno internacional, puede conseguir en seis meses algo más de lo que ya se obtuvo, es decir, la transformación total de las relaciones de fuerzas, de modo de colocar a la derecha, actualmente, a la defensiva y en la casi ilegalidad? ¿Quién puede asegurar -a menos que tenga bola de cristal- que el MAS no podrá realizar en la Asamblea Constituyente sino algunos "cambios menores" y creer que toda la disputa se dará solamente entre los diputados, y no entre quienes apoyan desde afuera a los diputados del MAS con sus luchas independientes, por un lado, y los diputados y las guardias blancas de la oligarquía, más los poderes de facto, nacionales e internacionales, del otro? ¿El pueblo boliviano no existe y entonces "una demanda nacida de los movimientos (...) quedará atrapada en los vericuetos de una burocracia estatal que tiende a consolidarse" (¡una nueva burocracia que se consolidaría en apenas seis agitados meses!)?

Hay que tener muy poca sensibilidad para no comprender el salto histórico que han dado los indígenas hoy en el gobierno y la descolonización de un país racista para decir que "el que la maquinaria estatal colonial quede cubierta de ponchos y polleras no modifica de modo sustancial los hábitos y modos" (del funcionamiento de esa nueva-vieja burocracia). Aunque el país sigue siendo capitalista y su burocracia estatal sigue siendo, por supuesto, un aparato atrasado y con intereses propios, precisamente los "ponchos y polleras" no sólo marcan un extraordinario cambio social sino que hacen irrumpir a los sectores populares en las instituciones y crean las condiciones para controlar esa burocracia y para desarrollar las fuerzas que la sustituirán.

¿Es verdad, además, que Evo Morales y Alvaro García Linera buscaban, como dice el título del reciente artículo de Raúl Zibechi, "el deseado empate técnico" y no una victoria? ¿Es verdad que utilizaron dicho supuesto empate "como coartada para señalar que la única salida era la electoral" y serían por consiguiente además de cínicos, traidores? ¿Era posible hace seis meses una salida insurreccional que ellos habrían impedido? ¿Es posible hoy esa salida? ¿Es verdad que por responsabilidad del gobierno del MAS "el momento insurreccional dio paso al momento institucional"? ¿Qué harán los rebeldes o los insurrectos de hace unos meses si Santa Cruz intenta su "autonomía" separatista, armas en mano, al no poder hacerla aceptar en la AC y si la derecha y el imperialismo intentan -como seguramente lo harán- ahogar al gobierno de Evo Morales? ¿Se quedarán de brazos cruzados porque Evo los habría ya castrado y desmoralizado? ¿Por qué el MAS obtiene ahora más votos populares que cuando accedió a la presidencia? ¿No habrá acaso una continuación de la rebeldía bajo la forma, no tanto de la institucionalización castrante sino de la legalización y conquista de nuevas posiciones de poder, no sólo en las instituciones sino a nivel de comunidades, de municipios, del territorio, de la cultura, de la conciencia y el orgullo de la gente común?

Antes, hace unos meses, los indígenas, con su fuerza, bloqueaban "los proyectos del poder" oligárquico. ¿Ahora podrá hacer lo mismo la oligarquía como dice el periodista mencionado? El hecho mismo de formular así las cosas debería demostrarle que no hay "un empate técnico" porque uno está más fuerte que el otro aunque la suerte de la guerra de clases no esté definida (ni lo esté tampoco la de la AC). Para quien ve solamente a los gobernantes y a sus oponentes escapa siempre el hecho de que los que votaron por el MAS para la AC ni le han dado un cheque en blanco ni han delegado su responsabilidad. Como reza el dicho, están "a Dios rogando y con el mazo dando", y la popularidad de Evo entre ellos no se debe a un supuesto atraso o a la ingenuidad sino al hecho de que Evo está al nivel de su propia decisión y cultura política, y de que se identifican mayoritariamente con él, lo ven peleando, aunque la ultraizquierda denuncie concesiones y traiciones porque en estos seis meses no transformó totalmente al país ni lo llevó directamente al socialismo.

 
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