La cifra de muertos libaneses llega a 227 por 24 israelíes desde el inicio de hostilidades
Las tropas de Israel volvieron a cruzar la frontera sur con Líbano
Por cada andanada de Hezbollah sobre Haifa hay una nueva escalada contra el país árabe
Ampliar la imagen En Haifa, Israel, un hombre gravemente herido es retirado de un edificio destruido por un misil de Hezbollah Foto: Ap
Kfar Chim, Líbano, 17 de julio. Surgió de los cielos como un meteoro enfurecido y se estrelló contra un camión y un automóvil, que derramaron combustible en el pavimento. ¿Un helicóptero israelí derribado por un misil de Hezbollah? ¿O era, como aseguran los israelíes, un contenedor que cayó de un avión militar y no llevaba nada más letal que volantes con propaganda dirigidos a los libaneses? De cualquier manera, cuando llegué al lugar la calle, los arbustos y árboles estaban en llamas, y en el asiento del vehículo sobre el cual dio aquel objeto estaba el conductor, decapitado en parte, mientras la vida se le escapaba en la sangre que le escurría por camisa y pantalones.
Regados en el pavimento había grandes trozos de metal, parte de lo que tal vez era una bomba de racimo y, sobre un montón de arena, lo que tenía un sospechoso aspecto de sierra rotatoria. En cambio no había panfletos, papeles ni instrucciones a los libaneses de parte del ejército que ha estado bombardeando este país desde hace seis días. Luego se oyó el ruido de jets israelíes y una gran explosión en una base abandonada del ejército y, lector, ¡vaya que corrimos!
En estos días nos la pasamos corriendo. Cruzamos a toda velocidad en automóvil por los suburbios del sur de Beirut, paraje fantasmal de escombros y miedo; pasamos por cráteres de bombas, con temor de que regresen los aviones. Salimos corriendo de Raouche cuando la tierra se estremece bajo nuestros pies. Luego -porque ésta es la vida de un reportero en Beirut- resoplamos como perros al correr hacia el vasto palacio donde el primer ministro libanés atiende los asuntos de Estado y donde los enviados de Naciones Unidas han llegado para traernos la Paz en Nuestro Tiempo.
Diálogo infructuoso
Bueno, tal vez. Resultó que el enviado especial de Kofi Annan fue Vijay Nambiar, hermano del ex comandante indio de la malhadada Unprofor en Bosnia, hombre que solía presentarse a las conferencias de prensa portando más medallas que Dwight D. Eisenhower, el comandante supremo aliado en la Segunda Guerra Mundial. Al parecer Vijay es un poco más humilde, aunque este lunes sospechábamos que tenía muchas razones para serlo. Había sostenido pláticas con Fouad Siniora, el primer ministro, y con su aún más ineficaz presidente del parlamento, Nabih Berri.
No se permitirían preguntas -mala señal- y un análisis del inmensamente aburrido comunicado de Nambiar no permitió abrigar mucha esperanza de un fin inmediato a las incursiones aéreas, los misiles asesinos, los montones de inocentes muertos y los vastos paquetes de mentiras que han caracterizado esta guerra sucia desde que Hezbollah cruzó hacia Israel, dio muerte a tres soldados israelíes y capturó a otros dos, el miércoles pasado. "Algunos primeros esfuerzos prometedores... primer paso... mucho trabajo diplomático por hacer antes que tengamos bases para el optimismo... consecuencias del fracaso serán graves... solución creativa... el tiempo es la esencia." Ay. "El tiempo es la esencia" era el lugar común favorito de la ONU cuando trató de imponer una autoridad afgana en 2002. Y todos conocemos la historia de éxito que ha resultado ser Afganistán.
Nambiar iba acompañado por los sospechosos de costumbre: Alvaro de Soto, el coordinador "especial" en Medio Oriente, dueño del acento más meloso de la ONU, y Terje Rod-Larsen, a quien algún día -oh, sí, algún día- le gustaría ser secretario general de la organización. Cuando partieron hacia Israel, Nambiar añadió: "como indican los acontecimientos, puede que sea necesario que volvamos a Líbano..." Ah, claro que sí, y la mayoría de nosotros tenemos una idea bastante aterradora de lo que serán esos acontecimientos: más misiles de Hezbollah contra Haifa, más bombas israelíes a bloques de edificios de departamentos en Beirut y más -mucho más- muerte.
El maravilloso comentario de George W. Bush a Tony Blair en San Petersburgo -"fíjate, la ironía es que necesiten hacer que Siria obligue a Hezbollah a parar esta mierda"- fue preciso por una vez, sobre todo en eso de la "mierda", pero "hacer" que Siria detenga a Hezbollah tendrá un alto costo. Y puede que Bush no se dé cuenta de eso.
¿Qué otra novedad hubo este lunes? Bueno, el ejército israelí volvió a cruzar la frontera -unos 30 metros- y luego se replegó tras su vulnerable alambrada en la frontera sur con Líbano. Jets israelíes dieron muerte a otros 48 libaneses e hirieron a 53, con lo cual la cuenta de muertes se elevó a 227 contra el total en ascenso de 24 israelíes. Así pues, la obscena tasa de cambio está ahora en más de nueve libaneses por cada israelí.
Un avión israelí -aunque algunos dicen que fue un proyectil disparado desde una lancha de combate- fue lanzado hacia el puerto de Beirut, lo incendió en parte y mató a dos trabajadores, y en otro ataque cerca de Trípoli perecieron nueve soldados libaneses. Por cada andanada de Katiushas en Haifa hay ahora una nueva escalada contra Líbano. Y por cada escalada contra Líbano hay una nueva ronda de misiles en ruta hacia Haifa, como de hecho volvió a ocurrir este lunes. La guerra, pues, es hoy "vuela mi ciudad y yo volaré una de las tuyas". ¿Acaso no fue eso lo que ocurrió en escala un poco mayor en una parte diferente del mundo entre 1939 y 1945? ¿Y funcionó?
Sigue el éxodo de extranjeros, entre otras razones porque varios de los muertos por los israelíes resultaron ser canadienses o brasileños de ascendencia libanesa. Una pequeña flota ha comenzado a llegar a Beirut de Chipre, ahora que casi todos los caminos que van a Siria han sido bombardeados. El ministro iraní del Exterior señaló que era posible un cese el fuego y un intercambio de prisioneros, y el gobierno libanés insinuó que mediadores italianos habían ya pasado mensajes de Tel Aviv a Beirut.
Parecía demasiado bueno para ser cierto, en especial cuando los israelíes acababan de ordenar a toda la población del sur de Líbano que abandone sus hogares. Líbano recibió con algo semejante a la sorpresa la sugerencia de Tony Blair de una fuerza de intervención. Después de todo, ¿acaso no hay ya una fuerza así en el sur del país, llamada Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano? Sin duda debería tener un componente británico, para repetir el estupendo desempeño del ejército británico en Afganistán y en Irak. Dios libre a Líbano de semejante éxito.
© The Independent Traducción: Jorge Anaya