Los profesionales del odio
Ignoro la identidad precisa de los "bulldogeritos" de la exposición organizada por el doctor Isaac Masri en los alrededores del Hemiciclo a Juárez. Por tanto, me niego a las hipótesis sobre qué organización de rufianes pudo haber sido. Sí, en cambio, intentar responder la pregunta clásica: ¿a quién beneficia una acción de este tipo, la haya ordenado o no? Sin duda, al clima de intimidación proyectado y dirigido por la derecha doctrinaria, un sector del empresariado, la agrupación conocida como El Yunque y los nuevos profesionales del odio contra los "peligros para México". Cualquiera de ellos pudo llevar a cabo la operación de arrasamiento, y recuérdese que también los fascistas empezaron como vándalos. Pero, de nuevo, no tengo derecho a especular. Sé de los auspiciadores desde la derecha del odio frenético, desconozco los nombres de los autores (por así decirlo) intelectuales de este atentado.
Repruebo también sin ambages las agresiones contra la camioneta de la profesora Elba Esther Gordillo o contra el señor Felipe Calderón. La violencia de cualquier índole no tiene que ver con el proceso democrático, aunque por violencia entiendo hasta ahora sobre todo la guerra sucia en las elecciones, que se prolonga hasta el día de hoy. También, condeno sin reservas la campaña aquí sí de panistas y simpatizantes de esa causa que rayan los automóviles con engomados o carteles a favor de López Obrador, la andanada de insultos en el correo electrónico (los que he recibido, sin que incluyan amenazas físicas, si se extenúan en la descalificación a ultranza de mi persona y en las descargas coléricas propias de esta etapa de la guerra fría revisited). Es típico de la operación que busca destruir a la izquierda ("el mismo rostro de la intolerancia y autoritarismo que caracteriza a la izquierda y que hoy representa López Obrador", afirmó en mayo de 2006 Felipe Calderón), y, además, corresponde plenamente a la mentalidad clasista en sus expresiones de mayor bajeza, casi las únicas que tiene. La destrucción de las piezas en la Alameda es parte de la voluntad de amedrentar. No triunfarán en su propósito, sean quienes sean los ejecutores porque, como mostró la movilización del domingo pasado, la actitud de esta izquierda es pacífica, racional y democrática. Millón y medio de personas marcharon y se concentraron sin un solo incidente.
Los grupos de porros y golpeadores no son ni podrán ser de la izquierda que emprende ahora la demanda jurídica y la resistencia civil (término y actitud, por cierto, que vienen de la izquierda, así los panistas quieran reclamarlos como suyos), y que pasen al estrado los de El Yunque a proclamar simultáneamente su inexistencia ("¿De qué Yunque me hablan?") y su inocencia ("No fue el Yunque, cómo creen").
Carlos Monsiváis