Usted está aquí: jueves 20 de julio de 2006 Opinión Un veto inoportuno y pasado de moda

Miguel Marín Bosch*

Un veto inoportuno y pasado de moda

Ante la escalada de violencia en Gaza, en Líbano y ahora en el norte de Israel, enfrentamientos que se han recrudecido estos últimos días, el consejo de seguridad de las Naciones Unidas se ha mostrado impotente. La razón de su parálisis es muy sencilla: Washington no quiere que la ONU se pronuncie sobre la situación en los territorios palestinos ocupados por Israel y mucho menos que se autorice el despliegue de una fuerza militar internacional en el sur de Líbano. Dicha fuerza fue sugerida hace unos días por el secretario general, Kofi Annan, y el primer ministro Tony Blair.

Hace ocho días Estados Unidos vetó un proyecto de resolución presentado por Qatar al Consejo de Seguridad sobre la creciente violencia e intervención militar en la franja de Gaza (los ataques israelíes contra Líbano y los misiles lanzados desde el sur de este país hacia Haifa ocurrieron después de que fuera presentado el proyecto de resolución).

Es obvio que una sola resolución del Consejo de Seguridad no va a resolver un conflicto que el Medio Oriente viene arrastrando desde hace 60 años. Pero al imponer una mordaza a la máxima instancia internacional en materia de mantenimiento de la paz y seguridad internacionales se está alentando a la violencia y degradando a la ONU. No cabe duda de que la llegada de Hamas al poder en los territorios ocupados ha complicado las cosas y quizás haya convertido al desaparecido Yasser Arafat en un dirigente que Israel quisiera volver a tener como interlocutor.

El texto de Qatar pedía la liberación de todos los funcionarios palestinos detenidos por Israel y exhortaba a Tel Aviv a poner fin a sus operaciones militares y al uso desproporcionado de la fuerza. Esto último es lo que más ha impactado a la opinión pública internacional. La respuesta de Israel ha sido la de intensificar el uso de la fuerza, incluyendo la destrucción de la infraestructura de Líbano.

El proyecto de resolución solicitaba a la comunidad internacional ayuda de emergencia para la población palestina, con el fin de aliviar la difícil situación humanitaria. También pedía al gobierno de Israel la restitución y mantenimiento ininterrumpido del suministro de combustible a Gaza, y "actuar expeditamente" para remplazar los equipos destruidos en la planta eléctrica.

A su texto original Qatar tuvo que agregarle una condena a todos los actos de violencia, terror y destrucción (alusión indirecta a los actos de agresión cometidos por palestinos en contra de Israel), así como sendas condenas explícitas al lanzamiento de cohetes desde Gaza hacia Israel y al secuestro de un soldado israelí por grupos armados palestinos. Ese secuestro fue lo que detonó la reacción militar de Israel.

Con esos cambios la propuesta de Qatar resultó más equilibrada y permitió que obtuviera el voto favorable de 10 de los 15 miembros del consejo (Argentina, Congo, China, Francia, Ghana, Grecia, Japón, Rusia y Tanzania, además de Qatar). Por razones difíciles de explicar, Dinamarca, Perú, Eslovaquia y Reino Unido se abstuvieron.

El único voto en contra fue el veto de Estados Unidos. El embajador John Bolton señaló que el texto hizo caso omiso del hecho de que las acciones militares israelíes fueron precipitadas por ataques de los palestinos y exigía "acciones sólo a una parte del conflicto de Oriente Medio, y no a la otra". Agregó que el proyecto de resolución era "inoportuno y pasado de moda". Bolton trató de justificar su opinión señalando que el día antes Hezbollah había secuestrado a dos soldados israelíes y había empezado a lanzar cohetes desde el sur de Líbano. La solución era fácil. Bolton pudo haber solicitado la inclusión en el texto de Qatar de un párrafo sobre lo ocurrido en la frontera norte de Israel.

Washington también ha insistido en que el grupo Hamas en Gaza y Hezbollah en Líbano no podrían llevar a cabo actividades militares sin el apoyo de Siria e Irán. Tanto Bolton como el propio George W. Bush han apoyado las acciones militares de Israel, insistiendo en que ese país tiene el derecho a defenderse. Sí -responde la comunidad internacional-, pero no de manera desproporcionada. La proporcionalidad es un principio de las leyes de la guerra. Cuando uno es atacado con un rifle no responde con armas de destrucción en masa.

Estados Unidos ha recurrido al veto en el Consejo de Seguridad en 97 ocasiones. Curiosamente no emitió su primer veto hasta 1970, es decir, un cuarto de siglo después del establecimiento de la ONU. Para entonces la Unión Soviética había echado mano del veto en 108 ocasiones. Cabe subrayar que desde 1970 Moscú lo ha hecho sólo 19 veces. De los 299 vetos que se han registrado desde 1946, 75 por ciento corresponden a Washington y Moscú. Francia es el miembro permanente que menos vetos ha emitido (18). Le siguen China (24) y Reino Unido (33).

El tema que más vetos estadunidenses ha provocado es precisamente la situación en Medio Oriente y los intentos del consejo de seguridad por condenar (o, cuando menos, criticar) algunas actividades del gobierno israelí. Lo ha hecho en 42 ocasiones, sobre todo en la década de los años ochenta. Ese total equivale a más de 40 por ciento de todos sus vetos.

Siguen los cohetes lanzados desde Líbano que alcanzan las zonas residenciales de Haifa. Siguen también las incursiones terrestres de Israel en Líbano y sus igualmente indiscriminados ataques aéreos. La evacuación de extranjeros se ha intensificado en Líbano, país que, al parecer, vuelve a sufrir por los actos cometidos por otros.

El pasado jueves en el Consejo de Seguridad lo que resultó inoportuno y pasado de moda fue el veto de Estados Unidos.

* Ex subsecretario de Relaciones Exteriores y director del Instituto Matías Romero

 
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