La visión de los trabajadores
¿ Y ahora qué sigue? , es la pregunta que se formulan muchos trabajadores frente al nuevo escenario sindical, provocado esencialmente por la reciente jornada electoral y el embate gubernamental y empresarial en contra del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM).
En unos cuantos meses hemos presenciado un reacomodo gremial imprevisto, sin que pueda afirmarse que el mismo haya concluido, en virtud de tratarse esencialmente de definiciones de carácter cupular que no cuentan con el debido consenso de la base trabajadora. De cualquier manera, es un proceso inédito que debemos acompañar; sería deseable que el cambio gremial favoreciera procesos unitarios en donde los trabajadores generaran agendas comunes sin embargo, esta posibilidad es aún lejana en la medida en que no avance la democratización que permita a los trabajadores elegir libremente a sus representantes y decidir el destino de sus gremios.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la organización gremial más numerosa del país, con cerca de un millón de afiliados y columna vertebral de la recién formada Federación Democrática de Sindicatos de Servidores Públicos (Fedessp), ostentó durante muchos años, al menos formalmente, una ideología liberal defensora del laicismo; sin embargo, contrario a estos principios, en la pasada jornada electoral apoyó abiertamente al candidato presidencial del Partido Acción Nacional (PAN). Las consecuencias de este viraje son aún inciertas; por ahora se ha justificado por el conflicto al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y su rechazo a la candidatura de Roberto Madrazo.
El otro gigante sindical, titular del contrato colectivo de trabajo de mayor alcance en el país, que representa a cerca de cuatrocientos mil trabajadores en el Instituto Mexicano del Seguro Social, transitó por una vía diferente alejándose del PRI por haber promovido la reforma a la Ley del Seguro Social en agosto de 2004, misma que cancelaba la pensión contractual a los futuros trabajadores de esa institución. El cambio de este sindicato hacia una agenda progresista es compatible con su materia de trabajo y la vocación social de muchos de sus agremiados.
No menos sorprendente ha sido la transformación en el seno del Congreso del Trabajo (CT). Durante mucho tiempo, fue considerada la organización cúpula que representaba al movimiento obrero organizado e interlocutora privilegiada en la concertación oficial de los llamados sectores de la producción. Este organismo ha sufrido un abandono paulatino, convirtiéndose hoy en una organización menguada alrededor de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), quienes comparten las mismas siglas, están distanciados a raíz de la reciente elección de Joaquín Gamboa Pascoe como secretario general de la CTM.
El proceso electoral y la guerra declarada por el gobierno federal en contra del sindicato minero, y la disputa por la dirección de este organismo, terminó de dividir al CT ocasionando la deserción de varios gremios, entre ellos la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), segunda en importancia después de la CTM, y la Confederación Revolucionaria Obrera Mexicana (CROM), quien fuese a principios del siglo pasado la primera central obrera de nuestro país. Una clara muestra de la debilidad del CT es su acercamiento a la Alianza Sindical Mexicana (ASM), reciente asociación integrada por sindicatos controlados por empresarios regiomontanos y otras escisiones poco calificadas de otras centrales y que se ostenta como el brazo obrero del PAN. El pasado primero de mayo esta central fue presentada en sociedad en un evento apadrinado por el Presidente de la República en Los Pinos.
Mala noticia para el proceso de democratización que requiere nuestro medio laboral, el que Felipe Calderón haya elegido para su primer acercamiento sindical a este grupo. No hay que olvidar que como antecedente el gobierno del presidente Fox canceló toda posibilidad de avance en materia de modernización sindical -por supuestas razones de gobernabilidad- al cobijar al sindicalismo más atrasado y corrupto del país. La simbología es hoy mayor por la presencia de Elías Morales, líder impuesto en el sindicato minero metalúrgico precisamente un día después que la Comisión Nacional de Derechos Humanos implicaba en los sucesos de la mina Pasta de Conchos a la empresa Minera México y a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Hasta ahora no se ha dimensionado la grave responsabilidad en que incurre la Presidencia de la República al utilizar todo el peso del Estado en contra de esta organización sindical. El gobierno ha dedicado toda su energía en los últimos cinco meses a desgastar, desmembrar por abajo, cazar por la vía penal a su dirigente, imponiendo sección por sección líderes al gusto empresarial y encarcelando a los que se oponen. La acción represiva contra el sindicato minero quedará como una de la páginas más negras de nuestra historia laboral.
Buena parte de la población que hoy se moviliza en el proceso poselectoral son los trabajadores que han luchado por la democratización de sus sindicatos, reclamando respeto al voto, transparencia y posibilidad de impugnación cuando éste es violado. Por ello, muchos coinciden en la protesta y exigencia de aclarar el resultado del proceso electoral presidencial. También están acostumbrados a respetar el resultado final de una jornada limpia y concertar, aun con sus adversarios, los temas de beneficio mutuo.
Concluida esta etapa de contienda política, la lucha por la democratización sindical deberá ser más profunda. La sociedad entera y los trabajadores exigen un cambio de reglas a favor de un sindicalismo auténtico. Después de esta larga jornada ciudadana las cosas no podrán seguir como antes.