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Basílicas, mezquitas, fuertes
Las ciudades duran más que los países
El turno de los lectores
Ampliar la imagen Santa Sofía
Ampliar la imagen Ruinas en San Juan de Acre
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Santa Sofía es un sitio grande, acaso el más grande de los espacios cupulares creado, hasta ahora, por los humanos. Decorado con murales de mosaico y lleno de velas, velos, pendones, humos de incienso y música, hubo de ser espectacular. Pero los musulmanes llegaron a Constantinopla, destruyeron los murales, tiraron el decorado cristiano a la basura y grafitearon los muros con su consigna austera: "¡Viva Alá, cabrones!" Hoy sigue siendo una edificación grande pero es un espacio vacío. No alcanzan a poblarlo, ni de lejos, el ronroneo de los turistas ni el discreto vaivén moderado de unos fieles islámicos que, después de tantos siglos, parecen avergonzados e incómodos por la usurpación. Santa Sofía es un recordatorio monumental y silencioso de los cristianos ausentes.
Un milenio después de la consagración de esa Megale Ekklesia, el sultán Ahmet I, tal vez celoso de la trascendencia constructiva de Justiniano, ordenó al arquitecto Mehmet Aga que edificara, en los alrededores de Topkapi, el más fastuoso templo de la Uhmah. El designio era empequeñecer las dimensiones y la majestad de la basílica próxima. En ese sentido la obra fue un fiasco, porque la cúpula de la Mezquita Azul no logró sobrepasar la proyectada, diez siglos antes, por Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto. En la perspectiva de esa competencia histórica, la iglesia islámica es una imitación de nuevos ricos, una baratija, una insolencia más propia de narcotraficantes que de constructores de naciones.
Ciertamente, la mezquita brilla por su esmero, por su preciosismo, por sus 21 mil 43 azulejos fabricados, uno a uno, en los talleres del palacio real. La luz interior es poderosa y diáfana, y el edificio proyecta una ligereza y una frescura que se imponen al penetrante olor a patas, consolidado a lo largo de centenares de generaciones de peregrinos y asentado en las alfombras hermosísimas y raídas, y hasta en las partes perdurables de la construcción.
Ahmet I perdió la partida porque quiso rivalizar con Justiniano, sin saber que éste, mil años antes -cuán vasto es el poder de la ausencia-, competía con Dios.
http://www.arqhys.com/basilica-santa-sofia.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Ca%C3%ADda_de_Constantinopla
http://www.turquiareal.com/mezquitaazul.htm
http://www.arqhys.com/mezquita-azul.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Antemio_de_Tralles
http://enciclopedia.us.es/index.php/Isidoro_de_Mileto
Traigo a colación las líneas que anteceden, escritas en una vieja servilleta, ahora que las bombas israelíes caen por enésima vez sobre la fortaleza de Shqif Arnun, en un camino de Nabatiyah, y cuando los misiles de Hezbollah impactan en Akko, la vieja San Juan de Acre, que en sucesivas guerras pasó de manos asirias a macedonias, egipcias, romanas, árabes, templarias, turcas, napoleónicas e inglesas, y que hoy por hoy se encuentra bajo el dominio de Tel Aviv. Las ciudades son más perdurables que los países y sería bueno que los gobernantes asesinos de civiles -sultanes, reyezuelos cruzados, primeros ministros israelíes- extrajeran de ello una lección de humildad.
Para volver a Estambul: la usurpación de un templo -escribí en febrero- es una acción execrable. Salvando siglos y distancias, la Mezquita de Córdoba y la Basílica de Santa Sofía se miran en el espejo. La destrucción de iglesias del enemigo es algo peor, porque ofende a los creyentes en su Dios y, de manera mucho más directa, en su vida comunitaria, en sus sueños y en su manera de vivir la vida, el amor, el perdón y la muerte.
http://en.wikipedia.org/wiki/Nabatiye
http://es.wikipedia.org/wiki/San_Juan_de_Acre
http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1070.htm
http://www.jornada.unam.mx/2006/02/28/034a1mun.php
http://www.derf.com.ar/despachos.asp?cod_des=92803&ID_Seccion=22
http://www.elmundo.es/elmundo/2006/07/21/internacional/1153498659.html
http://www.elpais.es/articulo/elpporint/20060720elpepiint_5/Tes/ONU/cree/pueden/existir/crímenes/guerra
Un día de éstos buscaré auxilio en alguien menos inculto que yo y le preguntaré si el nombre de la bombardeada Nabatiyah libanesa toma su nombre, o no, de la vieja cultura nabatea que floreció en tierras de la vieja Palestina y de la actual Jordania. Y antes de pasar al turno de los lectores, un aviso: se publica en el blog de esta columna una vieja obra conjunta de Rafael Barajas (El Fisgón) y el suscrito: 5 Aminoguanas. Provecho.
http://www.proel.org/alfabetos/nabateo.html
Dice Adolfo Lozano: "Esta semana, en Oklahoma City, varios mexicanos (ignoro cuántos), con trámite regulatorio en proceso desde 2001, fueron sacados de sus casas en medio de la noche e internados en la cárcel, continuando con este guión negado de intimidación a nuestra gente que lucha por sobrevivir fuera de una patria que le niega este elemental derecho. Sé de una chica que ya fue deportada, después de convencerla amablemente de que firmara su repatriación "voluntaria". ¿Alguien tiene más datos de esta canallada? Por cierto, la comunidad mexicana en Oklahoma City es antigua y arraigada, y ya en 1914 tenía su propio periódico en español.
http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/136/13602601.pdf
Sobre la navegación anterior, dedicada a un Rambler, Manuel Servín Massieu comparte nostalgias y recuerda dos ejemplares célebres de esa marca: "el auto del segundo grupo de asesinos, en el caso de John F. Kennedy, y su asociación con Miguel Nazar Haro, plenamente reconocido como agente de la CIA y protegido por la misma agencia cuando lo detuvieron en San Diego en 1982 por un significativo robo transfronterizo de autos; ¿andará en México esa famosa Rambler?" Sepa, querido Manuel. Sólo puedo asegurarte que el mío no fue utilizado en el asesinato de Dallas, porque era modelo muy posterior, ni estuvo involucrado jamás con Nazar Haro.
www.acorn.jfkplace/09/fp.back_issues/17th_issue/rmblr94.fp.html
http://www.acorn.net/jfkplace/09/fp.back_issues/17th_Issue/rmblr_frwrd.html
Me han reportado que el chistecito político del que les hablé el jueves sigue siendo enviado desde direcciones electrónicas oficiales. Dos ejemplos: [email protected], que pertenece a Ricardo Mimiaga Padilla, y [email protected], que está a nombre de Natalia Dolores Franco López.
Gracias también a Fabio Jiménez, Antonio Rocha y José Carrillo Cedillo por sus mensajes, y le dejo el micrófono a Jimena Lieja, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, quien escribió lo siguiente:
"¿Cómo es posible que una maquinaria tan cara y sofisticada -construida, entre otras cosas, para superar el rendimiento del proceso artesanal de conteo voto por voto- no disponga de un mecanismo de autoevaluación y autocalificación capaz de determinar el grado máximo de confiabilidad de los resultados obtenibles mediante su empleo? El 100 por ciento de confiabilidad que se lograría, por ejemplo, cuando en una asamblea de 101 accionistas el ganador resulta que acumuló 51 de los 101 papelillos echados en una chistera, es obviamente inalcanzable en un proceso electoral de grandes dimensiones. Muchos factores, lo mismo materiales que humanos, vuelven ineludible cierto grado de imprecisión: la incapacidad de las casillas para acercarse al máximo número de votantes posibles, la exclusión circunstancial de muchos, la ineficiencia más o menos frecuente de los contadores y empacadores de las boletas electorales, etcétera. Se trata de una limitación real e irremediable que el aparato del IFE pretende reducir al mínimo con sus recursos técnicos y cuyo inevitable remanente debería estar perfectamente detectado y cuantificado. ¿Es de 10 mil o de 100 mil o de un millón de votos, o de uno, cinco o 10 por ciento de la votación el margen de imprecisión comprensible y justificable en los resultados obtenidos por su intermedio? Un defecto técnico, como esta ausencia de un mecanismo autoevaluador en el aparato de recepción y conteo de votos del IFE, puede tener consecuencias muy peligrosas. El empecinamiento irracional del PAN en desechar el recurso del conteo voto por voto con la ayuda de calculadoras elementales -capaz de eliminar el exceso de "incertidumbre democrática" provocado por la diferencia casi imperceptible de 0.5 por ciento de votos que habría en favor de su candidato- es un capricho que puede llevar a escenarios muy poco recomendables para una sociedad que no quiere pasar a un autoritarismo desenmascarado. De haberse dispuesto de una autocalificación del IFE y sus recursos tecnificados (computarizados), que según todo lo indica habría estipulado un margen de falibilidad menor que el de 0.5 por ciento, la irracionalidad de ese empecinamiento sería fácil y legalmente demostrable. Porque, junto a esa autocalificación, habría venido necesariamente la indicación de que toda diferencia de votos menor al margen de error en el conteo debe indefectiblemente comprobarse y adquirir legitimidad mediante el recuento artesanal de todos los votos, uno por uno".