Bajo la lupa
La "doctrina Halutz" en Líbano: el "síndrome del mosquito" y la bomba nuclear
Ampliar la imagen Un vehículo blindado israelí cruza la cerca en la frontera con Líbano en las proximidades del poblado israelí de Avivim, ayer FOTOAp
Prosigue la guerra global de la dupla Cheney-Rumsfeld y su gran aliada, la otra dupla Netanyahu-Olmert, para crear un caos global que perjudique a sus adversarios y encubra la quiebra financiera de Estados Unidos, que está perdiendo el control energético en Eurasia.
En medio de los dos frentes que abrió Israel (en Gaza y el sur de Líbano) como represalias desorbitadas, Etiopía, apuntalada por la dupla anglosajona y por el Estado israelí, invadió sin ningún ruido a Somalia, un país del Cuerno de Africa donde los insurgentes islámicos instauraron las leyes coránicas de la Sharia (PINR, 18/07/06, y Le Monde, 21/07/06). Según Pravda (19/07/06), Turquía, en imitación de Israel, se apresta a invadir el norte de Irak, para erradicar a la guerrilla de los kurdos.
Nada de qué sorprenderse: todo ya había sido escrito en el muro bélico hace 14 años por Paul Dundes Wolfowitz, el israelí-estadunidense considerado el líder de los neoconservadores straussianos (Michael Lind, antiwar.com, 10/04/03), en su Guía de planeación de defensa (18/02/92), que fue filtrada al público por The New York Times (07/03/92). En la Guía colaboró Scooter Libby, segundo de Dick Cheney, obligado a renunciar para enfrentar a la justicia de Estados Unidos por actividades criminales.
Cuatro años más tarde, la "doctrina Wolfowitz" se trasplanta en la "Ruptura limpia (sic): una nueva estrategia para asegurar el reino", del entonces primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, del partido Likud, retomada por el Instituto de Estudios Avanzados de Estrategia y Política (IASPS, por sus siglas en inglés), conglomerado de israelíes-estadunidenses con altos cargos en el gobierno de Estados Unidos y aliados de la dupla Cheney-Rumsfeld que controla al influyente American Enterprise Institute (AEI), como Richard Perle, James Colbert, Charles Fairbanks, Douglas Feith, Robert Loewenberg, David Wurmser y Meyrav Wurmser, quienes reclamaban la "ruptura" (de Estados Unidos e Israel) con las fracasadas políticas de "paz por tierra", que serían sustituidas por un nuevo énfasis geopolítico e hipermilitar en las realidades del "equilibrio del poder", más dependiente en sus actos y en sus recursos del gobierno de Estados Unidos.
Un año después, el "documento Netanyahu" es dimensionado a todo el "gran Medio Oriente" por el Proyecto del Nuevo Siglo Estadunidense (PNAC, por sus siglas en inglés), cuyo fundador es el israelí-estadunidense William Kristol, mandamás de la revista Weekly Standard y gran aliado en México de los antidemócratas y filoplutócratas Krauze (padre e hijo, Enrique y León). Los neomoabitas neoconservadores straussianos (congregados en el IASPS, el PNAC y el AEI), quienes conforman la santa alianza paleobíblica entre Estados Unidos e Israel (los "cristianos sionistas"), previeron en forma omnisciente, con cuatro años de anticipación, los atentados del 11 de septiembre: la necesidad de "un evento catastrófico y catalizador" como coartada para aplicar su proyectada política irredentista unilateral de "guerra preventiva", la "doctrina Bush", cuyo arquitecto fue Paul Dundes Wolfowitz (anterior subsecretario del Pentágono, con Rumsfeld, y ahora director del Banco Mundial), quien experimentó sus alucinantes teorías en las guerras en Afganistán e Irak.
En el intervalo de la "doctrina Wolfowitz" de hace 14 años, hasta su sucedáneo, la "doctrina Bush" de hace cuatro años, PNAC promovió la invasión unilateral e ilegal a Irak, mientras el "documento Netanyahu", en colaboración con IASPS y AEI, diseñó los operativos militares "disuasivos" de Israel en lo que queda de Palestina, Líbano y Siria, con el objetivo de balcanizar y vulcanizar el "gran Medio Oriente".
A un trimestre de las elecciones en Estados Unidos y en el contexto del derrumbe tanto de su sistema financiero como de su unipolaridad geoestratégica, cuando el Partido Republicano corre el riesgo de ser castigado en las urnas, la dupla bélica Cheney-Rumsfeld, aliada de los neomoabitas neoconservadores straussianos y los halcones del ejército israelí, incendia la costa oriental del mar Mediterráneo para propalar el espectro de "una tercera guerra mundial", según la cosmogonía de Newton Leroy Gingrich (The Guardian, 20/07/06), anterior líder camaral del Partido Republicano, e incondicional de Israel, con tal de perpetuarse en el poder e impedir la defenestración (impeachment) de Baby Bush y, de paso, detener el ascenso de Irán.
BBC (21/07/06) comenta que la destrucción deliberada de la infraestructura de Líbano lo "ha retrocedido 50 años, con toda su reconstrucción destrozada".
Mientras se asienta la "iraquización" de Líbano, es decir, la "guerra asimétrica" entre la aviación de Israel, la más poderosa del mundo, según la revista de defensa británica Jane's, y su omnipotente ejército convencional, dotado de una panoplia tecnológica de ensueño, frente a los guerrilleros rupestres del grupo chiíta Hezbollah, Unicef reporta medio millón de desplazados, y se espera otro tanto de la región chiíta del sur de Líbano. Estamos hablando de un millón de refugiados, que padecen hambruna en un país de menos de 4 millones de habitantes, que viven en un exiguo territorio de 10 mil kilómetros cuadrados. Es como si el equivalente a 25 millones de mexicanos hubieran sido desplazados a la zona metropolitana. De tal magnitud es la tragedia humana en Líbano, totalmente bloqueado por cielo, mar y tierra, lo cual no inmuta al teniente general Dan Halutz, jefe de estado mayor del ejército israelí.
The Guardian (16/07/06) devela la "doctrina Halutz", que radicaliza la estrategia israelí "relativamente predecible" que se basa en una "masiva ayuda foránea y en una respuesta vigorosa, implacable (sic) e inmediata a cualquier amenaza". Para Halutz, el "halcón jefe de estado mayor, el ataque de Hezbollah ofreció una oportunidad (¡sic!) con el fin de restaurar el factor de disuasión", es decir, aplicar el máximo castigo de represalias a la mínima provocación. Es la metáfora del "síndrome del mosquito": con el fin de acabar a un mosquito, en este caso erradicar a Hezbollah, Halutz lanza una bomba nuclear para matarlo, no importa que aniquile a su alrededor a los civiles y destruya la infraestructura de un país, lo cual catalogan como "daño colateral". Tampoco parecen inmutarle las muertes de sus connacionales al mayor general Udi Adam, a cargo de la región norte de Israel, castigada por los sorpresivos cohetes rústicos de Hezbollah, quien afirmó que "Israel se encontraba en guerra y que si la vida humana era importante, ya habría tiempo de contar (sic) a los muertos" (Haaretz, 22/07/06).
La crueldad atroz de la "doctrina Halutz" y su "disuasión maximalista" rebasa el concepto de "guerra justa" de San Agustín de Hipona en el siglo IV (la reacción debe ser proporcional al ataque) y constituye la prolongación bárbara de la "doctrina Wolfowitz" y su sucedáneo, la "doctrina Bush", que enaltecen la "guerra preventiva", la cual lleva en su contabilidad desde el 11 de septiembre la destrucción literal de cuatro países de la región (Afganistán, Irak, Palestina y Líbano) para instalar la "democracia, la libertad y los derechos humanos". Más lo que falta.