Usted está aquí: domingo 23 de julio de 2006 Opinión A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

De cuentos y recuentos

El equipo de Felipe Calderón ha optado por reaccionar a lo que hacen y dicen Andrés Manuel López Obrador y los suyos. No es maliciosa invocación de la palabra reaccionario. Eso han hecho y el espectador no comprometido mal puede explicarse por qué le han dejado toda la iniciativa. Al de Tabasco le bastó levantarse temprano para dictar la agenda política a una prensa obsecuente y una oposición indolente.

Entabló diálogo directo con el que había sacado al PRI de Los Pinos. No digo entre pares porque esa vía la exploró Porfirio Muñoz Ledo en el laberinto de los tránsfugas. Vendría el desafuero que en el imaginario popular "no pudo ser porque el pueblo se levantó y marchó." Vicente Fox oyó el clamor de los movilizados y ordenó posponer la acción judicial para las calendas griegas. Lo que llegó fue el ocaso del 2 de julio. Entre las brumas de la pomposa desinformación se diluyó la figura del señor Ugalde: no se hizo pública la cuenta rápida por motivos racionales que el imaginario tradujo a manipulación mediática. Eso y las sombras de un misterioso algoritmo que recorrieron las redacciones de los diarios y opacaron las luces del ágora electrónica.

Vendría la reacción imperdonable y predecible. López Obrador madrugó, aseguró que respetaría el resultado y atendería el dictado de las instituciones, pero que según sus cuentas él había ganado. Ni tiempo hubo de reivindicar los 500 mil votos de ventaja presumida. Reaccionó Felipe Calderón y de inmediato apareció ante las cámaras de televisión para decir que respetaba las instituciones y aceptaría el resultado final, pero que él ya había ganado. Dos que proclaman su respectiva victoria y la intolerable duplicidad colonial: "se acata pero no se cumple". Con todo respeto, como gustan decir, pero esa duplicidad desquició el orden institucional. Acción y reacción en sucesivas oleadas.

Andrés Manuel López Obrador en su elemento, ante la multitud movilizada y los medios mesmerizados: He aquí las pruebas irrefutables del fraude, pero no pido que se anule la elección, pido que se cuenten voto a voto todos los sufragios del 2 de julio. Y la reacción de los jóvenes turcos de Felipe Calderón. El alegato procesal de César Nava, el rimbombante discurso agustiniano de Germán Martínez Cázares. Un discreto silencio acompaña y protege al joven campechano que no se separa del candidato panista. Escándalos o infundios aparte: la cercanía da influencia. La cuenta a favor, el cuento en contra y el recuento total como el quinto jinete del Apocalipsis.

El tribunal resolverá las impugnaciones y dictaminará el resultado inatacable. Pero quienes han logrado conjugar el verbo madrugar con eficiencia que haría palidecer de envidia a los personajes de Martín Luis Guzmán, ya sembraron la duda. En diez años todos, candidatos y partidos, han acatado y obedecido los dictámenes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. ¡Todos! Lo del recuento es cuento. Ese es su atractivo, confirma en las masas movilizadas lo que siempre han sabido, lo que siempre han creído que era y es el sistema del partido hegemónico. Memoria de la especie obstinada en que siga siéndolo el de la alternancia oligárquica. Al cambio a golpe de votos útiles sigue ahora el contragolpe de votos inútiles. O de votos anulados que es tanto como decir inútiles.

No se trata de la visión de los vencidos, de los marginados de la pobreza trasplantada al ámbito urbano. No, la comparten los de arriba, las cúpulas empresariales. Gritan que la razón les asiste, pero los panistas empuñan el garrote de la sinrazón que condenaron durante la larga, tenaz travesía de la vía legal, con el voto como acceso único al poder político. ¿Qué le aporta el matraquero del Congreso del Trabajo a la legitimidad que reclama Felipe Calderón? Paso en falso ante la demanda del recuento total y el fraude electoral. Craso error ante el maloliente manejo del secretario del Trabajo y los prepotentes, insolentes patrones empeñados en hacerse del control de la minería y en destruir al sindicalismo para suplirlo con la flexibilidad laboral de la ley del embudo.

El tribunal decidirá y su resolución es inatacable. Pero el ruido de las masas madrugadoras inquieta a los dueños del dinero y a sus administradores, cabilderos, luego pactantes, luego cómplices y voceros del poder al que sirven los alternantes. No hay que adoptar posturas triunfalistas, aconsejaron; Felipe Calderón es el candidato con más votos en la cuenta, pero no es presidente electo ni mucho menos. No es la voz tartajeante de Fernández Noroña, ni la oratoria trastocada y trastornada de Martí Batres. Son las voces empresariales. Los del PAN reaccionan.

Y todavía faltan muchas madrugadas para que amanezca el 6 de septiembre. Y se multiplican las apariciones de cajas llenas de actas con las cuentas mal hechas; material para el cuento del litigio en los medios; para el recuento imposible, fetiche de la democracia purificada. Y los lugartenientes de Andrés Manuel piden a Felipe que él también pida el recuento; aseguran que el acuerdo de dos basta y sobra para superar letra y espíritu de la ley.

La diáspora del priato abarca toda la pluralidad. De unos muchos. Leonel Cota Montaño pareciera haberse resguardado en el segundo plano. Pero Manuel Camacho y Ricardo Monreal remiendan redes llenas de agujeros; Diódoro Carrasco vestirá toga senatorial y Marcelo Ebrard encarnará los dos cuerpos del rey medieval. Luis Téllez valido de Felipe; Genaro Borrego, cortesano. Y un hamletiano Jesús Reyes Heroles G.G. propone remedios para la refundación del PRI; la recomposición de los moderados en la apertura modernizante: Comonfort a horcajadas de la historia. Y se entroniza la ultraderecha.

A lo mejor por eso suena a burla lo del temor a la oleada de izquierda en la América nuestra. Ni Lula, ni Tabaré, ni Kirchner, ni Bachelet, ni Evo Morales o el desaforado Hugo Chávez gobiernan a contrapelo de la economía de mercado. El flujo de capitales ahoga la visión del Estado igualitario.

Al este del Edén, los sobrevivientes del PRI deciden no esperar que Calderón y López Obrador resuelvan el duelo del cuento y recuento de votos. Ulises Ruiz resiste la embestida del caos anarquizante. Los gobernadores liberados del férreo liderazgo de Roberto Madrazo encuentran punto de acuerdo en el federalismo: Manlio Fabio Beltrones es el líder de los senadores del PRI. Y Fidel Herrera Beltrán toma la palabra y le toma la palabra a Mariano Palacios Alcocer entre la multitud de aspirantes a construir nueva arca de Noé. Emilio Gamboa es anuncio de cisma; Héctor Hugo Olivares y José Murat saben contar y con quién cuentan. El liderazgo de la fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados tendrá que concertar y conciliar la agenda de lo real y lo posible. Eso es el arte de la política.

La nave va . La expulsión de Elba Esther Gordillo es agua que pasó molino. Y el combate retórico, amenazante, de Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, empeñados en proclamarse vencedores y no esperar la inatacable resolución del tribunal, es el cuento de nunca acabar.

 
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