Una ofensiva en la prensa
Había preparado ya mi artículo para este domingo, hoy, cuando usted lo lee, a propósito de los 70 años de la guerra civil española y de las anécdotas que me tocó vivir en aquellos tiempos terribles. Pero un par de referencias que me han llegado de declaraciones de Elías Morales, el usurpador de la representación del sindicato minero gracias a la protección de la Secretaría del Trabajo, en las que me acusa de complicidades con Napoleón Gómez Urrutia y del cobro de honorarios nada menos que por 7 millones de dólares, me parece que justifican una precisión mínima, independientemente de que he solicitado a los dos medios: Excélsior y Milenio (a lo mejor hay otros), que publiquen las aclaraciones pertinentes.
Afirman que soy abogado de Napoleón. Eso es falso, su defensa penal la llevan abogados muy distinguidos: Mariano Albor y Jorge Zepeda con sus respectivos equipos. Por supuesto que soy su amigo y que estoy convencido de sus enormes cualidades como persona y dirigente sindical, y también estoy convencido de que el sindicato ha hecho uso adecuado de los fondos que derivaron de la venta de las acciones de Cananea.
Dice Elías Morales que he cobrado siete millones de dólares de honorarios. Yo no sé si es una acusación o un elogio, pero de lo que estoy absolutamente cierto es que esa imputación es rotundamente falsa. En mi vida he visto, a efectos personales, una suma de esa cuantía. Pero ni siquiera aproximada, inclusive considerando que no se tratase de dólares sino de pesos. Afirma ese señor que desde la presidencia de Zedillo he colaborado con el sindicato minero. Ciertamente no recuerdo la fecha, pero sí tengo algunos años de asesorar al sindicato, aunque me da la impresión -y no tengo ganas de empezar a buscar papeles- que ha sido durante este régimen, ya que no intervine y eso lo puedo asegurar, en el reconocimiento antiguo del comité ejecutivo que encabeza Napoleón Gómez Urrutia.
El problema me parece que viene de otros rumbos y creo que ubicarlos políticamente sería una sospecha fundada. Elías Morales no es más que un instrumento utilizado por las autoridades para impedir que Napoleón Gómez Urrutia dirija el sindicato minero. Confieso que a esas autoridades les estamos dando la batalla en el campo del derecho, y estoy convencido de que los hemos puesto en evidencia como estoy convencido de que el sindicato minero tiene toda la razón. Pero los instrumentos del poder no tienen limitaciones y no es tan fácil el combate en el que pueden aparecer campos de batalla laterales como ahora está sucediendo.
Había pensado en no hacer caso de las imputaciones porque quien me conoce sabe que son absolutamente falsas. Pero me parece que no está de más decir aquí mismo cuál es la verdad y poner en su lugar a este siniestro personaje independientemente de que mis amigos especialistas analicen la posibilidad de actuar en terrenos legales. Aunque parezca mentira, no soy amigo de llevar mis asuntos personales a los tribunales. Inclusive, soy capaz de olvidarme de ciertos agravios. Pero en este caso, me parece que sería idiota no poner al personaje y a sus mentores en su lugar.