¿LA FIESTA EN PAZ?
Unos toreros de corto
EEL TRAJE CORTO a la usanza andaluza -pantalón muy alto, con tirantes, ceñido de cadera, chaquetilla ajustada a la cintura y sombrero cordobés- o el traje charro de gala o media gala es el que utilizan los lidiadores en festivales taurinos, ese espectáculo celebrado con fines benéficos o propósitos conmemorativos, en el que se lidian novillos, generalmente despuntados, por matadores en retiro, novilleros o aficionados prácticos.
ESTOS ULTIMOS PERTENECEN a una selecta clase mundial no sólo de fieles seguidores del arte taurino, sino de individuos que sin ser profesionales se atreven a lidiar novillos de casta, con el propósito de experimentar la emoción incomparable de pasarse por la cintura a un astado.
AFICION GRATUITA Y costosa a la vez, ya que por lo general cada aficionado práctico compra su novillo y cubre los gastos de transportación de éste, adquiere su ropa, capotes, muletas y espadas y paga a su banderillero y a su picador, sin otra finalidad que "el placer viril de someter su corazón a nuevas emociones".
CON SUSPICACIA LOS ve el grueso de los aficionados, cuya capacidad de emocionarse se ve limitada por su corazón, sus conocimientos, su bolsillo o... el asiento desde donde debe contemplar a quienes sí tienen los arrestos de bajarse al ruedo y poner en práctica su valor, inteligencia e inspiración.
PARA COLMO, NO se trata de modestos "torerillos sin cuadrilla", sino de individuos esencialmente exitosos, destacados empresarios, directivos o prósperos hombres de negocios, por lo que el recelo entre los sencillos se multiplica ante un hecho perturbador: estos aficionados prácticos además de valientes son ricos, o a su capacidad de tener añaden su disposición a ser.
CINCO DE ELLOS conmemoraron el quinto aniversario de la partida física del maestro del toreo Joselito Huerta, en un festival efectuado en el bello cortijo que lleva su nombre en Atizapán, estado de México, enfrentando novillos del hierro del León de Tetela, cuya memoria honró su hijo Omar, al hacer una sobria faena con la que demostró sólidos argumentos para retornar a los ruedos.
CURRO DE LOS REYES, con más de 60 años, inverosímil caso de afición desbordada, directivo de una constructora, y cuya inspiración es inversamente proporcional a su condición física, arrojó la espada y arrebatado se dedicó a torear por templados naturales con la diestra que conmovieron inclusive a los sauces llorones que rodean la plaza. Federico Garmendia, El Mexicano, alto ejecutivo de finanzas, anduvo dispuesto con un novillo que se quedaba corto.
PEPE ARROYO, PROPIETARIO de los conocidos restoranes, volvió a hacer gala de su clara idea del toreo al obligar y mandar por largos naturales a un toro que desarrolló sentido. Cortó una oreja y obtuvo el trofeo a la mejor faena, que le fue entregado por doña Martha Chávez viuda de Huerta, bellos ojos de dolor y valor. Y Miguel Casanueva, descomunales mostachos y breves espejuelos en elegante chaquetilla color terracota, derrochó voluntad y ejecutó fulminante descabello. Ya quisieran muchos profesionales algo de la afición de estos toreros de corto.