Usted está aquí: lunes 24 de julio de 2006 Opinión ¿A quién provoca Corea del Norte?

Immanuel Wallerstein

¿A quién provoca Corea del Norte?

El 6 de julio de 2006, Corea del Norte lanzó seis misiles de corto alcance y uno largo que falló. Por todo el mundo los atronadores críticos dijeron que esto era una "provocación". Desde entonces ha mostrado una calma extraordinaria mientras todos los demás se empeñan en agitadas acciones verbales.

Primero que nadie Estados Unidos, cuya reacción fue descrita por el New York Times como "viraje de Bush: ser paciente con los enemigos". El vicepresidente Cheney minimizó la amenaza norcoreana, diciendo que la tecnología de Corea del Norte era "rudimentaria". El presidente Bush dijo que Estados Unidos empleaba diplomacia. "Ustedes saben, el problema con la diplomacia es que toma tiempo que algo se cumpla."

La diplomacia es conducida en gran medida por Christopher Hill, secretario adjunto de Estado para Asuntos de Asia y el Pacífico. Esta consiste en contactar a cuatro naciones mediante las llamadas "pláticas de seis partes": China, Rusia, Corea del Sur y Japón. Hill ha estado intentando hacer que estos países presionen de varias maneras a Corea del Norte con el fin de que suspenda las pruebas con misiles y retorne a las pláticas de seis partes, además de que apoyen una resolución enérgica del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en caso de que Corea del Norte no cumpla. El 12 de julio Hill dijo estar "desalentado" por la falta de respuesta de Corea del Norte. No añadió que probablemente lo desalentaban también las posiciones de China, Corea del Sur y Rusia.

El único país que parece realmente agitado por las pruebas norcoreanas con misiles es Japón. Ahí, Shinzo Abe, quien batalla dentro del partido gobernante para ser el próximo primer ministro y se ostenta como nacionalista duro, dijo que Japón debería considerar si un ataque preventivo contra Corea del Norte era compatible con la Constitución japonesa. Formalmente, Japón solicitó al Consejo de Seguridad que impusiera sanciones.

Por supuesto, Corea del Norte denunció a Abe y a Japón, pero ni con la mitad de la fuerza y difusión que lo hicieron los voceros de los gobiernos sudcoreano y chino. Corea del Sur apremió a Corea del Norte a actuar con "sabio juicio" para evitar el desastre, lo cual implica un lenguaje más bien suave. Pero Corea del Sur acusó a Tokio de "arrogancia e indignante retórica que intensifican aún más la crisis de la península coreana", lo que es menos suave. Tampoco los chinos fueron más gentiles con Abe y Japón. Abe, dijeron, le estaba "echando aceite al fuego". Y añadieron: "esta práctica es en extremo irresponsable e incomprensible y tan sólo perturbará seriamente los esfuerzos diplomáticos internacionales y acelerará las tensiones en el noreste de Asia". Parece que Rusia comparte esta visión.

Entonces, la consecuencia número uno de las pruebas de Corea del Norte con misiles es la exacerbación pública de las riñas políticas de China y Corea del Sur con Japón, riñas que han aumentado en los últimos años. Para Estados Unidos significa que debe navegar entre sus dos aliados principales en Asia oriental: Japón y Corea del Sur. En cuanto a la resolución de Naciones Unidas, es muy improbable que se adopte algo siquiera cercano a la versión japonesa.

En el frente interno, George Bush se está metiendo en problemas con sus propios simpatizantes. En el número más reciente del Weekly Standard, la principal revista de los neoconservadores, el editor William Kristol adoptó un tono mordaz con Bush. Cita a Bush como si les dijera a los norcoreanos que deben "tomar una decisión", o atenerse. Kristol dice que, de hecho, Kim Jong-II ya tomó su decisión, pero "¿qué precio va a pagar?" En efecto, dice Kristol, ninguno. "Lo que era 'inaceptable' para el presidente Bush hace una semana (el lanzamiento de un misil norcoreano) ha sido aceptado."

Kristol termina su editorial con el mayor insulto de su repertorio. Califica la actual política exterior de Bush de "clintoniana". Como estocada final, añade: "La decisión real no pertenece a Kim Jong-II, sino al presidente Bush". El New York Times asume un enfoque diferente respecto de los actos del presidente: "Bush está descubriendo los límites de su propia doctrina preventiva y las frustraciones de su alternativa".

Entre tanto, sin que casi nadie se percatara, India lanzó su propia prueba con misiles de largo alcance el 9 de julio, sólo tres días después de los lanzamientos de Corea del Norte. Por primera vez, India cuenta con un misil que podría impactar en China. Esta prueba con misiles no fue denunciada por nadie como provocación. Los periodistas hablaron de ella como "un paso estratégico para mantener a China a raya".

Así que estamos ante la situación geopolítica en que algunos países son denunciados por lanzar pruebas con misiles y otros no (no es sólo India, por supuesto, sino, por ejemplo, Estados Unidos). Pero aquellos que son denunciados por sus pruebas con misiles escuchan las denuncias cual si fueran vacías, ya que incluso Estados Unidos parece renuente a amenazar con la guerra a un país que tiene armas nucleares "rudimentarias". Y muy callado, el gobierno israelí ha bajado el tono de sus presiones previas hacia Estados Unidos de hacer "algo" con respecto a Irán.

Es penoso aprender las realidades de las limitaciones políticas de la bravata militar, y más duro aceptarlas. Si la política, como dicen, es el arte de lo posible, ¿qué es posible hoy?

Traducción: Ramón Vera Herrera

 
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