Presenta 11 pinturas de su esposa y un cuadro hecho al alimón entre ambos
Celebra José Luis Cuevas 14 años de su museo con exposición retrospectiva
Su matrimonio ha hecho que el artista plástico explore nuevas formas de creación
Una aureola de romanticismo y complicidad rodea a José Luis Cuevas: una retrospectiva, exposición que fue inaugurada el jueves 13, con la que se celebran los 14 años del Museo Cuevas, Academia 13, Centro Histórico. El catálogo de la muestra se presentará el 3 de agosto, junto con el libro Cuevas antes de Cuevas (Editorial Porrúa).
Además de una selección de 40 dibujos realizados entre 1944 y 2000, obra reciente en acrílico y 30 esculturas en bronce de Cuevas, se anuncian 11 pinturas hechas con una técnica de dorado y estofado de su esposa Beatriz del Carmen y el óleo Nuestra cruz, realizado al alimón con la pintora, a la vez que cuatro cartas escritas a su cónyuge e ilustradas por el artista.
Si Cuevas solía decir que no podía trabajar con ninguna persona a su lado, a raíz de que él y Beatriz del Carmen se conocieron y, dado que comparten la misma profesión, se dio una simbiosis entre ambos, al grado que "no podemos estar uno separado del otro. Entonces, para trabajar nos necesitamos. Nos dicen los siameses -título también de una de las esculturas-", expresa Beatriz del Carmen, también directora del Museo Cuevas.
Pero, ¿cómo funciona esa simbiosis en el lienzo?, porque mientras la obra de Cuevas es expresionista, su esposa cultiva el surrealismo. En Nuestra cruz cada quien aportó su propio estilo, sin embargo, hay pinturas en donde Cuevas hace el dibujo, "luego me dice, Carmen, ¿cómo ves aquí un azul? No, allí podríamos poner un ocre o un rojo. José Luis me da plena libertad para elegir el color. Finalmente los dos quedamos muy felices y nos ponemos a bailar a ritmo de bolero", actividad que Cuevas también practica por primera vez.
Desde su niñez Cuevas siempre se expresó por medio del dibujo, pero no como boceto para una pintura, sino como una expresión autónoma. Su encuentro con Beatriz del Carmen lo ha hecho descubrir el color. Sin embargo, es su esposa quien lo aplica.
Cuevas explica: "Estoy nada más como espectador en el momento que Beatriz aplica el color. En una ocasión Raquel Tibol me dijo que estaba trabajando ahora a cuatro manos y si no iba a dañar un poco mi expresión o me exponía a opiniones en contra. No tengo por qué negar esto. Además, muchos artistas han trabajado a veces contando con la colaboración de la esposa. Está el ejemplo de Valerio Adami, artista italiano radicado en Francia. En una ocasión que lo visité en su estudio de Montmartre vi que Adami estaba sentado, había un boceto suyo cerca del lienzo, y su esposa Camila, pintora también, aplicaba el color, mientras él nada más dirigía, como una especie de director de cine".
Trabajan a la manera que Cuevas lo ha hecho toda su vida, sin bocetos previos y sin saber cuál será el tema: "Como siempre he tenido la angustia de la muerte y la enfermedad, entonces, de allí se debe que trabaje de esta manera. Me angustia pensar que pudiera morir durante la noche y dejar la obra inconclusa. Por eso, no me voy a dormir si la obra no está terminada. A veces pueden ser varias".
Aunque Cuevas y Beatriz del Carmen se han casado 11 veces por diferentes ritos, el 28 de julio lo harán en la Catedral Metropolitana. Posteriormente, partirán para Managua, Nicaragua, donde Cuevas será condecorado con la Orden Rubén Darío, a la vez que ilustrará un libro del poeta nicaragüense Alfonso Cortés. El artista acaba de donar la escultura Los gemelos, de cinco metros de altura, al Instituto Politécnico Nacional, así como el bronce La cafetera, de siete metros, para una jardín escultórico en la ciudad de Colima.