Las obras que presenta en Callejeros somos, hechas con carteles publicitarios
Muestra Enrique Martínez su trabajo de pepenador de futuro en exposición
Sus creaciones, espontáneas, son una cuestión viva, emocional, afirma el artista
Más que artista, Enrique Martínez se asume como "un pepenador de futuro", y es que gran parte de su trabajo de los años recientes, según define, ha consistido en "agandallarse" de expresiones o productos colectivos, populares, con el fin de preservarlos para la posterioridad, no sin antes haberlos intervenido y, así, dotarlos de lecturas y significados nuevos.
Tal es el caso del material que presenta en la exposición Callejeros somos, compuesta por una veintena de carteles recuperados de los muros de la ciudad de de México en los que se anuncia o promociona lo mismo algún concierto o baile que una función de box o lucha libre.
Inaugurada la tarde-noche del sábado en el Museo Nacional de Culturas Populares, donde permanecerá hasta mediados de septiembre, se trata de una muestra que recupera ese delirante entorno visual callejero, sobre todo presente en colonias populares de la urbe, en cuyas paredes lo mismo desfilan estrambóticos nombres y disfraces de enmascarados que anuncios con tocadas de sonideros, salseros o gruperos.
"Documentos históricos" de una vida cotidiana efímera, en la que los nombres, figuras y personajes aparecen y desaparecen ante la displicencia de la mirada; palimpsestos formados por pedacería de carteles cuya superposición va dejando al descubierto figuras, efectos y texturas curiosos.
Así, el rostro de una cantante puede tornarse imagen surrealista al brotarle bigotes tipo Dalí o bien colmillos de vampiro por uno de los ángulos de la cara; o una estrella de la música tropical cuya parte inferior del cuerpo coincide con el vestuario de un luchador, dando paso a un ente nuevo. Fauna de lo ridículo, alebrijes de las artes gráficas y el engrudo.
Que sean impresiones destinadas a la promoción, elaboradas en serie y sobre papel barato no es un aspecto que suprima el valor artístico a dicho tipo de carteles, considera Martínez Maurice.
"Por supuesto que es una forma de arte: el arte callejero. Su gran valor consiste en que se tratan de creaciones colectivas. Aunque a algunas les he metido mano, no puedo decir que sean obras exclusivamente mías; en ellas intervienen un sinfín de manos. De allí su gran particularidad", dice.
"Mi idea con esta exposición no ha sido traer algunos de los elementos de la calle a un museo, sino hacer énfasis en el valor de la cultura popular. Aquí, en la pulcritud de los muros de un museo, son piezas que adquieren dimensiones y lecturas nuevas y significados distintos a los que tienen en su ámbito original."
Son obras que representan un acto de resistencia contra el concepto artificial del arte, aquel que promueve la satisfacción de un deseo generado por la necesidad material.
"Esto es lo espontáneo, el espíritu y el sentir de la gente. Es una cuestión viva, emocional, visceral y todos los que participamos en ese proceso lo hacemos mediante enlaces; en el pegoteo cada quien pone su talento", abunda.
"Uno encuentra en estos carteles una magia, un quita y pon, un mete y saca que los enriquece; quién sabe quién lo pintó, quién lo trastocó, pero es un hecho que nadie espera en primer momento que den mensajes más allá del original, para los que fueron creados y, mucho menos, que puedan convertirse en obras de arte."
El origen de esta colección se remonta al año 2000, cuando el creador decidió dejar de lado su trabajo con la representación de fiestas y rituales funerarios para centrarse en la valorización de la cultura popular. Así, desde entonces, con cutter o navaja en mano, se ha dado a la tarea de ir recopilando material.
Aunque todavía nada hay de seguro, esta exposición podría ser llevada a España, donde se han mostrado ampliamente interesados, según el artista, quien explica que continuará con esta línea de trabajo y aclara que es muy probable que aproveche el pasado contexto electoral para comenzar una colección específica sobre el tema.