Proponen crear una unión multidisciplinaria comprometida con la sociedad
Llaman expertos a hacer ciencia sin causar daños al ambiente
Definir y ejercer la responsabilidad ética como norma central de su quehacer de científicos, una de las premisas del manifiesto lanzado por diversos especialistas
El surgimiento de nuevos paradigmas científicos y tecnológicos en un contexto de crisis ambiental y social sin precedente, así como su creciente utilización "socialmente descontrolada", demandan a la comunidad científica y académica del país un mayor compromiso social para que su aplicación "no sea en perjuicio del medio ambiente y la sociedad".
En entrevista con La Jornada, catedráticos e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señalaron que, ante una coyuntura en la que se enfrentan graves problemas ambientales, inequidad socioeconómica y creciente privatización y mercantilización de los centros públicos de investigación en beneficio de los grandes consorcios trasnacionales, "es necesario proponer respuestas para evitar consecuencias que podrían ser irreversibles".
Integrantes del grupo multidisciplinario de investigadores, profesores y alumnos universitarios que impulsan la creación de la unión de científicos comprometidos con la sociedad, y de un manifiesto en pro de la aplicación del saber con responsabilidad social, destacaron que uno de sus principales objetivos es "concientizar a la sociedad, a quienes toman las decisiones y a la propia comunidad de investigadores de la responsabilidad que se tiene en el desarrollo de la ciencia y su aplicación, porque no sólo es crear conocimiento, sino hacer ver cuáles son las posibilidades y los riesgos de su utilización".
Luis de la Peña, investigador emérito y catedrático del Instituto de Física y de la Facultad de Ciencias de la UNAM, aseguró que un problema frecuente en la ciencia es que se aplica "sin un conocimiento claro de los riesgos y beneficios, simplemente se aplica copiando la moda, sólo porque se puede hacer o porque está en nuestras manos, cuando se deben estudiar bien las consecuencias, que pueden ser muy favorables, pero también dañinas, como la contaminación que se sigue generando a pesar de que se reconoce como un problema".
Señaló que la idea de que la ciencia es el motor de la sociedad "debe modularse y poner las cosas en su lugar, pues si bien puede ayudar a resolver muchos problemas, también puede ser usada para otros fines, por eso las consideraciones éticas, sociales, económicas y políticas son fundamentales".
Elena Alvarez-Buylla, investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, afirmó que la creación dicha unión es una convocatoria a la comunidad científica y académica del país, "de las ciencias naturales, exactas y sociales, así como de las humanidades para la discusión interdisciplinaria y proponer el análisis de problemáticas concretas en las que es necesario el consenso".
La propuesta es crear un espacio de análisis de temas urgentes para el país, como desarrollo sustentable, agua, cambio climático, energías alternativas o la introducción de variedades transgénicas, "que generó una polarización tremenda, y en la cual se importó un discurso científico como aval, sin hacer una revisión más crítica de acuerdo con las condiciones nacionales".
Agregó que una de las acciones iniciales será crear una página electrónica en la que se detallarán diversas problemáticas para su discusión pública, y proponer la creación de grupos de trabajo multidisciplinario que analicen estos temas, con la finalidad de elaborar expedientes que "podrán consultar las organizaciones no gubernamentales, además de que uno de los puntos centrales será influir sobre quienes toman las decisiones para que se considere la opinión de la comunidad científica".
Varios intentos
Amparo Martínez, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, reconoció que si bien desde hace varios años la comunidad científica internacional ha reflexionado sobre la necesidad de crear espacios "multidisciplinarios y plurales para discutir estos temas y hacer propuestas, en México sólo se han realizado intentos aislados que no han prosperado.
"Por eso decidimos impulsar un espacio plural e incluyente" en el que la comunidad científica participe en una ciencia que "discuta constantemente sus propios fundamentos, que sea crítica y constructiva hacia la sociedad, en beneficio de la humanidad".
Las primeras reuniones, indicó, se realizaron en noviembre de 2005 para crear un espacio de discusión sobre aspectos sociales, filosóficos, éticos y económicos de la aplicación de la ciencia y la tecnología; "de ahí nació el interés de crear la unión y lanzar el manifiesto".
El documento, que ya circula entre la comunidad científica del país, destaca que "definir y ejercer la responsabilidad ética de la ciencia debe ser una norma central en nuestro quehacer como científicos comprometidos con nuestra sociedad y el ambiente".
Señala que el objetivo de la unión es "realizar una reflexión profunda; es un espacio interdisciplinario, sobre la relación de la sociedad y el conocimiento con los centros de poder y con la sociedad, así como sobre la responsabilidad que tenemos los científicos y académicos en el desarrollo de sus aplicaciones, y de procurar que sean en beneficio y no en perjuicio del medio ambiente y la humanidad".
Advierte que los avances en biotecnología, genómica, microeléctrica y nanotecnología, si bien han abierto un potencial positivo y de innovación en campos como medicina, alimentación, comunicaciones e ingeniería de materiales, "es un hecho que también encierran peligros y riesgos sin precedente".
Pese a ello, en vez de enfatizar el principio de precaución en la aplicación de estos nuevos conocimientos, "con frecuencia los intereses políticos o económicos, inclusive meramente personales, conducen a su explotación prematura y no garantizada".
El diálogo, necesario
Eso es posible, señala el manifiesto, porque en muchas ocasiones la ciencia no es ya el resultado de un proceso objetivo, transparente y abierto, "normado por un diálogo social, sino una actividad basada en el dogma, el poder, el secreto, la verticalidad o la primacía de la ganancia económica sobre el bien común".
León Olivé, coordinador del proyecto Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural de la UNAM e investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas, destacó que además de impulsar una ciencia más crítica y con claro compromiso social, la unión también tiene el objetivo de influir en la formación de investigadores con una visión "más integral y a pegada a las necesidades sociales de México".
Indicó que el grupo cree que es posible la transformación del papel de los expertos y abandonar la idea de que sólo un grupo de científicos tiene el conocimiento y, por consiguiente, la autoridad para decidir qué se tiene que hacer, "cuando los problemas que enfrentamos no son exclusivamente científicos, sino sociales, ambientales, económicos y políticos".
Uno de los objetivos de esta unión, afirmó, es que la comunidad científica participe con propuestas, pero considerando que para la solución de los problemas "es necesario involucrar a las comunidades".