POESIA PARA LLEVAR
Mismidad
EL GENERO LITERARIO canción no es muy cultivado que digamos por los compositores. En mi riesgosa percepción los compositores, pongámoslo así, dedican 65 por ciento de atención a la música y 35 a la letra; desprendidas de la música las letras se sostienen muy poco, lo que no suele ocurrir con las melodías. Hablo de nuestros compositores, injustamente considerados a granel.
UNO DE ESTOS, aunque bueno, me atajó: -Es que tú le pides a la canción que sea poesía, y la canción es canción. -No -respondí-, lo que pido es coherencia. Pero sospecho que sí, pido poesía, sólo que poesía en el sentido de ''la palabra misma". Alguna vez, en una reseña radiofónica sobre una plaqueta de Carmen Villoro se me ocurrió distinguir: ''Literatura es el arte de la palabra, pero la poesía es la palabra misma". -Así pues no creas que dejo de observar -lindiqué a mi amigo- que una de las cosas que parece perder a ciertos compositores admirados es, justamente, su aspiración, no matizada, algo acrítica, a lo poético. No sé qué tanto se enreden o se conformen con ello, pero de que no siempre entregan con claridad poesía -su propósito, no el mío- estoy cierto.
QUIZA EN EL fondo sí, a la larga, esté pidiendo eso, poesía, mas en principio sólo letras bien hechas (elemental cuidado artesanal) que algo digan (elemental sentido del sentido) y lo digan bien (elemental sentido de la forma como comunicación), a lo que algunos no acceden por cortos y otros por sobrados -en parte porque dedicándose a lo acústico no siempre saben escuchar (a veces incluso los simples sonidos de las) palabras y no se cultivan (siquiera lo indispensable) en ello.
UN POCO EN broma pero también en serio dan ganas de decir que la mejor letra que conozco (y esto para que se note que al respecto la poesía no me interesa tanto como se supuso), se limita a lo siguiente: ''1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, ¡mambo!" El mismo Pérez Prado tiene otras muy elogiables; especialmente la dialogada que comienza con la pregunta: ''¿Qué le pasa a Lupita?"
POCOS COMPOSITORES logran hacer de poemas muy buenas canciones. Mencionaré aquí a Paco Ibáñez, Joan Manuel Serrat y David Haro (Marcial Alejandro musicalizó asimismo y muy pertinentemente una letra que se ha venido atribuyendo a Rulfo y cuya letra, según testimonio, procede de una vieja canción), quienes o ''sacan" la música del poema -quiero con ello decir: no se la enciman- o, mejor, descubren un hilo melódico que deja al poema como, perdonarán ustedes, yo lo quería oír: como la palabra misma (un solo ejemplo, el lopezvelardiano ''piano llorón" de Genoveva, qué mejor si cantado por Eugenia León).
MUCHO MAS RARO o difícil es que un poeta proponga buenas letras. Ignoro el camino que se siguió para llegar a Las hojas muertas existiese, pero hay ahí una poesía, pero una que por un lado no distrae con literatura y por otro sabe escuchar música. El secreto de una canción estriba en eso: en la necesidad y el logro de que música y palabra dialoguen, se escuchen en coloquio amoroso hasta asumir comprender que no son sino ''lo mismo".