Mercosur: hacia una integración solidaria
La unidad de América Latina y el Caribe es un viejo sueño al que dedicaron no pocas energías hombres como Simón Bolívar y José Martí, quienes comprendieron que sólo juntos los estados latinoamericanos podrían trazar un camino propio frente a los grandes poderes mundiales. Pero la cristalización del sueño ha sufrido un retraso de dos siglos debido al interés estratégico de los imperialismos, británico primero y estadunidense después, de dividir nuestras naciones.
De allí que la recién concluida trigésima Cumbre del Mercado Común del Sur (Mercosur) sea reflejo de una nueva realidad social y política gestada por la lucha de los movimientos populares contra el neoliberalismo y, en general, contra el dominio del imperialismo estadunidense en la región. A escala de los gobiernos integrantes del Mercosur esta realidad se manifestó por primera vez en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata cuando junto al gobierno venezolano hicieron fracasar el intento de Bush El Nazi de imponer la adopción del Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA).
El ingreso al mecanismo integracionista de la Venezuela bolivariana en esta cumbre es todo un acontecimiento, no sólo por el aporte de su singular riqueza energética, sino de algo más importante cuyo valor no se cotiza en los mercados internacionales: el empuje, la vitalidad y la constancia de Hugo Chávez como impulsor de la unidad y la solidaridad entre los pueblos de nuestra América. La presencia de Fidel Castro y el acuerdo firmado con Cuba comportan otro acto significativo de independencia política de los miembros del Mercosur frente a Estados Unidos. Más notable porque se produce justo cuando el bushismo ha dado a conocer un plan cuya intención declarada es destruir a la brevedad el sistema socialista defendido por el pueblo cubano durante casi medio siglo frente al bloqueo, el acoso y el terrorismo de Estado de Washington.
Otro hecho cualitativamente nuevo es que en el trabajo preparatorio de la reunión, las instancias gubernamentales abrieron por primera vez sus deliberaciones a los movimientos sociales, que continuarán participando mediante el programa Somos Mercosur. Este estilo de trabajo se corresponde con un nuevo concepto de integración por el que abogaron todos los mandatarios presentes, que pugna por dar mayor relieve a lo social y a la solidaridad entre los miembros antes que al estrecho objetivo de la ganancia comercial. En este ámbito, se reconoció abiertamente la necesidad de abordar la solución de las asimetrías que afectan sobre todo a Uruguay y Paraguay, los integrantes más pequeños del bloque, y se acordó crear un Fondo para la Convergencia Estructural y la concreción del Bono del Sur, destinados a proyectos productivos en las zonas más atrasadas.
En sentido general los presidentes del Mercosur hablaron con franqueza y sin remilgos diplomáticos de los problemas que se erigen ante la voluntad política de integración. También fue muy importante la incorporación de Uruguay, Paraguay y Bolivia a la iniciativa energética Petrosur, impulsada por Chávez.
Este proyecto fortalece la concepción de compartir solidariamente los recursos energéticos de Venezuela y Bolivia y dedicarlos al desarrollo social de la región mediante una red de ductos denominada Gran Gasoducto del Sur, en lugar de entregarlos al despilfarro del norte industrializado.
En su intervención en la cumbre de presidentes, Castro ofreció a los países del Mercosur beneficiarse con la experiencia cubana en educación, salud y ahorro de recursos energéticos, y ejemplificó, con lo ya logrado en Venezuela y Bolivia, el cómo con inversiones relativamente modestas es posible a corto plazo acabar con el analfabetismo y reducir drásticamente la mortalidad infantil en el área.
La integración fue definida por el presidente cubano como una carrera de obstáculos que pueden ser vencidos si prevalece la solidaridad y la decisión de los más fuertes de ayudar a los rezagados. El presidente Lula, de Brasil, que encabezará el Mercosur en los próximos seis meses, ponderó la "pequeña revolución" que se ha producido en los últimos años en América Latina en términos del aumento de su capacidad de negociación frente a los países ricos.
Nacido bajo el auge del neoliberalismo, el Mercosur puede dar un importante vuelco en la práctica hacia una integración con énfasis en la solidaridad y la equidad social, siempre que los movimientos populares, sin perder su independencia crítica, acompañen activamente la experiencia.