Aún se utiliza en ceremonias importantes de algunas comunidades indígenas, dijo Gabriel Laló
Debe difundirse el consumo de chocolate en todo el país, considera arqueólogo
Es un estimulante moderado, evita la acumulación de grasa en la sangre y eleva la potencia sexual, señaló el investigador en el sexto Festival Internacional de la Cultura y las Artes, en Comitán, Chiapas
Ampliar la imagen El chocolate, el alimento de mayor difusión universal, aún se utiliza en algunas comunidades indígenas como bebida esencial de algunas ceremonias importantes, como bodas, bautizos y oficios religiosos. Arriba, un campesino de Venezuela corta cacao de su plantío Foto: Ap
Comitan, Chis., 26 de julio. El chocolate, uno de los alimentos prehispánicos de mayor difusión universal, continúa siendo una bebida ritual, festiva, medicinal, energética y dietética, cuyo consumo debería generalizarse a escala nacional, afirmó el arqueólogo Gabriel Laló Jacinto, quien dio la conferencia Chocolatito con pan francés, dentro del foro académico del sexto Festival Internacional de la Cultura y las Artes Rosario Castellanos.
"Una tacita de chocolate al mediodía o a cualquier hora no sólo alimenta y vigoriza, sino también quita el hambre y evita que uno abuse de la comida. Está probado que es un alimento nutritivo, un estimulante moderado que evita la acumulación de grasa en la sangre y que, según dicen, aumenta la potencia sexual", comentó Laló durante su plática en la Casa Museo Belisario Domínguez.
Un poco de historia
El arqueólogo hizo una reseña histórica del chocolate desde las épocas prehispánicas y colonial hasta el periodo actual, en el cual, enfatizó, sigue siendo utilizado, particularmente en comunidades indígenas y barrios urbanos periféricos, en bodas, bautizos, peticiones de manos de novias, oficios religiosos y recepciones familiares y civiles importantes.
También mantiene, desde la colonia española, su estrecha asociación con el pan y los tamales. En Comitán y la región aledaña se consume con casi una veintena de panes, como la reñada (parienta de la concha), el marquesote, la biscotela, las cazuelejas, los moldes, los patudos, los peines, las trenzas, los panecitos de anís, las repulgadas, las costras, las roscas mestizas, las chujas, los moldes con ajonjolí y los panes de salvadillo con azúcar, sal o temperanto, así como con el pan compuesto, el cual se usa para una deliciosa torta untada con crema, frijol y picles.
La presencia documentada del cacao y el chocolate en el México prehispánico data del primer milenio, de los siglos VII al XIII -años 600 a 1200 dC-, mediante murales, alfarería, esculturas, estelas y códices de las culturas mexica y maya en Veracruz, Tabasco, Chiapas, Guatemala y Belice.
Laló citó estudios de su colega Juan Yadeun, responsable de los trabajos arqueológicos de Toniná (Ocosingo), en los que se vincula al chocolate con los sacrificios en esta región maya, e hizo una referencia al libro Relaciones geográficas de Guatemala, del misionero Diego García Palacios, en el cual se describe el sacrificio ritual de un esclavo que iba adornado "con plumas, flores y sartas de cacao" antes de su inmolación.
El chocolate era usado por mayas y otras etnias indígenas mexicanas para curar jiotes, tercianas, disentería y otras dolencias del estómago; se preparaba con agua, se aromatizaba con hierbas y flores, como la vainilla y el achiote (orquídeas), y se bebía en jícaras y jarros o vasijas.
En el periodo colonial (siglos XVI al XIX) su consumo fue habitual en conventos y familias adineradas -además de los novohispanos pobres del campo y la ciudad-; se servía en recepciones oficiales y privadas de importancia; continuó su uso dietético-medicinal y en actividades licenciosas como los juegos de azar, en cuyas timbas se regalaba en tabletas a los perdedores de baraja.
"En la región comiteca y en La Trinidad se sigue cultivando el cacao y tomando chocolate. El comiteco es amargo y el trinietario -de El Cedro- es dulce. Se vende en el mercado y continúa formando parte importante de la dieta de mestizos pobres e indígenas", dijo finalmente Laló Jacinto, quien dirige los trabajos del Instituto Nacional de Antropología e Historia en la zona arqueológica de Tenam Puente y es autor de estudios antropológicos de San Caralampio, la virgen del Corazón de María y el ensayo sobre la panadería comiteca La regañada está de a peso.