Diario de Guerra (electoral)
¿Veinte años no es nada?
Me es inevitable recordar las elecciones de Chihuahua en 1986. ¡Ya son veinte años! Yo actué como observador y defendí la causa del PAN, porque representaba una nueva ciudadanía. No puedo olvidar la alegría, la organización, la perseverancia de aquella gente. En contra de ella, una maquinaria blindada con dinero público y privado, apoyada por los medios, un fraude decidido en Los Pinos e impuesto "a como diera lugar". El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación formó una red principal de "operadores". El fraude (patriótico) se justificó porque un triunfo del PAN en un estado fronterizo era un peligro para México.
Ahora el presidente Fox, el PAN (partido oficial), los grupos de interés y los más corruptos del PRI se empeñaron en destruir una alternativa reformista. No lo hicieron sólo el día de la jornada electoral. Desde marzo de 2004 utilizaron todos los recursos legales e ilegales, convirtiendo a las instituciones en instrumentos facciosos para sacar de la contienda al popular jefe de Gobierno del Distrito Federal diciendo que era un "peligro para México".
El proceso fue inequitativo y polarizante. La propaganda despertó fobias. El Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) fue controlado desde su origen. El costoso sistema de conteo presentó numerosas contradicciones. Las evidencias de irregularidades y aun de fraudes han venido fluyendo: votos sin sustento en boletas y sufragios eliminados. Votos segregados ilegalmente, apertura de paquetes en distritos críticos, votación desmedida en zonas donde hubo escasa vigilancia. Volvió a estar presente la red de mapaches del SNTE, operando ahora en favor del candidato panista.
Chihuahua 1986, México 2006. Distintas épocas y distinto país. Es imposible aislar la resistencia como hizo el PRI en Chihuahua. Millones de mexicanos, mucho más organizados y politizados, están dispuestos a defenderse del atraco. Son redes de partidos y ciudadanos que se extienden en todo el país y que están demostrando una disciplina asombrosa. En la última marcha, del 17 de julio, en el Centro Histórico, se reunió por lo menos un millón de personas: no hubo un vidrio roto, un incidente de violencia.
La única exigencia del movimiento es el recuento de las boletas, y puede hacerse en seis días. Contarlas es legalmente posible porque el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación tiene facultades amplísimas para obtener el cómputo final. El resultado, sea cual fuere, sería acatado, daría certeza y terminaría el diferendo. La causa del recuento es apoyada por una mayoría cada vez más clara de la población (Parametría: 70 por ciento).
Además, ¿cuál es la alternativa?, ¿sellar la elección del IFE y quemar las boletas?, ¿provocar una resistencia cada vez más dura, extensa y justa?