Usted está aquí: lunes 31 de julio de 2006 Política Fiesta de consignas y pasión democrática

"Plantón histórico" en el Centro Histórico

Fiesta de consignas y pasión democrática

ARTURO CANO

Ampliar la imagen Al pasar por El Caballito, la marcha en defensa de la democracia hizo derroche de alegría Foto: José Carlo González

Su ancha espalda y sus fuertes brazos dejan ver una vida de trabajo duro. Javier Palacios, de oficio marmolero, vino de Guadalajara. A un costado del asta bandera, en medio de la apretujada multitud, Palacios escucha. Allá arriba, en el templete, Andrés Manuel López Obrador expone su propuesta que estira la cuerda en los días decisivos del balón en manos del tribunal electoral. Abajo, el vozarrón de Palacios sobresale: "¡Sí, se-ñor pre-si-den-te!"

El discurso de media hora de López Obrador es interrumpido en varias ocasiones, sea porque menciona al presidente Vicente Fox o a Felipe Calderón, sea porque los asistentes completan sus frases antes de que las termine ("México no merece ser gobernado por un presidente...", dice, y le completan: "¡Espurio!"), o ya porque reitera que, sin lugar a dudas, él fue el ganador de la elección presidencial, una expresión que le merece la mayor ovación de todas.

Un par de horas antes del discurso, Alicia Hernández, ama de casa coyoacanense, dice que en su frase ("yo soy el presidente"), López Obrador de plano derrapó. "Nada más sirvió para que dijeran que está loco y bla, bla, bla."

Mientras juzga al líder del movimiento que apoya entusiasta, la señora Hernández sostiene un cartel que agradece a Televisa ser cumplidora de fantasías: "Ya hiciste Foxilandia, ahora vas por Calderolandia".

Jodida, pero con dignidad

A su lado, la profesora chiapaneca Magnolia Culebro justifica: "Son resbalones naturales por el desgaste, por el cansancio", y pasa a otra cosa.

Magnolia habla de lo que ocurre a diario desde el 2 de julio en muchos lugares del país, quizá en el seno de miles de familias: la división causada por el conflicto poselectoral. En la suya, Magnolia es minoría y cuenta entre risas que una hermana suya se volvió panista y le espeta a cada rato: "¡Jodida!" ¿Y qué le responde? Magnolia alza la barbilla imitando un gesto de diva cinematográfica de los 40 años: "Pero con dignidad, le digo".

Magnolia es maestra y su hermana también. La segunda votó por Calderón, no por inspiración de la profesora Elba Esther Gordillo, sino porque "se creyó eso de que a su departamento de tres recámaras le iban a meter otras dos familias; fue víctima del voto del miedo".

Se trata, explicaba Efraín Villegas una tarde antes, de "un neopanismo de pobres que por miedo a perder la casita vota por ellos". Villegas llegó el sábado desde Taxco para participar en la marcha, pero ya aquí aprovechó para sumarse brevemente a un "foro ciudadano" que varias entusiastas y guapas mujeres -y la pareja masculina de una de ellas- organizaron a las puertas
de una librería del sur de la ciudad, en una experiencia que se multiplica por toda la urbe. Llegaron, se sentaron con un cartelito y comenzaron a conversar con todos aquellos que se animaron a acercarse.

El señor Pedro dijo que "sí hubo un fraude calculado, preparado, maquinado". Otro hombre, chofer, aprovechó que esperaba a su patrón para decir que los votantes de López Obrador deberían aceptar ya que perdieron, como lo hizo el PRI. "Yo nací mexicano, guadalupano y priísta", declaró antes de irse, y poco antes de que una señora dijera que los sufragios ya se contaron y que es hora de entender que "López Obrador está haciendo aquí lo mismo que hizo en Tabasco". El cuadro
lo remató una académica jalapeña que apoyó el "voto por voto" y felicitó a las chilangas hacedoras del foro de esta manera: "Aquí están muy adelantadas".

Clasismo, racismo y naquismo

La misma sensación invade, este domingo, a tres jóvenes regiomontanos mientras caminan por la calle de Madero.

"Allá (en Monterrey) están muy marcados el clasismo, el racismo, si sacas un cartel de plano te dicen 'pinche naco'", asegura Jazmín Gallegos.

De todos modos hicieron su luchita y ahora están aquí, en su primera marcha chilanga, con caras de asombro y felices porque "con López Obrador llenamos la Macroplaza y él tuvo muchos votantes", como celebra Ana González.

En eso están cuando marabunta llega, antecediendo al candidato que de nuevo tarda más de tres horas en entrar a la plaza grande. Por largos minutos los accesos al Zócalo son ríos de gente agarapiñada, pues muchos quieren ver pasar al candidato y gritarle, como lo hacen hasta el cansancio: "¡Presidente, presidente, presidente!"

Ese grito vuelve cuando el silencio reverencial con que se escucha a la escritora Elena Poniatowska se rompe después de escuchar que en cien años no ha habido líder como López Obrador. Y vuelve acompañado de mariacheros gritos cuando Regina Orozco suelta su falsete.

Pero sobre todo regresa cuando López Obrador en el micrófono agradece la asistencia de los más pobres, repite que no tiene dudas de su triunfo, y advierte que "no podemos confiarnos y quedarnos esperando cruzados de brazos" la decisión del tribunal.

"Lo mero principal es dejar a salvo la democracia", dice el candidato, en su insistencia de que su lucha es sobre todo por ideales y no por el "cargo más importante del país".

El propósito es "la atención del asunto de fondo: la democracia", decía López Obrador hace la friolera de 14 años, entrevistado en Tabasco luego del llamado Exodo por la democracia y para rechazar la idea de que esa lucha por él encabezada no era para tumbar a un gobernador sino para demandar "la limpieza electoral, el respeto a la decisión de los ciudadanos".

Terco es el candidato, como dice Poniatowska.

"Si el gobierno sigue devaluando o envilenciendo la vía electoral, si no está dispuesto a aceptar la democracia, la sociedad va a tener el camino de la protesta y la movilización", decía también en 1992, en un intercambio que citó con largueza durante la campaña electoral.

El mismo López Obrador, otra batalla. ¿El mismo país? Del otro lado de la acera dicen que no, que tuvimos alternancia y tenemos IFE. Pero aquí la gente, los seguidores de López Obrador compiten con sus antecesores de 1988 -o con quienes eran ellos mismos aquel año- en las consignas furiosas contra las autoridades electorales y el Presidente de la República.

"No quiero llegar a los setenta marchando por las mismas causas", dice Rebeca Salazar. El problema, cavila el novelista Paco Ignacio Taibo II, es que "en México cada vez que te corres un poquito a la derecha aparece la derecha y te empuja".

Miles andan en reflexiones parecidas en el Paseo de la Reforma y calles aledañas, porque son decenas, acaso centenares de miles, los que ya ni siquiera pretenden llegar al Zócalo. Se quedan bajo las pantallotas del Hemiciclo a Juárez o el Auditorio Nacional, o simplemente caminan de aquí para allá, reconociéndose, compartiendo las consignas, las carcajadas frente a los carteles ingeniosos, los volantes ya por todos leídos, la convicción de asistir a un "acto histórico".

En todos los puntos de reunión se escucha el llamado de López Obrador a instalar el plantón más grande que se recuerde. "Les propongo que aquí nos quedemos, que permanezcamos aquí día y noche hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente."

El Zócalo afloja. La plana mayor de la coalición Por el Bien de Todos hace mutis. A media tarde, acompañando solamente por algunos cercanos y sus hijos, López Obrador sigue en el templete. Firma libros, propaganda, muñecos que lo representan. Abraza y besa a niños y niñas, y de cuando en cuando saluda con el brazo en alto. "¡Acá, Andrés Manuel, con tu pueblo!", grita una señora. Y él se acerca y la ovación crece, cuando ya lo acompañan dos dirigentes de la coalición, Ricardo Monreal y Dante Delgado.

"El político del altiplano es más frío, más calculador", decía López Obrador en la referida entrevista de hace casi tres lustros. El problema de los políticos tabasqueños, seguía, es que muchos no supieron controlar la "ruda franqueza" con la que aprendieron a hacer política. "Necesitamos controlar la pasión, aunque da cosas buenas, porque la pasión permite correr riesgos."

El centro entero en plantón, la lluvia, el amanecer de este lunes con el caos vial y los noticiarios radiofónicos hechos coro de la condena, habrán de decir si, por esta vez, la pasión trajo cosas buenas.

 
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