A la gente ya se le prendió el corazón*
Levantemos la cabeza con orgullo, porque es el momento de la resistencia.
Imposible vivir de nuevo la humillación de 1988 y dejarnos avasallar por el poder.
Imposible escuchar las voces que nos dicen que no hay remedio. Somos 2 millones de gentes dispuestas a quedarnos a vivir en el Zócalo y a convertir el coraje en orgullo y la lucha cotidiana en alegría.
Aquí estamos de pie y estamos bien parados.
Nos habíamos acostumbrado al "casi ganamos", "casi lo logramos", "casi la hicimos", "casi llegamos", y nos conformábamos, pero ahora ya no. En esta lucha pacífica hemos aprendido a cambiar, a ser más valientes. Somos 2 millones de gentes de pie, en la plaza más bella del mundo, en el ombligo de la luna, en el corazón de México, y con nuestra presencia queremos darle al gobierno una prueba contundente de nuestro descontento. No nos quedamos en nuestra casa a esperar como hace 18 años, y nos hemos organizado aunque todavía no muy bien porque apenas es el principio. Somos los de a pie, somos los que marchamos, somos los que levantamos la voz y el brazo. Aunque haya que caminar todo el país, paso a paso, aunque durmamos en los cerros, aunque nos empape la lluvia, seguiremos siendo caminantes y cuando regresemos a esta plaza a rendir cuentas permaneceremos de pie, tal y como lo estamos ahora, de pie, aquí en esta plaza.
Ya se nos prendió el corazón.
Sí, somos muy tercos; sí, Andrés Manuel López Obrador es muy terco porque no se deja. Un campesino en Ciudad Obregón me dijo: "Cuídelo mucho, porque un líder así surge en la vida de un país cada cien años". Sí, López Obrador tiene razón en no dejarse. Queremos el recuento y que se transparente la elección. Y, ¿qué tiene de malo contar de nuevo? Como dice Chaneca: "Si no hay nada que ocultar, que los vuelvan a contar". Ante la duda, la ciencia y la tecnología empiezan de nuevo. Tampoco pedimos que vuelva a hacerse la elección, mucho menos un interinato, lo único que exigimos es contar voto por voto, casilla por casilla.
Somos un pueblo acostumbrado a la violación de las leyes, somos un pueblo noble, somos un pueblo sano, somos un pueblo fuerte, un pueblo aguantador. Es mentira que seamos violentos, somos pobres y la pobreza a ratos no se aguanta, y estalla. El que nos ha hecho violencia cotidiana y nos ha denigrado es el gobierno al discriminarnos, al no darnos escuela, al no protegernos. Ni provocamos ni pretendemos encender los ánimos; sólo queremos decir nuestra verdad.
La fuerza moral de nuestra resistencia está a la vista en su carácter civil, legal y pacífico. La resistencia sabe esperar, pero no se raja. La resistencia no se desanima. No abandonaremos el esfuerzo. Si nos insultan es porque no tienen argumentos en contra nuestra, porque si los tuvieran hace mucho nos habrían aplastado. Resistimos hoy porque vamos a resistir mañana y porque en cada uno de nosotros están las raíces de la resistencia civil y pacífica que es parte de nuestra historia. Morelos, Hidalgo, Guadalupe Victoria, Juárez, Madero, Zapata, Villa, Lázaro Cárdenas resistieron como lo hicieron Demetrio Vallejo, Valentín Campa, Othón Salazar, Frida Kahlo, Rosario Ibarra, Evangelina Corona, Rubén Jaramillo, Florencio El Güero Medrano, Tere, la limonera que nos mandó fruta y nos dio agua, los huelguistas que se lanzaron a la huelga de Río Blanco y de Nueva Rosita, los mineros de Pasta de Conchos y las costureras damnificadas de los dos terremotos de 1985. La resistencia ha sido la razón y la legitimidad de nuestra historia.
Nuestra resistencia es abierta, legal, transparente y la hacemos aquí a ojos vistas y a cielo abierto, bajo el vuelo de los helicópteros. No somos conspiradores ni los judas de cartón que tanto le gustaron a Diego Rivera. La resistencia amanece todos los días a nuestro lado; la resistencia nos fortalece y nos hace los hombres y las mujeres que aspiramos ser; la resistencia construye al México que queremos para nuestros hijos.
Aquí estamos ahora frente a ustedes mi hija Paula, mi nieta Luna. Somos tres generaciones.
Todos somos resistencia civil y creativa.
Ya se nos prendió el corazón y lo levantamos con orgullo aquí en el Zócalo, que es el centro de nuestro país, el origen de todos los Méxicos. Aquí está la sangre y aquí están los huesos de nuestros abuelos. México es nuestro por legítimo derecho; no somos huérfanos, somos mexicanos y, hoy más que nunca, México nos pertenece en esta gran fiesta de la resistencia.
* Palabras pronunciadas ayer en el Zócalo durante la tercera asamblea informativa convocada por Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos.