Número
121 | Jueves 3 de agosto de 2006 Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER Directora general: CARMEN LIRA SAADE Director: Alejandro Brito Lemus |
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Por: Mario Alberto Reyes Luis Bracho y Carlos Villaseñor son gays, ambos residen en Cuernavaca y son activistas contra el sida. No es de extrañar, los varones con prácticas homosexuales (HSH, como se les conoce en el impersonal lenguaje de la epidemiología) son el grupo que más riesgos tiene de contraer VIH en Morelos, como en todo el país. Bracho y Villaseñor iniciaron en 1995, cuando vieron que la infección siempre iba un paso más adelante que los esfuerzos de las estrategias gubernamentales —a veces inexistentes. Pensaron que las ideas y esfuerzos de la sociedad civil podrían hacer la diferencia para lograr reducir el número de casos de infección en esa entidad. Fundaron el Grupo CD4 Juntos por Amor, que desde entonces realiza ferias informativas, conferencias, talleres, cabildeo político y hasta investigaciones que han servido para diseñar políticas públicas de prevención del VIH. Epidemia concentrada El Programa Estatal de VIH/sida está a cargo de la doctora María Luisa Estrada, quien en entrevista con Letra S, mencionó que en Morelos las 862 personas que se ha detectado que viven con VIH son atendidas por diversas instituciones de salud. Son 690 hombres y 172 mujeres. La estadística oficial registra que los más afectados son los HSH: 351 casos. Para la funcionaria, uno de los factores que hacen de Cuernavaca una de las ciudades más afectadas por la epidemia es su cercanía con el Distrito Federal y su perfil de centro turístico de fin de semana. Esa influencia también se refleja en la composición demográfica del estado: 70 por ciento de los morelenses vive en Cuernavaca. Pese a todo, para Estrada la situación del VIH en esa ciudad no es grave. Kenneth Morrison, investigador del Instituto Nacional de Salud Pública de esa ciudad, discrepa. Considera alarmante que la epidemia se concentre en el sector de HSH. Y señala como causa la homofobia social e institucional. “A pesar de los cambios registrados en el ámbito legal aún hay mucha intolerancia y burla hacia quienes tienen una orientación sexual diferente a la heterosexual, lo que conlleva al ejercicio de prácticas de riesgo motivadas por la depresión. “Según un estudio del Grupo CD4 realizado en discotecas gays de Cuernavaca, de un total de 600 encuestas hechas a HSH, 43 por ciento dijo no conocer a un profesional de la salud con quien pudieran hablar acerca de su sexualidad, lo que supone que la mitad de los hombres con riesgo de infección recibe información a través de sus amigos y medios de comunicación”, señaló. Saberse en riesgo El médico sabe de lo que habla: aproximadamente 95 por ciento de los casos que atiende son de varones con prácticas homosexuales. “En el área urbana existen seis varones con VIH por cada mujer infectada, pero en las zonas rurales la relación es de una mujer por cada cuatro varones, lo que explica el incremento de las amas de casa en los consultorios médicos”. Activistas en problemas “Las autoridades no toman en serio el trabajo de las organizaciones civiles. Y peor, nos ponen piedritas en el camino —se queja Luis. Una vez el Ayuntamiento nos quiso cobrar 800 pesos por hacer un tianguis informativo y un diciembre nos negaron el permiso para ocupar el Zócalo con el argumento de que ya estaba lleno por los vendedores de nochebuenas”. Otro problema de la agrupación es la falta de voluntarios para hacer la labor preventiva en plazas públicas, bares, discotecas y baños de vapor. “Muchos confunden el activismo con repartir folletos en sus tiempos libres, tomarse unas chelas y ligar, eso es falso, la lucha contra el sida requiere de muchas horas de trabajo, incluso de sacrificar buena parte de la vida personal”. Los activistas del Grupo CD4 y del Frente Nacional de Personas Afectadas por el VIH, que preside en el estado Ramiro Álvarez, dicen que en la lucha contra el sida, las organizaciones civiles han rebasado a las autoridades, y sostienen que las políticas de prevención son poco efectivas e insuficientes, por lo preparan un intenso trabajo de cabildeo con el Congreso local con el fin de incidir en la elaboración de mecanismos más eficientes. Pero exigen voluntad política. “Desde que (el gobernador saliente Sergio Estrada Cajigal) estaba en campaña le solicitamos una entrevista para plantearle las necesidades de las PVVS y hasta el momento no nos ha recibido”, señala Álvarez. Mientras el trabajo avanza, en Luis Bracho y Carlos Villaseñor pesa ya una certeza: es tiempo de pasar la estafeta a nuevos actores sociales. Se dicen muy orgullosos por la solidaria labor iniciada hace ya once años y confían en que algún día las ideas y los esfuerzos de la sociedad civil sean tomados como vanguardia por las autoridades para ponerle un dique al avance de la infección. |