En los campamentos se debate sobre la conveniencia de mantener el plantón
La resistencia causa molestias, pero el daño sería mayor sin democracia
Campechanos, tabasqueños, guerrerenses, mexiquenses, todos conviven en el Zócalo
Ampliar la imagen Los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador realizan diversas actividades durante el megaplantón Foto: José Carlo González
Viven en el Zócalo, a unos pasos de la "casa" de Andrés Manuel López Obrador. Están juntos, pero no revueltos. Son campechanos y campechanamente se dicen dispuestos al sacrificio. "El pueblo ya está acostumbrado a malcomer y con la avenida Reforma abierta o cerrada de todos modos sus alimentos no llegan", dice Alberto Camero, de Ciudad del Carmen.
El debate sobre la conveniencia de mantener el bloqueo se da en todos los campamentos.
Alberto Camero se cuenta entre la mayoría que no sólo quiere mantener el plantón, sino que estaría dispuesto a realizar acciones "más radicales". Considera que sentirse afectado por el bloqueo es lo de menos. "Yo tengo mi farmacia cerrada, aquí duermo en condiciones incómodas y no entiendo a los que dicen ser pueblo y pueden ver este fraude sin hacer nada."
Así que, para hacer algo esta madrugada, Camero y otros de sus compañeros fueron a bloquear durante varias horas la sede de la Bolsa Mexicana de Valores. Y lo platican muy divertidos.
"Es una medida necesaria aunque se esté afectando a muchos", dice Jefté León López, de Ecatepec. Para este joven que se dedica al reciclado de plástico, el plantón podría levantarse si sencillamente hubiera conteo de votos: "Hasta a Felipe Calderón le conviene, ¿o quiere ser el presidente de la duda?"
"La tenemos papita"
El bloqueo se mantiene. No todos, ni siquiera entre los que hacen los plantones, están de acuerdo, pero apechugan. Andrés Manuel López Obrador ha acusado recibo de las críticas de algunos de sus partidarios, pero insiste: "Sí, se generan molestias, pero el daño es mucho menor a que no hubiera democracia en nuestro país", dijo el pasado miércoles, sobre el pequeño templete de la esquina de Madero y Palma.
López Obrador llegó al templete en medio de aventones, pancartas y mesas que caían empujadas por una pequeña multitud de reporteros y colaboradores, y por la gente que quería verlo, tocarlo, gritarle "Presidente". No fueron baños, sino apachurrones de pueblo.
Entre quienes lo escuchó estaba Cristina Serrano, quien no está de acuerdo con el bloqueo, aunque participa en el plantón: "Mi hijo trabaja en Reforma y Bucareli, y ahora tiene que salir a las siete para llegar a las nueve". Lideresa del mercado Hidalgo, no se opone por moderación política: "Mejor vamos a hacer una huelga de hambre, pero real. O una caminata de 24 horas. ¿No que estamos dispuestos a dar la vida?, ¡pues ya, no estas mamadas!"
Josefina López, vecina de San Cosme, recuerda los bloqueos de pozos petroleros en Tabasco y se aburre en el plantón: "Aquí la tenemos papita... y si en Reforma no hay tanta gente como aquí, ¿para qué bloquear esa calle?"
Sofía Trejo se incorpora al debate. Lideresa de ambulantes habla según le ha ido en la feria: "Todas las cosas que he conseguido para la gente que represento las he conseguido a madrazos".
Trejo está al tanto de las noticias. Tanto de la carta de algunos intelectuales como de la postura a su favor del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas. Y no le da vueltas: "Me vale lo que digan los intelectuales, ellos no tienen hambre".
Marina Lonji, de la Condesa, dice que ella entiende a Encinas: "Está entre dos fuegos, pero, ¿por qué quienes lo critican no hicieron lo mismo con Vicente Fox cuando dio todo su apoyo a Calderón?"
Porfirio Romero, también de la Condesa, está de acuerdo con el bloqueo, porque "no hay otra manera de que el gobierno federal entienda".
La experiencia hace la diferencia
Más tardó López Obrador en anunciar el bloqueo que los oaxaqueños en sacar los anafres, el tasajo y las tlayudas. Las historias de lucha y la presencia del perredismo en cada entidad es notoria en los distintos campamentos. Los oaxaqueños tienen cocinas tan bien montadas que son la envidia de los neoleoneses vecinos. Guerrerenses y chiapanecos son maestros del plantón.
"Pues la verdad nunca habíamos hecho esto", dice Patricia Cuspinea, ex dirigente de la CTM de Nuevo León, ahora lopezobradorista. Y comenta algunas de las dificultades que han afrontado para sostenerse en el plantón, y también se queja de que los miembros del Partido del Trabajo "parece que ya sabían, porque apenas terminó el mitin del domingo y sacaron sus tiendas de campaña y sus estufas".
Las divisiones expresadas durante la campaña, entre perredistas y militantes de otros partidos, y entre éstos y las redes ciudadanas, están presentes. Los campechanos, por ejemplo, comparten el mismo espacio, pero divididos por unos lazos que separan a los de las redes de los miembros de Convergencia. En los campamentos de los mexiquenses cada organización -las siglas son un rosario interminable- tiene su sitio.
La resistencia que sigue
En el equipo de López Obrador no hay acuerdo sobre la "inminencia" del anuncio del tribunal electoral sobre su petición de realizar un recuento de votos.
En tanto, se guardan bajo la manga las acciones de "resistencia civil" que ya han definido. La lista es corta y fue elaborada por encargo López Obrador. Durante varios días, Leonel Cota (presidente del PRD), Dante Delgado (dirigente de Convergencia) y Jesús Ortega (coordinador de campaña), sostuvieron 10 reuniones en las cuales analizaron un sinnúmero de posibles acciones. Al final, presentaron a López Obrador unas cuantas que consideraron viables. "Y de esas pocas, él decidió", dice Ortega.
Pese a las críticas, los integrantes del equipo lopezobradorista están convencidos de que su estrategia es la correcta. O de que "no quedaba de otra", como dicen a este reportero varios dirigentes. "Además, la verdad, ésta es una resistencia light", dice uno de los principales operadores de la coalición. Este afirma que con todo y que se han echado encima a la mayoría de los medios y opinadores profesionales, estas acciones son las más "suaves" posibles. "A mediados de julio, el domingo de la segunda asamblea informativa, íbamos a bloquear todas las entradas y salidas a la ciudad", dice. Aquella vez, sin embargo, estimaron que no era el momento de "meter todo el calor" sobre los magistrados del tribunal electoral.
Autopsia de un fraude
El plantón es una verbena popular. Y no se tiene que andar mucho para darse cuenta de que una de las actividades más socorridas es la de ofrecer "pruebas del fraude": en un lado dan una conferencia sobre la "manipulación cibernética"; en otro se muestran documentos que expresan errores del Programa de Resultados Electorales Preliminares; en un espacio más se ofrecen resúmenes de todas las pruebas.
Sin embargo, en el alto mando de la coalición se sabe que aún no se logra transmitir a la opinión pública la certeza de un fraude a la "antigüita" el día de la jornada electoral. Lo formula así un operador de López Obrador: "Tenemos el cadáver en la plancha, está azul, así que podemos suponer que murió por asfixia, pero no tiene huella alguna en el cuello; entonces debemos suponer que fue envenenado, pero todavía no encontramos los restos del cianuro".
Mientras el tribunal electoral decide si va por la autopsia completa, el plantón sigue, con todo y bloqueo. A Sofía Trejo, la lideresa de los trancazos, le parece a todo dar, sobre todo porque sus representados vendían en la zona de la Alameda: "Y desde que los ricos tomaron esa zona los pobres ya no pasábamos por ahí".
Ajena a los catorrazos como forma de lucha es Isla del Carmen Santisbon -de verdad así se llama-. Es una señora mayor, pequeñita y claridosa. Esta mañana fue a visitar al comerciante que le surte los pantalones que ella revende en Campeche. "Tengo años tratándolo, ¿y sabe qué fue lo único que me preguntó? Que quisiera saber de dónde sale el dinero para que López Obrador nos tenga a todos aquí".
Isla del Carmen dice que su proveedor es un hombre muy adinerado, y todavía no la abandona el coraje cuando refiere su respuesta mientras se toca orgullosamente su blusa de estambre: "Esta ropa no se usa en Campeche. Me la dieron unas gentes bonitas de aquí, para que pudiera quedarme en el plantón. Y usted... usted no me ha ofrecido ni un café".