Esta es resistencia
Con el mismo porte de quien lucha con dignidad y el mismo rostro de indignación me encontré allá y acá: en el centro de Seattle y en el Zócalo, el primero en un contexto laboral y el segundo en el marco poselectoral; uno en la Second Avenue y otro en Paseo de la Reforma.
De regreso a mi tierra, después de un año de estudios en el país más rico del mundo, veo a los paisanos de la misma clase trabajadora tomando las calles allá y acá, provocando el caos en la circulación con marchas y plantones, causando pérdidas a algunos empresarios, haciendo oír su voz en actos de resistencia.
Jesús Moctezuma, vendedor ambulante de Ecatepec, me explicaba ayer, en pleno Paseo de la Reforma: "Con todo respeto, pero la maestra Esther es una lamehuevos del señor Ugalde; Calderón sólo quiere sangrar al pueblo y a Fox le rompió los huevos su esposa. Marcos le trabaja a Salinas y aquí el único que tiene bien puestos los huevos es Andrés Manuel".
La entrada al México de hoy es como un golpe emocional en seco que se siente en el vientre: son los mismos excluidos y discriminados que luchan por una ciudadanía que garantice su derecho al trabajo y a la elección de sus gobernantes; allá son los indocumentados, acá los desempleados.
Protestando frente al consulado de México en Seattle conocí hace un mes a Irene Herrera, quien portaba un cartel con la leyenda: "El maestro luchando también está enseñando". Originaria de San José del Progreso, ubicado en la costa oaxaqueña, me explicó: "Acá estoy viviendo desde hace 15 años, dejé México por el sistema gubernamental de allá, que tiene a los maestros con esos sueldos tan rezagados. Soy maestra titulada, daba clase de primaria en comunidades rurales y en los pueblos más escondidos de mi estado, porque es ahí donde los niños más nos necesitan. Pero el sueldo era muy amarrado y me decidí a venir porque yo quería que mi hijo estudiara y tenía que ayudar a mis padres. Mi novio ya se había venido para acá y un año después yo me decidí, la economía me incitó. Empecé limpiando cuartos de hotel y casas. Se sufre bastante, pero yo miraba que el dinero acá era más, así que empecé a ayudar a mi familia, y al año siguiente me traje a Fredy, mi hijo, cuando tenía seis años; una hermana me ayudó a pasarlo. La cruzada es muy triste, no tienes idea de lo que se pasa: te persiguen como si fueras criminal, y ese sentimiento nunca se olvida. Hasta ahora recuperé mi trabajo de maestra en un cetro de prescolar; ya no limpio casas desde hace dos años. Este sí es un trabajo digno que me permite sacar mis gastos y ayudar a mi familia, la de acá y la que sigue allá en mi tierra. Hoy se trata de dar apoyo a los maestros que protestan en el zócalo de Oaxaca, por eso estoy aquí, alzando mi voz y diciendo que hay que poner un poco de atención al problema de Oaxaca. Siempre han estado con ese sueldo raquítico; si les pagaran bien no habría necesidad de plantones ni de golpes ni de represión ni de huelga, eso se pararía. Queremos poner un gobierno que sirva al pueblo porque hasta ahora los gobernantes sólo están atendiendo las necesidades para su persona, para su comodidad, y hay un momento en que la gente no aguanta y necesita que se le escuche. Ahorita tendríamos que darle oportunidad de gobernar al candidato Andrés Manuel porque está apoyado por el pueblo, nunca le hemos dado esa oportunidad. Ojalá no nos equivoquemos. Tengo esperanzas de que sea la gente la que lo ponga, y no que manos por ahí escondidas nos pongan al otro. Ya es momento de que den oportunidad a la gente del pueblo a poner a su candidato; eso sí, si no cumple, el mismo pueblo lo puede quitar. Ojalá todos salgan a votar y pongan sus plegarias, que escojan al que los va a representar y no se va a llevar su tajadita a lo descarado".
Más allá de la reforma de inmigración y de la crisis poselectoral, se trata de un movimiento poderosísimo de dos rostros del cual hay que resaltar la lección que está brindando al mundo entero: una masa crítica que está haciendo visible la debilidad del modelo económico y político, y una lucha de clases que evidencia las disparidades y las fallas de una democracia secuestrada por el empresariado. Es un mismo movimiento de resistencia que está llegando al límite, y opta por la desobediencia civil, no por la violencia. Entre integrantes de las mismas familias, unos deciden atravesar la frontera ilegalmente y otros se quedan a retar a las instituciones electorales. Son grupos que sueñan que es posible cambiar las cosas. Es gente que decidió salir para romper las reglas en vez de salir a robar.
Bien me decían amigos estadunideneses: nosotros debimos reaccionar como ustedes ante los dos fraudes electorales que hemos vivido: el de Florida, en 2000, y el de Ohio en 2004; hoy tenemos un presidente impuesto.