La más joven de las emisoras comunitarias transmite desde Amecameca
Persiste La Voladora Radio en su búsqueda por ''dar alas a la palabra''
La ley Televisa reglamenta privilegios, deplora su director
La situación de esas estaciones empeorará cuando llegue la digitalización, alerta Daniel Iván García Manrique
Desde Amecameca, al pie del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, La Voladora Radio, la más joven de las emisoras comunitarias de México, busca''dar alas a la palabra''. En la lucha por democratizar los medios de comunicación y crear espacios de cultura y creatividad, el trabajo de esa estación se plantea el reto de hacer que ''las personas que no necesariamente tienen educación formal experimenten lo que significa hacer radio".
El proyecto comenzó a gestarse durante la huelga estudiantil de la Universidad Nacional Autónoma de México de 1999-2000, cuando alumnos de ingeniería consiguieron armar transistores de FM, ''algo inusitado", contó en entrevista con La Jornada Daniel Iván García Manrique, director de la estación, que transmite vía Internet (www.lavoladora.net) y por el 97.3 de FM.
Luego de algunos experimentos radiales en la ciudad de México, el proyecto fue reformulándose y se hizo itinerante hasta que echó raíces al pie de los volcanes, donde cubrió los huecos de la ''mala cobertura informativa" de los grandes medios electrónicos, particularmente Televisa, que anunció una evacuación falsa durante una contingencia volcánica en 2000.
Esa ''crisis de información" que ayudaron a solucionar en el ámbito local sirvió al equipo de La Voladora para darse cuenta de que el proyecto ''era viable en Amecameca, porque hay una herencia cultural un tanto descuidada por la comunidad y las autoridades", afirmó García Manrique.
Tortuosos caminos a la legalidad
Tras varios años de espera y un intento de clausura con operativo policial en 2004, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) otorgó a la emisora el permiso para transmitir.
Sin embargo, el mismo aval que desde el 25 de enero legalizó su situación ha estrechado sus posibilidades de funcionamiento. El permiso otorgado, que también se aplica a medios educativos y culturales, les impide tener ingresos por comercialización o patrocinio, así que subsisten buscando alternativas de financiamiento como un club de amigos y subastas de arte.
Otra cuestión difícil para las radios comunitarias, dijo Iván García, es el alcance. La SCT autorizó a La Voladora para transmitir con 300 vatios de potencia, lo que permite abarcar tres municipios, cuando el proyecto era para 12, incluido el Distrito Federal.
Para conseguir el permiso, los responsables del proyecto debieron resignarse en las negociaciones a no llegar a una audiencia multitudinaria. Además se les otorgó una frecuencia que ya estaba ocupada por una estación de Cuernavaca con capacidad de 500 mil vatios, razón por la cual debieron presentar reclamos y esperan una respuesta.
Asimismo, la recién aprobada reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión, conocida como ley Televisa, tiene muchos puntos para analizar pero, en esencia, es ''absurda" y reglamenta los privilegios para la radio y la televisión ''como industrias", sostuvo García Manrique.
Al obviar a los medios comunitarios, la ley ''impide a los medios no lucrativos que puedan subsistir con su trabajo; coloca en situación de privilegio a las personas o empresas con mucho dinero y establece un régimen persecutorio -casi policiaco- para el otorgamiento de permisos".
Sobre esto último, el director de La Voladora explicó que la reciente reforma permite a las autoridades pedir todo tipo de información a quien sea y como sea antes de conceder un aval. Sobre los privilegios, aclaró que la respuesta a una solicitud de permiso no tiene plazo definido, mientras una concesión puede obtenerse en horas mediante una subasta. ''Eso es el colmo de la discrecionalidad, es discriminatorio."
Y la situación empeorará cuando llegue la digitalización, el salto tecnológico que será ''de vida o muerte para las radios comunitarias". La perspectiva no es muy optimista, pues un transmisor digital cuesta cientos de miles de dólares, precio inalcanzable para una radio indígena o de barrio.
La apuesta comunitaria
Con todo en su contra, se estima que existen entre 90 y 150 radios comunitarias en México y sólo 12 cuentan con permiso de la SCT. La Voladora es la hermana menor de esta familia que intenta sobrevivir al último golpe, la legalización de los privilegios económicos.
Sus 10 impulsores permanentes y 35 colaboradores tienen claro que la programación debe ser atractiva. No aspiran a la marginalidad, saben que compiten y quieren ser oídos. Sin embargo, su mayor preocupación no es el rating sino la incidencia social. Para las mujeres y hombres que hacen La Voladora, el objetivo es ''hacer pensar, generar reflexión y lograr que las personas se hagan dueñas de la radio".