Democracia y programa
Varias organizaciones campesinas anunciaron movilizaciones de protesta en todo el país, como plantones en puentes fronterizos y una marcha nacional, con tractores y animales de tiro, que confluya en el Zócalo. El lema es, por un lado, el ya muy usado "voto por voto", pero agregan la defensa del maíz y del frijol. Una de las más notorias diferencias que se vieron en la campaña electoral estuvo ahí, López Obrador decía insistentemente que debía renegociarse el Tratado de Libre Comercio de América del Norte para que no se abra la libre importación de esos productos agrícolas y a la vez alimentos básicos. Calderón, las pocas veces que se refirió al tema, dijo que no consideraba viable la propuesta mencionada.
Para estos campesinos, entonces, el "voto por voto" y por tanto el triunfo de López Obrador son al mismo tiempo la salvación de la siembra, cosecha y venta del maíz y el frijol, modo de vida de millones de campesinos. Se está identificando, uniendo, un aspecto del programa alternativo, con el triunfo de la democracia. Claro que esto atrae a los campesinos por partida doble.
Se pueden hacer identificaciones similares en otros sectores, y el resultado será muy interesante. Son muy amplios los sectores que se han visto afectados por la represión, o que están amenazados por la misma. En repetidas ocasiones, López Obrador ha planteado que los problemas sociales y políticos deben ser resueltos mediante la negociación y el diálogo. En cambio, la derecha gobernante no sólo usa la represión con frecuencia, sino que amenaza con ella a cada rato. De modo que el "voto por voto" y el consiguiente triunfo de López Obrador son el más contundente NO a la represión, y ambas demandas se identifican entre sí.
Numerosos sectores se oponen con especial vigor a que se esté metiendo cada vez más el capital privado, y sobre todo extranjero, a Pemex y al sector eléctrico. López Obrador no sólo se ha opuesto sistemáticamente a la privatización, sino que impulsa una mayor inversión productiva, una modernización de estas industrias y su superación en varios sentidos. De modo que, como en los otros casos, el "voto por voto" equivale a la realización de estos avances y a la cancelación de las privatizaciones en sus diversas formas.
En especial, estos avances incluyen la construcción de tres refinerías, que permitirán suprimir la importación de gasolina y por lo tanto venderla más barata. Contribuirán también a la eliminación de la importación de gas natural, al producir refinados que lo sustituyan en la generación de electricidad. Y el desarrollo de plantas para generar electricidad con energía renovable, que no usan ningún combustible, como hidroeléctricas (sin inundar grandes áreas y contratando personal local), la energía generada con el viento y la geotermia, complementarán la independencia de las importaciones de ese gas.
El desempleo afecta a muchísimas personas, y otras están en un riesgo inminente de perder el trabajo. La derecha gobernante, después de más de 20 años de su política de estancamiento económico y castigo al empleo, dice que las cosas deben seguir así. En cambio, López Obrador ha planteado reiteradamente la inversión en infraestructura, en el campo, en vivienda, en general, en el impulso a la industria de la construcción, que emplea mucha mano de obra y materiales de fabricación nacional. En especial, la construcción de instalaciones de las industrias energéticas, que son parte de proyectos que duran varios años, generan empleo en el corto, mediano y largo plazos.
Así, el desarrollo de campos petroleros y gaseros, la construcción de refinerías y ductos, la instalación de plantas eléctricas, el tendido de líneas de transmisión de electricidad y muchas otras obras complementarias, siempre con las opciones que generan más empleos y consumen más bienes nacionales (que a su vez generan más empleos nacionales), desempeñan un papel muy importante en el combate al desempleo. De modo que, una vez más, el "voto por voto" es al mismo tiempo la lucha contra el desempleo.
De por sí, la lucha por la democracia, por poder elegir a nuestros gobernantes, contra el fraude electoral, son algo fundamental, y no de balde vemos a millones de personas participando en ella en diferentes formas. Pero no es sólo eso. Es al mismo tiempo si vamos a seguir en un país corroído por la corrupción, gobernado por unos cuantos que se han enriquecido a costa de los fondos públicos, en el estancamiento económico, con una seguridad social cada vez más degradada, etc.; o si vamos a construir un país en el que los beneficios alcancen a la mayoría, en las formas con las que hemos ejemplificado, y otras más.
Por todas estas razones, no es admisible que, con un criterio arbitrario de revisar sólo el 9 por ciento de las casillas, se entregue el poder a la derecha. Sería demasiado lo que perdería el país y eso explica la creciente resistencia civil y pacífica a ese enorme fraude electoral.