Posicionamientopolítico de los obispos
Ante el rechazo de los actores políticos para que la Iglesia pudiera fungir como instancia mediadora en el conflicto poselectoral, los obispos parecieran inclinarse por el candidato panista Felipe Calderón vía el discurso del respeto a las instituciones electorales, de la legalidad y por la paz. En el fondo existe una seria preocupación por que se desborde el movimiento social que se ha desatado en torno a Andrés Manuel López Obrador, que llegue a niveles de violencia, amenazando la estabilidad social. Si bien muchos obispos habían externado en los hechos, durante el proceso electoral, sus preferencias panistas, el discurso de las autoridades de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) había intentado equilibrar la balanza, guardando una actitud conciliatoria ante las principales fuerzas políticas del país. Ahora paulatinamente el episcopado va configurando en su discurso posturas políticas más definidas que en cierta manera desnudan una posición que trabajosamente intentó, ante escenarios de competencia política cerrada, guardarse como actor imparcial.
Los obispos no son toda la Iglesia, pero la dirigen; hablan en nombre de los católicos como si éstos los siguieran ciegamente. Las encuestas muestran que la mayoría de los católicos no reconocen liderazgo de sus pastores en materia política y hacen "oídos sordos" a la normatividad moral que pregonan. Sin embargo, la Iglesia católica no podría existir sin la jerarquía que se ve expuesta a las grandes corrientes seculares y políticas que la atraviesan como a cualquier organización social.
La Iglesia, en cierta forma, interioriza los conflictos de la sociedad y los procesa de manera compleja guardando equilibrios delicados que surgen de la doctrina o corpus, que la dota de identidad, y de la disciplina de una institución jerarquizada, cuya última palabra inapelable la tiene el Papa. Si durante el proceso electoral de 2000, los obispos se debatieron entre la disyuntiva Labatida-Fox, la alternancia como sujeto de fondo; ahora, desde el rijoso proceso de campañas electorales de 2006, optaron por una aparente distancia que poco a poco se ha ido decantando por Calderón como el candidato confesional con el que tendrá mayor interlocución, vía un discurso que reivindica la legalidad demandando socorrer la estabilidad social, la paz, como condiciones necesarias para sortear el grueso nudo político y social que hoy enfrenta el país.
Así, el cardenal Norberto Rivera sigue pendular, no ha dejado de respaldar a las instituciones electorales e insistentemente ha llamado a la sensatez de los actores políticos, se ha sumado al cuestionamiento del plantón en la avenida Reforma que impide el derecho al libre tránsito de las personas; en cambio, en el órgano de difusión de la arquidiócesis de México, la postura se radicaliza, calificando la posición de López Obrador de "irresponsable e incendiaria". En ese sentido, Emilio Berlié, antes de viajar a Florida a un encuentro internacional de los Caballeros de Colón, asumió el mismo discurso conciliatorio en alusión a la postura de López Obrador y rechazó sus "mecanismos improvisados" (Milenio Novedades, Yucatán, 1/8/06). Por su parte, Onésimo Cepeda, históricamente enfrentado de manera antagónica al perredismo, habló el domingo pasado, al acudir al tercer informe del alcalde de Ecatepec, de su preocupación por la gobernabilidad del país: "Llamo a los panistas y a los perredistas a la prudencia, a todos porque lógicamente la violencia genera más violencia... el candidato que gane debe procurar un gobierno plural donde haya consensos entre todos, porque nadie tiene mayoría, entonces el consenso para gobernar es necesario" (Impulso, estado de México, 6/8/06).
Sin embargo, la declaración más contrastante fue la de monseñor Carlos Aguiar Retes, obispo de Texcoco y secretario general de la CEM, quien se había empeñado en una posición más moderada y equilibrada de cara al proceso electoral.
En un texto que lleva el sello de la CEM expresa con tono endurecido: "Nos extraña que el candidato Andrés Manuel López Obrador haya rebasado su compromiso público de no afectar a terceros y siga queriendo resolver en la calle lo que debe resolverse, conforme a la ley, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Estamos seguros que la voluntad de la inmensa mayoría de los mexicanos no es de violencia, ni verbal ni física; es de paz, de concordia y reconciliación. Por eso agradecemos la actitud de madurez política, de apego a la ley y a sus instituciones, del licenciado Felipe Calderón Hinojosa, candidato proclamado ganador por el Instituto Federal Electoral. Le pedimos siga por ese camino". Aguiar representa a una nueva generación de obispos mexicanos con notables capacidades intelectuales y organizativas, no es gratuito que sea también viecepresidente del CELAM y uno de los pilares de la organización de la quinta conferencia general de ese organismo latinoamericano. Por ello, su dicho debe analizarse como un termómetro real del episcopado.
La declaración del obispo de Texcoco causó sorpresa entre arzobispos y clérigos, que si bien no son abiertamente perredistas, sí simpatizan con algunos planteamientos de López Obrador. Sería un error aventurar que los obispos en materia política piensen igual; como en toda organización social existen diferentes percepciones de la realidad y de la manera de incidir en ella. Por ello, "primero los pobres" resulta abiertamente atractivo a un número importante de prelados. Nos atrevemos a suponer que los obispos ven en Calderón un interlocutor ideal para sus políticas educativas, mediáticas y de normatividad moral; no obstante, hay una notable discrepancia en torno del proyecto económico liberal. La Iglesia ha sostenido su absoluto rechazo a las políticas ultraliberales en las que prevalece la dictadura del mercado salvaje, los privilegios copulares y la creciente marginación de amplios sectores. Este es un diferendo que los obispos mantienen con el Estado desde los tiempos de Miguel de la Madrid, del cual nos ocuparemos más adelante.