Editorial
Viajeros, víctimas de la histeria antiterrorista
Los gobiernos del Reino Unido y Estados Unidos entraron ayer jueves en una nueva etapa de histeria luego de que las autoridades británicas abortaran un plan de presuntos terrorista de la red Al Qaeda para hacer explotar en pleno vuelo al menos 10 aviones comerciales que hacen el trayecto entre Inglaterra y el territorio estadunidense. Esta histeria se ha traducido en una serie de medidas de seguridad sin precedente en los aeropuertos internacionales, las cuales, lejos de ayudar a detectar a posibles atacantes, restringen severamente las libertades de los pasajeros.
Según el gobierno británico, hasta el momento se ha detenido a 24 personas todas ellas musulmanas originarias de Pakistán, pero con nacionalidad inglesa en Londres y sus alrededores. Al parecer, estos supuestos terroristas tenían planeado detonar, en los próximos días, explosivos líquidos escondidos en el equipaje de mano en vuelos de las aerolíneas estadunidenses United, American y Continental. No está claro si se trataba de sustancias altamente inflamables, como solventes industriales que se pueden adquirir fácilmente en negocios legales, o de explosivos diluidos en algún tipo de líquido.
Por lo pronto, tanto el Reino Unido como Estados Unidos se encuentran en su máximo nivel de alerta ante la posibilidad de que los presuntos terroristas contaran con un plan alternativo en caso de ser detectados. Esta situación es normal, pero lo que sale fuera de lo común son las restrictivas medidas de seguridad impuestas a los pasajeros. Desde ahora, todo el calzado deberá ser revisado con rayos X, se prohíbe subir a bordo cualquier clase de aparatos electrónicos computadoras portátiles y hasta teléfonos móviles, así como bebidas agua incluida, sustancias gelatinosas, lociones, perfumes, pasta de dientes, shampoo, cremas y medicinas. Las únicas excepciones son alimentos y leche para bebés, siempre y cuando uno de los padres compruebe su autenticidad ante oficiales de seguridad, y medicamentos que hayan sido recetados a los viajeros.
Además, no se permitirá abordar a ninguna persona con bolso de mano: las pertenencias personales más esenciales, como dinero, monederos, tarjetas de crédito, llaves (siempre que no sean electrónicas) y documentos de viaje deberán ser transportados en una bolsa de plástico transparente y no se podrá llevar nada en los bolsillos. Asimismo, en Gran Bretaña los aditamentos especiales para personas con alguna discapacidad, como sillas de ruedas, bastones y andaderas, deberán pasar por los monitoreos de seguridad; se prohibió la venta de perfumes y alcohol en las tiendas libres de impuestos de los aeropuertos, se restringió la venta de comida y bebida en algunas terminales aéreas, y se frenó el comercio de encendedores y hasta libros. Aunque llevar gafas y lentes de contacto está permitido, no se podrán llevar las fundas y los líquidos especiales para su limpieza. Y si bien los artículos de higiene femenina también están autorizados, estos deberán venir sin su empaque original.
La intención de Gran Bretaña y Estados Unidos con esta lista de restricciones es evitar cualquier atentado contra las líneas aéreas y proteger a los pasajeros. Sin embargo, hay que señalar que limitar los derechos y libertades de los viajeros no es el modo de luchar contra el terrorismo, ya que la intolerancia y el odio no se pueden combatir convirtiendo a todas las personas en sospechosas por el simple hecho de abordar un avión. Inclusive se trata de una situación peligrosa, debido a que pone en riesgo a los pasajeros que parezcan potenciales atacantes a los ojos de los agentes de seguridad, una eventualidad que hace un año le costó la vida al brasileño Jean Charles de Menezes, abatido por la policía inglesa en Londres cuando lo confundió con un terrorista. Es por ello que el Reino Unido y Washington deberían revisar estas medidas, ya que el remedio podría empeorar la enfermedad.