Los pobladores oaxaqueños mostraron su resentimiento y dolor
Estallaron las balas y la indignación
Oaxaca, Oax. 10 de agosto. Anochecía cuando todo estalló en Oaxaca. La casa de donde dispararon los sicarios, que ultimaron a José Jiménez Colmenares, mecánico de profesión. Estalló la indignación de los 20 mil manifestantes, gente del pueblo y maestros convocados por la APPO para demandar sólo tres cosas: la liberación de Germán Mendoza Nube, Catarino Torres Pereda, Eliel Vásquez y Leobardo López. La presentación con vida de los tres hombres desaparecidos anoche ("vivos se los llevaron, vivos los queremos"), quienes realizaban una ronda nocturna para vigilar el gran plantón del magisterio y la APPO, y habrían sido levantados por fuerzas del orden, o su pareja, las fuerzas del desorden. Y como siempre, la caída de Ulises Ruiz Ortiz.
También estallaron otras cosas, empezando por el dolor de miles de manifestantes, además de estallar los tanques gas de la casa en llamas de donde habían disparado los sicarios. Y de manera verbal, el resentimiento contra los medios que tan mal los han tratado. "A ver si ahora sí dicen la verdad", era lo menos que decía la gente a la llegada de los trabajadores de la prensa una vez que el crimen se había cometido a la vista de todos. Y estalló con certidumbre el grito estelar de la hora: "Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó".
Un hombre, con serenidad escalofriante, dijo: "Es increíble que se tengan que morir compañeros para que se vaya esa camarilla". Por eso, cuando la alta nube negra de humo invadió el cielo de la ciudad desde la colonia Ex Marquesado (de hecho, la muerte de José Jiménez Colmenares ocurrió a menos de 100 metros del templo colonial del Marquesado), era evidente que alguna fatalidad se estaba cumpliendo, y era un mensaje a toda la capital de estado, pues aún había luz y de seguro el humo se veía más allá del centro.
La casa ubicada en Niños Héroes 130, nueva y deshabitada, donde acechaban los cinco individuos que primero apedrearon (¿para provocar?) a la manifestación pacífica que en esos momentos pasaba, para enseguida disparar a mansalva, quedó destruída. Luego se supo que estaba rentada a la policía. En el interior de uno de los vehículos fue encontrada una placa de la Policía Judicial Federal, además de numerosos documentos y evidencias que obran ya en poder de la APPO.
Ardía ya una moticicleta cuando la gente abrió los carros rompiéndoles los cristales, antes de romperles todo lo demás. Los agresores tal vez pensaron que la reja cerrada que los separaba de la estrecha calle los protegería lo suficiente para poder huir hacia el cerro que allí mismo comienza, en una colonia conocida como priísta y que ya en días recientes ha servido para que se reúnan grupos de choque y policías, amagando con "recuperar" las instalaciones del Canal 9, muy próximas, donde concluiría con un mitin la marcha popular. Sólo uno, el que al parecer disparó la bala fatal, no fue capturado por la gente. Se dijo que se ocultaba en la cisterna, y para hacerlo salir iniciaron el fuego.
No salió. Lo más seguro es que alcanzó monte. Como sea, las llamas se propagaron pronto. Los bomberos tardaron más de media hora en llegar. Es poco común ver consumirse completamente una casa sin que se apague el incendio. El fuego era real, y también un símbolo. "Anoche vi que un periodista dijo en la televisión: 'Que se pudra Oaxaca'. Quisiera que viera esto", dijo un hombre. Y otro dijo: "Nos tratan como si no fuéramos gente".
La marcha, citada frente a las instalaciones del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, había iniciado más bien frente a la principal base militar del estado, sobre la carretera Cristóbal Colón, en Ixcotel, y duplicó su número antes de alcanzar el centro, en su camino a las instalaciones de la Cortv, en el otro extremo de la ciudad. Encabezaba a la multitud la silla de ruedas vacía de Germán Mendoza Nube, y pegada al respaldo una foto suya, sentado en ese aparato médico. Al lado caminaban su esposa Sonia Casas y la madre de Juan Gabriel Ríos, el maestro de 24 años que desapareció anoche en estas calles junto con el biólogo Ramiro Aragón Pérez (biólogo, de 30) y Elinoai Santiago Sánchez (maestro de 24). Era una manifestación todo menos festiva.
Ahora en México se detiene con violencia a discapacitados y se les atribuyen "delitos" para los que físicamente están impedidos. Ahora, otra vez hay desaparecidos políticos. Los anteriores en Oaxaca fueron en 1996. Siempre son un síntoma de guerra sucia. Y de eso, sólo de eso, trataba esta marcha, convocada con menos de 24 horas de anticipación. Esta mañana los voceros de la APPO estimaban que asistirían 2 o 3 mil personas, "sin bien nos va".
Amas de casa, maestros, estudiantes, centenares de niños, trabajadores, indígenas, pequeños comerciantes. El blanco perfecto. Abrían paso dos carros y los jovencísimos miembros del Honorable Cuerpo de Topiles (HCT), con sus bastones característicos, en versión urbana (o sea garrotes arrebatados a la policía el 14 de junio, y simples palos cortos). Una maestra iba leyendo con un magnavoz un diario del día sobre la aprehensión (pues oficialmente eso fue, según se supo luego) de Nubes, como le dicen, y otra sobre el asesinato en una emboscada de tres triquis (dos de la APPO y un niño) en la región de Putla de Guerrero. Nadie sabía que hoy se dirigían a otra emboscada.
Dos de los sicarios se dieron tiempo de subir al balcón de su casa y seguir disparando contra los manifestantes. En el patio del inmueble había también vehículos del hospital Clínica Santa María, ubicada justo enfrente, y cuyo director es también dueño del inmueble desde donde se hizo el ataque. A esa clínica lograron llevar de inmediato a José Jiménez, quien agonizó pocos minutos. En estertores finales fue conducido al quirófano, pero ya no llegó. Su compañera, la maestra Florina Jiménez, alcanzó la camilla, pero la bala en el corazón de su marido fue implacable. Al verlo fallecer, la mujer se desvaneció en medio del llanto y fue trasladada por el personal médico a otra sala para atenderla.
Al cruzar El Llano, los manifestantes habían gritado frente al Vips (de Wal-Mart) y al contiguo Poder Judicial Federal: "Esos son, esos son, los que chingan la nación". Decenas de jóvenes volvían a pintar con aerosol las consignas, borradas las anteriores recientemente en las fachadas de bancos y oficinas públicas. A esas horas había aún lugar para bromas. Uno de la APPO comentó: "Si alguien está ganando con el movimiento es Comex, ellos venden los aerosoles de los estudiantes, y también la pintura con que los dueños borran las pintas".
Un nuevo esténcil recorrería la ruta. En él se ve la cabeza de Ulises Ruiz colgando de una larga soga. Y una consigna también nueva: "Fox, Calderón y Ulises, el pueblo los maldice". Ya estaba llegando la marcha a su destino, donde iba a reforzar el plantón que resguarda las instalaciones ocupadas de Cortv, cuyo desalojo demandó ayer al gobierno federal la diputada priísta Consuelo Rodríguez de Alba en un documento plagado de mentiras ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, la cual le dio entrada.
Los casquillos de bala calibre 38 y el arma homicida, los documentos a nombre de Omar Abisaín Ramírez Saucedo, los sellos de la Subdirección General de Transporte y otras posibles evidencias recogidas en el lugar son hoy la escoria de un hecho: un muerto inerme, nuevos heridos de bala. Es decir, el estado de derecho.