Astillero
Libreto envenenado
Trampas y pifias, pero poquitas
Los opinantes lampedusos
Chiapas: autoengaños del PRD
Astillas:
Los datos del recuento conocidos hasta ahora muestran sin sombra de duda que, a pesar del teatro numérico montado a partir de paquetes previamente arreglados, resultó inocultable la magnitud de la estafa electoral cometida por el foxismo-calderonismo y sus brazos operativos, el explícitamente mapacheril a cargo de La Madrina, Elba Esther Gordillo, y el supuestamente institucional a cargo de El Ahijado Luis Carlos Ugalde.
Pero, a pesar de las evidencias oficiales del gran fraude, la dictadura del yunque azul pretende convertir esas irregularidades administrativas y aritméticas en presunta prueba de que el candidato de la continuidad agravada ganó aunque con ligeras modificaciones cuantitativas y que el proceso electoral habría sido exorcizado justamente con la detección y corrección de las "pequeñas" fallas que contenía.
El discurso del gatopardismo electoral ha sido debidamente programado en las pautas del periodismo y los opinantes controlados. Se recontó y nada, o muy poco, cambió, dicen ufanos los lampedusos (Giuseppe Tomasi di Lampedusa nació en Palermo, Sicilia, en 1896, y escribió El Gatopardo, una novela que se centra en los problemas políticos y sociales de don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina -¡oh!, ¿se llamaba don Carlo ese príncipe?-, y su familia). Según los gatos amantes de lo pardo, la danza de las boletas electorales es un accidente sin importancia cuyas consecuencias quedarían subsanadas por el hecho de que las anomalías habrían afectado a las dos principales partes en contienda que, al final del acto electoralmente circense, habrían de quedar más o menos con la misma diferencia de cifras originalmente instalada.
Cubierto el requisito del nuevo conteo circunscrito a paquetes previamente abiertos por los buenos muchachos del IFE, tocará al tribunal electoral federal decidir si el número de irregularidades detectadas son suficientes para ordenar que el escrutinio se haga en la totalidad de esos paquetes o, a la luz de lo hasta ahora conocido, se confirma que el mayor número de votos corresponde a Felipe Calderón. Luego, los jurisperitos especializados en comicios deberán decidir si el proceso electoral es válido o inválido. Y a partir de esa declaración se abrirían dos caminos: el interinato y la convocatoria a nuevos comicios para terminar el sexenio ya iniciado, o la instauración de un presidente electo a cuyo servicio serían puestos los mecanismos oficiales de represión para combatir a quienes se opusieran activamente a esa declaración de triunfo.
Todo hace suponer que la maraña dominante de intereses tiene todo preparado para continuar con el libreto envenenado del presunto triunfo felipense. Pero no se trata sólo de un proceso jurídico o administrativo. Contra la pretensión de imponer un presidente ilegítimo se ha levantado un movimiento popular amplio que, más allá de López Obrador y su partido, o de la coalición que les apoya, está decidido a impedir el paso de la derecha electoralmente golpista. Hay un ánimo social resuelto a luchar y hay un candidato-dirigente que dice estar decidido a pelear hasta el final, "en serio" y sin concesiones ni negociaciones oscuras. Ese movimiento se ha mantenido a lo largo de dos semanas en un plantón polémico que ha ocupado arterias viales importantes de la ciudad de México y, de manera intencionalmente suavizada (pero, también, intencionalmente sugerente), ha tocado con el pétalo de la resistencia civil a algunas instituciones públicas y privadas.
Tal vez el principal logro de la movilización habida desde el 3 de julio sea que la denuncia de la estafa electoral no pudo ser apagada de un manotazo televisivo y que, conforme pasan los días, surgen más evidencias de esa adulteración en las urnas y en las computadoras oficiales del IFE. En la nueva etapa del movimiento, que se ha dicho que será anunciada hoy, deberá influir positivamente el hecho de que la lucha hasta ahora realizada no ha sido infructuosa, y que los rasgos del gran timo van quedando cada vez más identificables.
La prioridad de la lucha contra el fraude electoral ha dejado para otro momento el análisis de los muchos errores que ha cometido el lopezobradorismo, en especial las turbias alianzas oportunistas con personajes impresentables que ahora son senadores o diputados electos. Uno de esos casos lamentables está sucediendo en Chiapas, donde el PRD dejó en el camino a sus propios militantes para postular de última hora a un priísta, Juan Sabines, que pretendía ser candidato a gobernador por el partido tricolor pero, al ver cerradas las puertas, decidió pasarse al sol azteca.
Tras Sabines ha estado el actual gobernador, Pablo Salazar Mendiguchía, quien ha pasado de alfombra discursiva de Vicente Fox (cada que puede, Salazar se deshace en elogios serviles hacia el todavía Presidente de la República) a insólito aliado de Andrés Manuel López Obrador (a quien hasta ahora combatía políticamente). Pablo Salazar apoya con toda la fuerza de su gobierno a Sabines -un júnior sin mayor mérito que el apellido, que ganó la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez justamente con el apoyo del gobernador Salazar-, porque cree que de esa manera tendrá continuidad o, cuando menos, impunidad.
Contra la dupla Salazar-Sabines se ha levantado una oposición igualmente traicionera, pues a la candidatura priísta de José Antonio Aguilar Bodegas se han sumado los esfuerzos cupularmente concertados de los panistas -¡el prianismo plenamente confirmado en Chiapas pero por acuerdos nacionales que incluyen el apoyo de los priístas a la presunta victoria de Pelife Delcarón!- y también de la otra versión del partido blanquiazul, el PAN-AL gordillista cuya abeja reina ordenó a su subordinado Emilio Zebadúa que renunciara a su candidatura para también apoyar al PRI.
En Chiapas, como en otras partes del país, el PRD juega a engañarse con que los triunfos electorales son triunfos de sus ideas. Zeferino Torreblanca, por ejemplo, llegó en Guerrero al poder bajo las siglas del sol azteca, y ahora no ha hecho nada en contra del fraude electoral calderonista, sino todo lo contrario. ¿Y Batel Cárdenas Lázaro -Bacal- deveras representa a la izquierda y la defiende? Espejismos electorales que a fin de cuentas sólo benefician a algunos cuantos oportunistas y a sus camarillas... ¡Hasta mañana!
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