Usted está aquí: domingo 13 de agosto de 2006 Política Historia de un libro y de sus detractores

Guillermo Almeyra

Historia de un libro y de sus detractores

Dado todo lo que está pasando, dudé bastante antes de escribir este artículo sobre un problema menor. Pero terminé convenciéndome de que, al hablar de un (feo) botón de muestra, estaba hablando de cómo cortar el traje democrático que queremos que vista nuestro país. Por lo tanto, ahí va.

Con el excelente fotógrafo Emiliano Thibaut publicamos el libro Zapatistas, un mundo en construcción, compuesto por un texto mío de análisis sobre el origen y los problemas que enfrenta el neozapatismo, por una crónica de Emiliano sobre su experiencia en todos los caracoles, por los textos de todas las Resoluciones de la Selva Lacandona, la Ley Revolucionaria de Mujeres y lo esencial de los acuerdos de San Andrés y, por supuesto, por hermosas y elocuentes fotos a color o en blanco y negro sobre la vida en las zonas zapatistas y la gente que allí resiste y lucha. Es un libro sobre los zapatistas -la gente común-, como dice el título, mucho más que sobre el zapatismo como movimiento político-militar. Aunque es, por supuesto, un libro zapatista escrito por personas comprometidas con esta y con otras luchas de liberación social, no es apologético. Porque un proverbio japonés dice que "se puede adorar una cabeza de sardina: la cuestión es tener fe". Precisamente: la fe es ciega. Por eso los movimientos sociales no necesitan fieles sino cabezas pensantes, además de corazones ardientes y de sensibilidad siempre despierta. Por consiguiente, conviene dejar las porras para el futbol y el incienso para los santos.

Este libro-objeto fue editado en Argentina y, esperamos, lo será también en Francia e Italia. No es para especialistas ni eruditos, sino un libro de militantes que explica a otros militantes las raíces del zapatismo y del EZLN, la tortuosa construcción de la conciencia popular, que abolla mitos verticalistas e interpretaciones falsas difundidas en el exterior sobre el poder en las zonas zapatistas y sobre la acción política, y trata de presentar al zapatismo no como algo externo y exótico sino como parte de un mismo proceso mundial de construcción de independencia política, autonomía y autogestión, que en cada país adopta ritmos y formas correspondientes a la respectiva densidad histórico-cultural de sus oprimidos y explotados. Los autores, además, decidimos ceder nuestras regalías a las juntas de buen gobierno (JBG), que son protagonistas de la obra, e intentamos reiteradamente publicar en apéndice una entrevista con el subcomandante Marcos que jamás se nos concedió. Hasta aquí el marco general. Ahora viene lo feo.

El 17 de julio, gracias a la gentileza de la Casa Lamm, presentamos allí el libro con Rosario Ibarra y Héctor Díaz-Polanco como comentaristas respetados y especialistas en el tema, además de luchadores desde siempre por la causa zapatista y los derechos indígenas y la autonomía. El público, que desbordaba la sala, estaba compuesto por dirigentes campesinos, militantes sociales, estudiantes y buena cantidad de miembros de la otra campaña.

Terminadas las intervenciones de los presentadores pidió la palabra antes que nadie quien funge como secretario particular del delegado Zero o Marcos. Sin decir una palabra sobre las intervenciones de Rosario Ibarra y Héctor Díaz-Polanco (que habían insistido sobre la necesidad de unir fuerzas contra la derecha y su fraude, que no sólo ponen en cuestión la democracia en México sino que también amenazan de muerte a los zapatistas chiapanecos) y sin opinar sobre ninguna idea política expuesta por los autores, acusó a éstos de haber cometido "una grosería" al no haber invitado personalmente a Marcos (por él promovido a propietario exclusivo de la marca registrada Zapatismo), añadió que Thibaut había estado efectivamente en los caracoles que describe en su crónica pero que "jamás había vuelto" a ellos, preguntó por qué no se presentaba el libro en las JBG, y se deslindó, correctamente, de los dirigentes ex salinistas del PRD pero sin decir una palabra sobre el movimiento popular contra el fraude. Terminada su intervención, que encontró no pocas protestas, se retiró sin escuchar las respuestas de los interpelados, aplicando eso de "ni los veo ni los oigo".

En la respuesta aclaramos que ninguno de los presentes había necesitado una invitación personal para asistir y tomar la palabra; que habíamos tratado por diversos medios de enviar el libro a las JBG pero que la alerta roja ha suspendido el funcionamiento de las mismas, y que invitaríamos a Marcos a participar en otra presentación, cosa que hemos hecho, hasta ahora sin resultado. Además, reiteramos que la otra campaña no puede separarse de los sectores populares que son su interlocutor principal aunque esté en contra de la dirección (transitoria) de ese movimiento de masas y no comparta las ideas de la misma, porque no se puede abandonar la lucha por la democracia en nombre del anticapitalismo en abstracto.

Ese es el problema central: está naciendo, está madurando y se está consolidando un gran movimiento nacional sin precedente desde la Revolución Mexicana. Pero los movimientos sociales jamás surgen puros y claros. Se apoyan, en cambio, siempre, sobre todo en el pasado del cual parten para crear lo nuevo. Además, no hay una muralla china entre la lucha por la democracia y la lucha por el socialismo. Los militantes de la otra campaña y la dirección del EZLN tienen por eso su lugar en la lucha de millones de mexicanos.

Pese a ello, la invitación a la nueva reunión intergaláctica desgraciadamente olvida el fraude y el movimiento social de masas contra el mismo, y no ve qué pasaría en Chiapas si Calderón se afirmase. La ceguera y el sectarismo pueden resultar muy peligrosos.

 
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