"No pagó uno solo de sus crímenes": Martín Almada, víctima de la represión
Impune y en un "dorado exilio" en Brasilia, muere Stroessner, ex dictador paraguayo
Corrompió a miles y aterrorizó a todos: Gladys Mellinger, sobreviviente de la Operación Cóndor
Ampliar la imagen Alfredo Stroessner en imagen del 14 de mayo de 1962 en Asunción, Paraguay Foto: Reuters
Buenos Aires,16 de agosto. La sombra del ex dictador de Paraguay Alfredo Stroessner fallecido la mañana de hoy en "un dorado exilio" en Brasilia, seguirá proyectándose mucho tiempo más sobre su país, convertido ahora en una especie de gran pista de aterrizaje para las tropas estadunidenses que con inmunidad absoluta están en ese territorio.
El anciano de 93 años murió poco después de las once de la mañana a causa de una "septicemia" consecutiva a la neumonía que contrajo tras ser operado de una hernia inguinal el pasado 29 de julio. En los últimos años, tras sufrir cáncer de la piel, según sus allegados, el ex dictador vivía recluido en una mansión junto al lago de Brasilia en compañía de uno de sus hijos, el coronel expulsado del ejército paraguayo, Gustavo Stroessner.
La llegada de Stroessner está marcada por la tragedia vivida por Paraguay, la "Republica jesuítica", "la joven colonia" como le llamaron o la tierra del Supremo Gaspar de Francia, quien desafió los poderes coloniales, en su momento, y encerró a su país de la influencia británica que dominaba todas las otras provincias del Río de la Plata en el siglo XIX.
Y luego sus sucesores Carlos Antonio López y su hijo Francisco Solano López, dieron una fisonomía única al país de 496 mil 752 kilómetros cuadrados y que ahora tiene cerca de 6 millones de habitantes.
La guerra de la Triple Alianza entre 1864 y 1870, cuando Gran Bretaña logró unir a Brasil, Argentina y Uruguay para "doblar" al Paraguay resistente, transformado en una pequeña potencia económica, con control estatal del agro, y de los primeros ferrocarriles, telégrafos y fundiciones de América Latina, el país de la primera imprenta de la región.
La destrucción entonces fue ilimitada y de un millón 250 mil habitantes al terminar la guerra en 1870, sólo quedaban 300 mil, casi todas mujeres y niños. De estos, los más grandes fueron la última resistencia heroica contra una guerra injusta y despiadada. El país además perdió 150 mil kilómetros cuadrados a manos de sus agresores.
Hijo de inmigrante alemán
Sin conocer la historia de Paraguay sería imposible entender cómo llegó Stroessner, el hijo de un inmigrante alemán, a tomar el poder en un día aciago de mayo de 1954. Sólo habían pasado 60 años del final de la Triple Alianza cuando la mano extranjera en función de intereses petroleros provocó un enfrentamiento criminal entre dos países empobrecidos. La Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-35), destruyó lo poco que se había reconstruido; y 50 mil paraguayos murieron junto con miles de bolivianos.
Cuando Stroessner se hizo del poder en 1954, habían pasado siete años desde el desenlace de otra guerra interna: la Revolución del 47, que mandó a miles al exilio. Entre 1948 y 1954 se habían sucedido siete presidentes, y él se encargó de derrocar a tres.
Sobre ese Paraguay despedazado construyó Stroessner su reino de terror hasta su derrocamiento el 2 de febrero de 1989, en un golpe palaciego protagonizado por su entonces consuegro, el general Andrés Rodríguez, lo que ocurrió cuando Washington decidió que era necesario cambiar algo para que nada cambiara.
El régimen stroessnista dejaba entre cuatro y cinco mil muertos, asesinados en una de las historias dictatoriales más alienantes de América Latina, con el "privilegio" de haber tenido en aquellos tiempos a los presos más antiguos de América Latina, con casi 400 mil víctimas de cárceles, persecuciones y torturas, además de un millón de asilados en el extranjero. Pero también uno de los regímenes más corruptos, que con las llamadas Leyes de Defensa de la Paz Pública, y de Orden Interno y Democracia estableció un terrorismo de Estado cuyos efectos perduran hasta hoy.
EU, su "eterno" protector
Pero Stroessner murió "a salvo", gracias a la impunidad que tuvo mucho que ver con todo lo que sabía de sus eternos protectores en Washington. El historiador César Frutos dijo en estas horas que el ex dictador "aprovechó la coyuntura" en favor de Estados Unidos y ayudó a ese país a " integrar un cinturón de generales, que eran como un "sindicato de presidentes" (dictadores) que debían "defender" a América Latina de la expansión comunista.
Estados Unidos utilizó Paraguay como lo utilizaron los nazis, que estuvieron encubiertos allí como amigos directos de Stroessner. También Washington alimentaba la corrupción y el contrabando, porque en ese pequeño reino silenciado por el terror, podía urdir planes, como los que se armaron para derrocar al general Juan José Torres en Bolivia (1971) y dejar al "amigo" Hugo Bánzer en el poder, o preparar el derrocamiento del presidente Salvador Allende en Chile(1973).
El Partido Colorado lo secundó siempre, aunque hubo fracciones rebeldes. El ex dictador afrontaba varios procesos en el país por delitos de lesa humanidad y varias organizaciones pedían su enjuiciamiento por su participación en la Operación Cóndor, mediante la cual los regímenes militares del Cono Sur coordinaron la represión, los asesinatos, el intercambio de prisioneros durante los 70 y 80. Stroessner también ayudó a la extensión de esta misma operación a otros países y a Centroamérica.
La trágica novela de Paraguay no se termina de escribir aún. Una de las sobrevivientes de la Operación Cóndor, que fue llevada desde Argentina a Paraguay en marzo de 1976, la doctora Gladys Mellinger de Sannemann, sostiene que Stroessner destruyó "en miles de formas a Paraguay, corrompió a miles, aterrorizó a todos. Destruyó familias, vidas, en un país donde se podía haber hecho un paraíso humano"
Aún después de su derrocamiento siguió estando allí. Al visitar un día la residencia presidencial después de su caída hablé con los vecinos, que contaban experiencias de los "fantasmas" de otros presidentes que visitaban el lugar y que habían muerto muchos años atrás.
Ellos creían que desde Brasil Stroessner tenía el poder de entrar por los aires y sacudir plantas enojado, porque quería regresar.
"Fue esclavo de su poder", dice otro historiador.
Martín Almada, su víctima durante un tiempo, fue el descubridor de la los bien llamados "archivos del terror" de la dictadura el 22 de diciembre de 1992. Allí, además de una serie de documentos que permitieron demostrar la existencia de la Operación Cóndor, están miles de expedientes y registros cotidianos, que son la historia más impactante que uno pueda encontrar sobre esa dictadura feudal, digna del siglo pasado.
Stroessner tuvo la habilidad de armar elecciones que le daban el triunfo una y otra vez, sin posibilidad alguna de que la oposición pudiera intervenir, pues se encontraba, en su mayoría, dispersa por el mundo. Todo para satisfacer la solicitudes de Estados Unidos, el país que más sabía sobre el terror en Paraguay.
Siempre quiso volver para vengarse
Para Almada, entrevistado telefónicamente por La Jornada, "el único castigo que tuvo Stroessner por sus crímenes fue no poder regresar a Paraguay, porque él siempre quiso volver, ya que conservaba cargos en el Partido Colorado y quería vengarse de los que lo traicionaron".
Extrañamente -dice- "este día 16 de agosto habíamos fijado nosotros para abrir el Museo de la Memoria en lo que fue la Policía Técnica, el lugar más temible para los torturados y prisioneros. La noticia llegó cuando estábamos inaugurando el Museo de la Memoria de la Dictadura y Derechos Humanos, donde haremos una Escuela de la Democracia.
Sin embargo, "Stroessner dejó una herencia maldita: la corrupción y el hecho de que no se ha podido destruir definitivamente el entramado siniestro de su poder.
"El daño que hizo perdurará por mucho tiempo. El persiguió al pueblo y a todo aquel que pensara, quiso destruir todo lo relacionado con la cultura. La segunda piel del paraguayo es el miedo y seguirá siéndolo, aunque él no esté presente. La corrupción y la mediocridad se reflejan en una cantidad de parlamentarios mediocres y corruptos", dijo Almada.
Asimismo, sostiene que Estados Unidos lo llevó al poder y lo bajó cuando necesitaba una oxigenación del sistema.
Stroessner y el dictador chileno, Augusto Pinochet, comenzaron desde 1974 a trazar la Operación Cóndor; Almada sostiene que los crímenes que ocurrieron dentro de las misma "que ahora se están convirtiendo en la única posibilidad de hacer justicia con algunos de los criminales de la región. No pagó uno solo de sus crímenes, dejó a un pueblo que fue solidario y colectivista, y que ahora es apático, desconfiado. Un pueblo que no puede sacarse aún en muchos sectores el terror y la sumisión: herencia maldita que me hace preguntar ¿quién llora a Stroessner y por qué?"