La amenaza
El gobierno de Vicente Fox está perdiendo los estribos y ante la oposición popular a su intentona de imponer a su sucesor, no parece tener más respuesta que la represión.
1. La tentativa de Vicente Fox de imponer ilegalmente a Felipe Calderón en la silla presidencial está teniendo altos costos políticos para el régimen, pues las instituciones del Estado, desde la Suprema Corte y el tribunal electoral hasta la Presidencia de la República han perdido toda credibilidad democrática y los hombres de la derecha, hundidos en la obnubilación del poder y en el intento de imposición, no encuentran una salida al problema que generaron.
2. Las disputas de las facciones que se unieron para imponer el fraude se advierten desde ahora, ya que todos los que participaron en las acciones ilícitas tienen la expectativa de poder controlar el nuevo gobierno y repartirse, como botín, posiciones de poder. Y en ese escenario los grupos de ultraderecha de El Yunque están tomando la delantera aprovechando su posición en el gobierno foxista y su participación determinante en la realización de las elecciones de Estado, que coordinaran los yunquistas del Eje Los Pinos (Ramón Muñoz), avenida Coyoacán (Espino) y Bucareli (Carlos Abascal), por lo que buscan imponer una solución de fuerza sin importarles refrendar aún más el carácter espurio e ilegítimo de Calderón.
3. El desastroso fin de sexenio foxista, marcado por el escandaloso operativo de Estado para imponer a Calderón, que ha generado la mayor movilización de protesta luego de un fraude electoral que se produce en México desde 1910, está llevando al grupo gobernante a una histeria política que reflejan los locutores de Televisa y Azteca, pues ni el ignorante Fox ni el aterrorizado Calderón parecen tener otra propuesta para enfrentar la indignación del pueblo que hacer uso de la vía que proponen los yunquistas: la represión, que no haría más que agravar la crisis.
4. La implementación del fraude está resultando más compleja de lo que supusieron Fox y sus amigos, que ya han perdido todo estilo. La ultraderecha, desquiciada al ver a la gente llenar las principales avenidas y calles de la capital, reaccionó con mayor nerviosismo ante la convocatoria que hizo Andrés Manuel López Obrador el 15 de agosto de convocar a una Convención Nacional Democrática: reunirse en el Zócalo el 16 de septiembre para dar respuesta a las agresiones que está sufriendo el pueblo a manos de una minoría.
5. La exigencia yunquista de que ya se recurra a la represión de los campamentos proviene también de que las evidencias del fraude se multiplican, y los medios no se dan abasto para ocultarlas. La diligencia practicada por el tribunal al abrir 11 mil 839 casillas, 9.07 por ciento de las instaladas, que pretendía convalidar el supuesto triunfo de Calderón al mostrar que "las irregularidades" eran simples "errores aritméticos", confirmó lo que ya se sabía: el 2 de julio culminó un enorme operativo de defraudación electoral, que ese día tuvo, al menos, cuatro niveles: introducción y sustracción ilegal de votos de las urnas (taqueo), falsificación dolosa de actas de escrutinio, manipulación ilegal de paquetes, sobres y boletas antes, durante y después del cómputo distrital y, en consecuencia, el papel doloso del Consejo General del IFE y de los consejos distritales.
6. Las declaraciones de Fox el 14 de agosto afirmando con tono diazordacista que se va a asegurar de que el próximo presidente se instale en la silla presidencial el 1º de diciembre, que reiterara a The New York Times al día siguiente, advirtiendo que ante las movilizaciones asumiría "su responsabilidad", fueron entendidas como una amenaza de que estaría dispuesto a utilizar toda la fuerza del Estado para imponer a Calderón, lo que se confirmó ese día por el violento desalojo que hicieron miembros de los dos cuerpos militares que maneja el Ejecutivo: el Estado Mayor Presidencial y la Policía Federal Preventiva, al desalojar a manifestantes de la coalición que intentaban instalar un campamento en las afueras del Palacio Legislativo.
7. El Ejército Mexicano no está agraviado, como pretenden los voceros del foxismo porque el pueblo ocupe Reforma, Juárez y el Zócalo los días 15 y 16 de septiembre, pero sí de que se utilicen las fuerzas armadas para imponer en la Presidencia al candidato de los yunquistas -ex cristeros que lucharon contra el ejército con las armas en las manos-: a Calderón, quien no tiene más propuesta para gobernar a México que seguir entregando los recursos básicos al capital extranjero, privatizando las instituciones públicas y cancelando los derechos de los trabajadores: es decir, violando la Constitución y traicionando al país.
8. ¿Para eso quieren Fox y los yunquistas que sirva el Ejército Mexicano? ¿Para imponer en la silla presidencial por sobre la soberanía popular a un individuo que sustenta su supuesto triunfo en el fraude electoral y que no tiene más proyecto que entregar el petróleo y los recursos estratégicos de México al capital extranjero?
9. Los apoyos políticos de Fox y Calderón en su intentona son los del hampa política y financiera, y a nadie llama la atención que sus prácticas se asemejen cada vez más a las del legendario "sindicato del crimen" de Chicago de los años 30. En el ámbito empresarial respaldan a Calderón los traficantes de influencias, amigos de Salinas y de Fox, en lo que Gary Becker llama "un capitalismo de compadres". Y en lo político, la cloaca del priísmo: desde Salinas, su principal protector, hasta los líderes charros: Víctor Flores, del Congreso del Trabajo, Elías Morales, "líder" impuesto a los mineros por la Secretaría del Trabajo, o la máxima líder del charrismo, Elba Esther Gordillo, a quien le debe en buena medida estar donde está. Y ahora sus nuevos amigos a los que está apoyando en reciprocidad: Mario Marín, el góber precioso de Puebla, y el impresentable Ulises Ruiz de Oaxaca.
10. La tentativa de Fox de imponer contra la legalidad y la razón a Calderón es la mayor provocación hecha al pueblo de México en décadas, y está teniendo sus consecuencias. Esta decisión asumida por grupos oligárquicos, y que entraña una actitud de desprecio a los mexicanos, olvidó la respuesta popular. Y al margen de la que sea, la actitud del gobierno foxista ante la movilización social, ésta ya no se puede detener por lo que el país está a punto de iniciar un cambio histórico.