Continúa la discriminación y la carencia de prestaciones: Boris Marañón
Pese al dinamismo, persisten viejos esquemas laborales en empresas agrícolas: investigador
Bajo la adopción del modelo de "empresa socialmente responsable", compañías dedicadas a la horticultura de exportación, uno de los sectores más dinámicos en la economía, han adoptado diversas tecnologías y medidas para mejorar la calidad de vida de los trabajadores que contratan, pero persisten características de los viejos patrones laborales como la inexistencia de contratos y prestaciones sociales, además de discriminación y segmentación étnica de acuerdo a los puestos de trabajo.
En el sector agrícola, el empleo típico en México ha sido informal, eventual y casi sin beneficios sociales, pero las nuevas tendencias marcadas por el mercado internacional han incidido en la modificación de las formas de trabajo, señaló el economista Boris Marañón, quien realizó una investigación sobre empresas de horticultura de exportación radicadas en Sinaloa, uno de los estados donde más se ha desarrollado esta actividad.
Detalló que la empresa más grande y antigua en el ramo, La Esperanza, inició una restructuración desde la década pasada para mecanizar sus procesos productivos y racionalizar la mano de obra, en cuanto a las formas de pago. Dicha compañía dejó de contratar menores de edad y la mayoría de sus trabajadores son originarios del estado de Oaxaca, pero "todos son eventuales, nadie firma contrato, hay salario diferenciado pues a algunos se les paga por tarea, otros reciben un salario diario de base y a otros se les paga por destajo", advirtió el investigador al participar en un seminario sobre trabajo y tecnología del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En cuanto a las prestaciones sociales, Boris Marañón aseguró que los trabajadores horticultores no cuentan con Seguro Social aunque tienen seguro médico, debido a que "hay un problema entre las empresas sobre cuál debería ser la base para aportar al IMSS, por lo tanto ninguna de ellas cotiza"; tampoco hay vacaciones, aunque de manera novedosa se les otorga una despensa y un incentivo por asistencia a los trabajadores.
No obstante, el investigador indicó que las empresas del sector han adoptado una política social para mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores, que antes no existían, como dotarlos de vivienda con servicios básicos, guarderías, escuelas, sanitarios, servicios médicos, lavandería y hasta una cooperativa para abastecimiento, que sustituye a la antigua tienda mercantil a la que todos quedaban "casi presos" por las deudas que acumulaban.
Las empresas también se han dedicado a capacitar a los trabajadores porque así lo requieren debido a las nuevas tecnologías que han adoptado, lo que ha incidido en la permanencia de los mismos aún cuando no haya puestos permanentes ni contratos firmados, por lo que la rotación de personal se ha reducido a sólo 15 por ciento del total.
Marañón advirtió que, pese a dichos cambios, "hay elementos de continuidad del patrón histórico de las relaciones laborales, como la eventualidad del empleo, el pago por tarea, el destajo, las tareas repetitivas, la cimentación vertical del trabajo con criterios sexuales y, por lo tanto, discriminación, sobre todo hacia mujeres indígenas".