Usted está aquí: domingo 20 de agosto de 2006 Opinión Diario de Guerra (electoral)

Diario de Guerra (electoral)

José Agustín Ortiz Pinchetti

La convención

¿Cuál es el sentido político de la Convención Nacional Democrática convocada por Andrés Manuel López Obrador para el próximo 16 de septiembre? Se trata de una asamblea multitudinaria a la que se invita cuando el proceso poselectoral y la reyerta política se vuelven cada día más complicados. Este suceso, que podría traer a miles o cientos de miles de participantes, tiene antecedentes históricos en México, y a la vez en esta nueva versión presenta una fuerte originalidad.

Para empezar, la convocatoria tiene carácter preventivo. El tribunal electoral está a punto de resolver en última instancia la elección presidencial. Un proceso manchado desde la elección misma del Consejo General del IFE, marcada después por un carácter abiertamente inequitativo, rematado con una jornada de votación con numerosas irregularidades. La coalición Por el Bien de Todos ha denunciado que en el pequeño número de casillas recontadas, 9 por ciento del total, aparecen 170 mil votos sobrantes o faltantes. En 30 por ciento de las casillas, por lo menos, los paquetes electorales fueron violados.

La coalición teme una resolución adversa del tribunal electoral, porque se negó al recuento total de votos, lo que hubiera zanjado el diferendo, por razones de interpretación rígida de la ley electoral.

Otro propósito de la convención es dar cauce y una organización embrionaria a la enorme corriente de ciudadanos que votaron por Andrés Manuel y que lo recibieron con insólito entusiasmo en todas las ciudades y pueblos del país. Esa fuerza, hoy una nebulosa, abarca todo el territorio nacional y podría tener un papel decisivo en la vida pública de México.

La convocatoria es tan generosa que no sólo podrán asistir delegados directos de pueblos, comunidades, municipios, sino también representantes de organizaciones sociales y políticas, funcionarios públicos afines e inclusive personas sin filiación y sin organización de partido.

¿Quiénes acudirán? Para empezar, las gentes que han percibido y creen en el fraude. Existe también una enorme masa portadora de gran energía colectiva a la que se refiere Lorenzo Meyer ("Los ríos subterráneos", Reforma, 17 de agosto). Meyer dice que hay una fuerza popular profunda que emergió por última vez durante el cardenismo: la población marginada y explotada por siglos. Y que resurge ahora del subsuelo cultural, en forma inesperada, por la crisis poselectoral.

Estoy de acuerdo, pero creo que hay otra fuente que nutrirá el movimiento que se intenta fundar: una parte de la población que se ha modernizado en forma silenciosa y profunda en las dos décadas recientes, y que verdaderamente desea un cambio en la política económica que, en el término de una generación, no ha logrado ni crecimiento económico ni mejor reparto de la riqueza. Esto sumará un componente nuevo y original en la convención.

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