Usted está aquí: lunes 21 de agosto de 2006 Cultura El megaplantón, semillero de ideas y cuna de vocaciones artísticas

Creadores participantes afirman que buscan darle un sentido social al arte

El megaplantón, semillero de ideas y cuna de vocaciones artísticas

No venimos a echar la güeva; aquí leo más que en mi casa, señalan algunos de los activistas

Se publicarán los textos que salen de los talleres; vecinos acuden a tomar clases a campamentos

MONICA MATEOS-VEGA

Ampliar la imagen Niños y jóvenes son de los más entusiastas en participar en los talleres que se organizan en el megaplantón Foto: José Antonio López

Ampliar la imagen Los parabuses cercanos a Chapultepec han sido adaptados como puntos de exhibición y venta de algunos de los productos fabricados en los campamentos Foto: Roberto García Ortiz

"Este no es un plantón de ociosos y no somos ignorantes", dice con convicción el artista plástico Gabriel Sánchez, quien desde su tienda de campaña ubicada justo atrás de la estatua de Cuauhtémoc, sobre Paseo de la Reforma, participa en la organización de actividades culturales para las decenas de personas que desde el 30 de julio acampan en esa avenida como parte de la resistencia civil pacífica en apoyo al movimiento político que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

A continuación, presentamos un panorama de la espontánea y creciente vida cultural que se ha conformado en el plantón instalado de la Fuente de Petróleos al Zócalo, por Paseo de la Reforma, avenida Juárez y la calle de Madero, el cual cumple este lunes tres semanas.

En esta primera entrega, La Jornada hizo un recorrido en el tramo que va de la Torre del Caballito a la Fuente de Petróleos. En la calle, sobre una de las avenidas emblemáticas de la ciudad de México, la vida transcurre con lentitud, pero nadie quiere estar con los brazos cruzados ni con la mente inerme.

Al lugar han acudido artistas de diferentes disciplinas para "ofrecer sus servicios" en favor de la democracia, afirman. La mayoría de los consultados, de entrada, dejan claro que no pertenecen a ningún partido político, que nadie los ha "acarreado", que están ahí por voluntad propia porque simpatizan con el movimiento, y que no vienen sólo a entretener, sino a darle un sentido social al arte.

Paseo de la Reforma, en su tramo de avenida Juárez a la Fuente de Petróleos, en su cruce con Periférico se convierte, sobre todo en las tardes, en un peculiar centro cultural: callejero, multifacético, de puertas abiertas, solidario, gratuito e irreverente.

La gente que recorre los campamentos descubre que hay una organización bien definida en el plantón, una solidaridad que recuerda la camaradería que surgió entre los ciudadanos los días posteriores a los sismos del 19 de septiembre de 1985.

Si bien predominan las mantas con consignas contra el gobierno de Vicente Fox, el IFE y el PAN, y en favor del PRD y de Andrés Manuel López Obrador, de vez en vez, entre periódicos murales y mamparas con fotografías de los mítines, aparecen poco a poco murales pintados "más en forma, con técnica" en los que se aprecian desde soles aztecas "abstractos" hasta pejelagartos "cubistas".

A mediodía, entre semana, caminan en medio de las carpas lo mismo oficinistas que simpatizantes del movimiento, o curiosos que vienen a escudriñar con la mirada qué tipo de gente es capaz de permanecer en plena calle, ¡en pleno Reforma!, bajo la lluvia, el sol, con la consigna de "voto por voto, casilla por casilla: ¿qué es eso?", se preguntan.

Se topan con que los niños pintan, hacen grabados en linóleo, leen un libro o escuchan rock; que los jóvenes moldean plastilina para un proyecto de escultura, juegan ajedrez o ven un documental.

A las 11 de la mañana, en la mayoría de los campamentos ya se encuentra la cartelera de actividades del día, elaborada por los editores del Diario de la Resistencia, en la que se incluye de todo: conferencias, talleres, conciertos, danza. Las carpas sirven lo mismo de dormitorio que de cine, de consultorio, de escuelita, de cocina o de biblioteca.

Las lluvias paralizan algunas tardes las actividades, las cuales se incrementan los viernes, sábados y domingos. Pero en campamentos como el de la delegación Gustavo A. Madero (GAM), cerca del cruce de Reforma con Insurgentes, se imparte todas las mañanas un taller de origami con el maestro Carlos Velarde, quien ha recibido premios internacionales.

Por las tardes, ahí mismo, en la tarima colocada a mitad de calle, desde el 31 de julio a la fecha no han parado de ofrecerse desde conciertos de rock, hasta trova, danzón, música clásica o de mariachis.

Son 10 los templetes principales instalados desde la Fuente de Petróleos hasta el Zócalo, por las calles de Reforma, avenida Juárez y Madero, para llevar a cabo un sinnúmero de actividades.

Apoyar, no sólo entretener

Si bien estos foros están abiertos a todo aquel que quiera aventarse su palomazo o improvisar un discurso político, se busca que cada uno de los espectáculos y cada una de las actividades culturales "apoye la causa y no sólo entretenga, es decir, que inculquemos la conciencia social, porque queremos demostrar a quienes nos critican que no estamos aquí por ociosos, no somos indigentes ni el lumpen de la ciudad", añade Gabriel Sánchez, quien pertenece a la red de casas de cultura de la GAM.

Es enfático al explicar que en los campamentos se ofrece cultura, "de todo un poco, porque sabemos que aquí conviven personas de diferentes niveles intelectuales; eso sí, con un mismo fin político: la defensa de la democracia".

Frente a los hoteles de lujo, los restaurantes, los bancos y las oficinas de Reforma se ofrecen talleres de lectura y clases de oratoria "para aprender a echar rollo". También se proyectan documentales "formativos"; los más populares son los que narran lo acontecido en Tlatelolco en 1968, explican otros residentes del llamado "plantón más grande del mundo".

Un par de policías de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, asignados ex profeso para vigilar el orden en los campamentos, afirman que entre la gama de expresiones culturales que brotan a toda hora en esa avenida lo que más les ha llamado la atención son los conciertos de "música culta".

Entusiasmados, dicen que les ha tocado ver algunos recitales "muy buenos, de violines y toda la cosa. Uno a veces no tiene la oportunidad de ir a los teatros a ese tipo de espectáculos, ni dinero; entonces, encontrarlos en la calle nos ha gustado, pero no podemos entretenernos escuchándolos porque nos regañan. Estamos aquí para hacer el rondín y vigilar".

Juan Francisco Bustamante, originario de Sonora, avecindado en un campamento cercano a la Palma, explica que durante su estancia en el plantón ha disfrutado enormemente de "la música de 'los tenores'. Eso es lo que a mí me gusta. En mi casa no tengo oportunidad de ir a conciertos como esos, no sólo porque tengo que trabajar, sino porque allá no van espectáculos como los que he tenido la oportunidad de apreciar durante estos días".

Megacentro cultural izquierdoso

Cuentacuentos, mesas de análisis político, tertulias "con los trovadores de la casa", aunado a las "exposiciones permanentes" de murales, consignas, fotografías y esculturas han convertido a Paseo de la Reforma en un megacentro cultural, "con tintes izquierdosos", dicen con orgullo.

Los centros de acopio comienzan a recibir materiales para ser usados en las actividades culturales, como papeles, pinceles, tintas, mientras que editores independientes se han ofrecido a editar los textos que están naciendo en los talleres literarios.

En la glorieta de la Palma la Pejebiblioteca es uno de los sitios más concurridos. Ahí, los libros se prestan "a la palabra" y se encuentra funcionando "mejor que la megabiblioteca Vasconcelos, pues aquí nos devuelven el libro y nos entregan uno extra", dice con orgullo el encargado de esa carpa.

La isla del tesoro, de Robert L. Stevenson; poemas de Juan Gelman; A sol y sombra, de Eduardo Galeano; El Buscón, de Quevedo; Historia de la contracultura, de José Agustín, son algunos de los títulos más leídos en ese "recinto" cuyo lema es La lectura me defenderá de la injusticia.

En el campamento que representa a la delegación Tláhuac, una señora lee Vivir para contarla, de Gabriel García Márquez. Le toca hacer la guardia esa tarde.

-¿No se aburre?

-Para nada. Aquí no sólo vivimos de pan y agua. También tenemos esto -y muestra su libro.

"La verdad, dice en tono de confesión, aquí estoy leyendo más de lo habitual. En mi casa, con los quehaceres, casi no tengo tiempo. Pero ahora ya llevo dos novelas, éste y otro como de ciencia."

Varios jóvenes han aprovechado el plantón para hacer lo inusual; sentarse a leer "en medio de la calle, alrededor del Angel de Independencia, en el camellón este de picos tan feos, o sentados en las banquetas. Y al rato nos vamos al taller de danza que están ofreciendo los concheros o a hacer esculturas con los de la carpa de la gente de los pedregales de Coyoacán", dice Juan José, quien hojea la revista National Geographic.

A unos pasos de la fuente de la Diana Cazadora, desde un rinconcito, transmite Radio Ciudadana, con el lema Rescatando a la Nación, con público "en vivo". Cuando ésta se deja de escuchar mientras el paseante camina hacia Chapultepec, entra al quite Radio Pasillo, y luego Radio Voluntad Popular, con música de León Gieco, dando las noticias de la tarde o dejando el micrófono abierto a quien quiera compartir con el auditorio una reflexión política.

Ahí cerca está una exposición de la Fábrica de Artes y Oficios (Faro) de Oriente y el campamento del Frente Nacional de Defensa del Patrimonio Cultural, integrado por trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En el campamento de la delegación Alvaro Obregón se dan talleres de máscaras, cine, lectura (el más solicitado), alebrijes y para niños el llamado "pinta tu pejejito".

Más allá de la fuente de la Diana Cazadora, rumbo al Bosque de Chapultepec, el ambiente es más tranquilo, pero no por ello menos combativo. En el campamento de la delegación Azcapotzalco, cerca del Auditorio Nacional, se presenta una exposición de grabados alusivos a Emiliano Zapata y el Grupo de Maestros Democráticos Sentimientos de Nuestra Historia ofrece el diplomado Movimientos Sociales del Siglo XX en México.

En esta zona, afirman los profesores, las actividades "son más académicas", pues también se ofrecen talleres de autoestima, además de las infaltables mesas de debate político.

Frente al Hard Rock se han presentado conciertos de arpa y blues, teniendo como escenografía la reproducción de un mural de José Clemente Orozco. Los vecinos de Polanco, a diferencia de las personas que viven o trabajan cerca de los tramos anteriores de Reforma, pasan indiferentes ante los campamentos de Xochimilco y Milpa Alta, voltean la mirada frente a lemas como estos: "nuestros sueños no caben en las urnas", "no es por gusto, es por dignidad", producto del concurso de consignas organizado por los integrantes del plantón.

Monumento a la intolerancia panista

En los parabuses se han improvisado instalaciones, ya sea de caricaturas de Andrés Manuel López Obrador, de papel picado, o de dibujos de niños en bolsas de papel estrasa, adornando la frase: "que las diferencias que nos fragmentan y enfrentan, no impida mirar hacia el mismo punto".

Los turistas que visitan el Bosque de Chapultepec se dan su vuelta por estos campamentos que promueven la conciencia ecológica y que también cuentan con mini libro clubes, como la carpa de Tlalpan, en la cual hasta se ha instalado el Monumento a la intolerancia de un "pacífico" panista con los restos de la mesa rota por un automovilista que embistió por la madrugada ese campamento el 5 de agosto.

Poco a poco las personas que viven o trabajan en los alrededores del plantón que se encuentra sobre Reforma se comienzan a integrar a algunas actividades, con reserva, pero contagiados del entusiasmo con el que los manifestantes intentan combatir el cansancio y los desvelos que les provoca su movimiento de resistencia pacífica.

"La vida no está detenida aquí. Ni estamos echando la güeva. Invitamos a venir a quien quiera confirmarlo", concluye Ana María, una de las talleristas de pintura infantil.

 
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