En la casa del Indio Fernández, Ofelia Medina revivió el dolor y el placer de Kahlo
Con la puesta Cada quien su Frida, la pintora regresa a Coyoacán
Entre café, champurrado y tequila, el público disfruta parte de la vida de la artista y sus amigos
Ampliar la imagen Tres Fridas joven, muerta y agonizante dialogaron y cantaron en escena Foto: Yazmín Ortega
El viernes y sábado pasados se presentó la obra de teatro De pasada por la casa del Indio... Cada quien su Frida, en la que fuera la morada del actor y director de cine Emilio Fernández, donde la actriz Ofelia Medina, quien dirige la puesta, hizo una caracterización seria y profunda, dramática y divertida de la pintora del par de corazones unidos por venas sangrantes.
En un ambiente a media luz, con veladoras colocadas en las escaleras de la casa, en la sala -el público se acomodó en los sillones y donde pudo- el primer cuadro de esta obra fue impactante: tres Fridas, una joven, otra muerta y otra agonizante, dialogaron y cantaron.
El sonido del chelo de Jimena Giménez Cacho reflejó el dolor o el placer de Frida Kahlo, apoyada en el monstruo metálico donde recostaba su maltratado cuerpo, su columna vertebral destrozada. De Jimena se escucharon las piezas Dolor, No, Luna, sol y Puntos de apoyo, así como Lumbre, de Marcela Rodríguez.
En otros momentos, el guitarrista Angel Chacón interpretó algunas canciones populares que en largas veladas cantaron en esa casa Diego Rivera y del Indio Fernández.
Acabado el cuadro en el que las tres Fridas sintetizaron su pensamiento, su forma de ser, en la que el dolor físico se mezclaba con los placeres sensuales, se invitó al público a seguir a las Fridas. Los asistentes subieron por las escaleras y se acomodaron como pudieron y donde pudieron en otro espacio. Algunos se sentaron en el suelo. Ahí, donde alguna vez Frida se reunió con Diego Rivera, se habló del pintor y sus amores, de sus infidelidades.
Interiores de un personaje
Ofelia Medina seleccionó párrafos del libro Memoria y razón de Diego Rivera, de la cubana Loló de la Torriente, que dan cuenta de los interiores, los intersticios, de la vida de un personaje que llenó gran parte del ambiente artístico de México, junto a "machos" como Emilio Fernández.
En los diálogos se habla, con celo, de Lupe Marín. Con atención, Kahlo oye, mientras se maquilla para recibir a su compañero, referencias a los ojos de jade de Marín, cuya belleza era tal que alguna vez hizo caer del andamio a Siqueiros; que embrujó a Diego.
Pero no fue la única. Sale a relucir el nombre de Tina Modotti, otra hermosura. La fama, el poder y el dinero atraen a las que la naturaleza dotó de atributos físicos. Diego es definido como "cabrón, sinvergüenza y puto". Así de duras son las ideas, los diálogos. Lo de "puto" es por un silogismo. Si puta es la mujer que mantiene relación a la vez con varios hombres, puto es el hombre que mantiene relación con varias mujeres. Y lo acepta Diego... en la obra de teatro.
En ese segundo escenario de la casa de Adela Fernández, hija del realizador, comenzó el jolgorio. Frida pide que le preparen de comer. "Que maten esos cochinos, que preparen las quesadillas, que me traigan mi tequila, que me lean algo, mientras me visto y arreglo para recibir a Diego".
Eso da pie para que Frida-Ofelia invite al público a cenar. Allá fueron todos, raudos, a comer "tostadas de pata derecha de Frida" y "de panza de Diego". Para todos tequila, en caballitos que volvían pronto para ser llenados de nuevo. Se acabó y a falta de más se tomó mezcal.
Hubo café y champurrado, del bien preparado, del que ya no se toma ni en el Café Tacuba. El convite estaba en todo su apogeo cuando las tres Fridas invitaron a bailar a la concurrencia. Así fue. Soy un pobre venadito y Por un amor, y otras canciones por el estilo. "El que no baile es panista", advertía Ofelia Medina.
Así debieron de haber sido las veladas de varios días de Diego, Fernández y sus amigos. Entre apasionadas discusiones y comentarios de los entretelones de la política y del mundo intelectual. La obra de teatro pasa del drama a la comedia, al jolgorio. Como en canción de Juan Gabriel, que comienza a paso de entierro y acaba en reventón.
Cada quien...
Al final de la función-fiesta, el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), expresó: "Otra vez, Ofelia Medina nos sorprende con otro rostro de Frida. Creo que el texto, la dirección, el vestuario, la música, son un juego teatral.
"Me cautivó el espectáculo en un lugar tan propio como éste. Hacía mucho que el público no participaba de esta forma. El teatro forma una barrera entre las butacas y el escenario, aun en los teatros redondos como El Granero, pero aquí hubo una interacción. A pesar de todo, esto fue un canto a la vida; esta obra no debió llamarse Cada quien su Frida, sino La fiesta de Frida.
"Esta obra nos vuelve a traer a Frida Kahlo a Coyoacán. Hay elementos de lo que llamamos la revista mexicana, eso que apareció en las carpas de los años 30, pero que se ha perdido", concluyó Rascón Banda.
De pasada por la casa del Indio. Cada quien su Frida, jueves 24, viernes 25, sábado 26 y domingo 27 de agosto a las 19 horas, en Zaragoza 51, esquina Dulce Oliva. Cupo limitado. Reservaciones: 5573-9391 y 9297 o al 044 55- 3680-8281.